La renuncia del candidato Luis Flores


No se puede negar que la experiencia acumulada por el odontólogo Luis Flores como Vicepresidente de la República lo convertí­a, al menos en el papel, en uno de los candidatos mejor preparados para ocupar la Presidencia. Su postulación como precandidato del PAN fue anunciada como un esfuerzo para reconstruir la vieja fuerza polí­tica que bajo el liderazgo de ílvaro Arzú alcanzó el poder y luego se fue desgranando. La idea era que Flores pudiera aprovechar su relación con el mismo Arzú y con Berger para convertirse en una especie de bisagra que hiciera posible el reencuentro de los antiguos compañeros para armar una fuerza electoral difí­cil de vencer.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Pero en las primeras apariciones de Luis Flores se hizo evidente que tení­a interés en marcar distancia con el gobierno de Berger y también en presentarse como el artí­fice de todos los éxitos en el gobierno de ílvaro Arzú. En ambos sectores generó resquemores por esa decisión suya que no tendí­a puentes hacia la integración de las viejas amistades y fuerzas polí­ticas. Se comentó desde entonces que el doctor Flores no estaba poniendo toda la carne en el asador, que apenas si salí­a a regañadientes a las giras que le programaba el partido y que cuando en éstas no habí­a gran concurrencia, se molestaba.

Guatemala es un paí­s en donde hay dos factores í­ntimamente ligados que tienen que ver con la posibilidad de un candidato. Las encuestas y el dinero son puntales y si en las primeras no se crece, no hay posibilidad de recoger plata de los financistas. Podrí­a decirse que es un cí­rculo vicioso, puesto que también es cierto que sin dinero no se crece en las encuestas porque no se tiene presencia en los medios. Lo cierto del caso es que las arcas de la campaña de Luis Flores estaban vací­as y que su posición en las encuestas nunca llegó a mostrar crecimiento, por lo que desde el último trimestre del año pasado se vení­a comentando que su retirada era cuestión de tiempo y que tarde o temprano vendrí­a la decisión de abandonar una lucha que cada vez se pintaba como más estéril. Es cierto que el doctor Luis Flores puede tener experiencia administrativa pero que no es el tipo de polí­tico carismático capaz de atraer multitudes y ello significa que hace falta más plata aún para que una candidatura así­ cobre verdadero relieve.

Yo creo que Luis Flores hubiera dado contenido a un debate electoral que necesita aterrizar en cuestiones de fondo, aunque pienso que su tono no hubiera sido tan contundente como para marcar el derrotero de ese debate. Y ahora queda otro partido sin candidato, el de Avanzada Nacional, que según todos los indicios anda buscando alguna alianza para no ir solo a la contienda. Se dice que con el Partido Patriota están a punto de cerrar acuerdos y otros estiman que Rubén Darí­o Morales puede tener acercamientos con ílvaro Colom. Lo cierto del caso es que si algún proceso electoral ha sido realmente atí­pico es el que vivimos actualmente y lo demuestra ese ir y venir de candidatos y de partidos que postulan y reculan.

Yo creo que no está dicho todo y que figuras como el doctor Arredondo y otros aspirantes que creen tener caudal pero no tienen partido, buscarán algún arreglo con el PAN. Y si la dirigencia del partido percibe que puede asegurar diputaciones importantes, no serí­a raro que en vez de hacer alianzas postule a alguno de esos personajes que dicen tener dinero pero carecen de partido.

¿Cuántas sorpresas más depara este proceso? En polí­tica siempre hay que pensar en los imponderables, pero para los partidos en Guatemala, como que se vino una verdadera mala racha.