No se puede negar que la experiencia acumulada por el odontólogo Luis Flores como Vicepresidente de la República lo convertía, al menos en el papel, en uno de los candidatos mejor preparados para ocupar la Presidencia. Su postulación como precandidato del PAN fue anunciada como un esfuerzo para reconstruir la vieja fuerza política que bajo el liderazgo de ílvaro Arzú alcanzó el poder y luego se fue desgranando. La idea era que Flores pudiera aprovechar su relación con el mismo Arzú y con Berger para convertirse en una especie de bisagra que hiciera posible el reencuentro de los antiguos compañeros para armar una fuerza electoral difícil de vencer.
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Pero en las primeras apariciones de Luis Flores se hizo evidente que tenía interés en marcar distancia con el gobierno de Berger y también en presentarse como el artífice de todos los éxitos en el gobierno de ílvaro Arzú. En ambos sectores generó resquemores por esa decisión suya que no tendía puentes hacia la integración de las viejas amistades y fuerzas políticas. Se comentó desde entonces que el doctor Flores no estaba poniendo toda la carne en el asador, que apenas si salía a regañadientes a las giras que le programaba el partido y que cuando en éstas no había gran concurrencia, se molestaba.
Guatemala es un país en donde hay dos factores íntimamente ligados que tienen que ver con la posibilidad de un candidato. Las encuestas y el dinero son puntales y si en las primeras no se crece, no hay posibilidad de recoger plata de los financistas. Podría decirse que es un círculo vicioso, puesto que también es cierto que sin dinero no se crece en las encuestas porque no se tiene presencia en los medios. Lo cierto del caso es que las arcas de la campaña de Luis Flores estaban vacías y que su posición en las encuestas nunca llegó a mostrar crecimiento, por lo que desde el último trimestre del año pasado se venía comentando que su retirada era cuestión de tiempo y que tarde o temprano vendría la decisión de abandonar una lucha que cada vez se pintaba como más estéril. Es cierto que el doctor Luis Flores puede tener experiencia administrativa pero que no es el tipo de político carismático capaz de atraer multitudes y ello significa que hace falta más plata aún para que una candidatura así cobre verdadero relieve.
Yo creo que Luis Flores hubiera dado contenido a un debate electoral que necesita aterrizar en cuestiones de fondo, aunque pienso que su tono no hubiera sido tan contundente como para marcar el derrotero de ese debate. Y ahora queda otro partido sin candidato, el de Avanzada Nacional, que según todos los indicios anda buscando alguna alianza para no ir solo a la contienda. Se dice que con el Partido Patriota están a punto de cerrar acuerdos y otros estiman que Rubén Darío Morales puede tener acercamientos con ílvaro Colom. Lo cierto del caso es que si algún proceso electoral ha sido realmente atípico es el que vivimos actualmente y lo demuestra ese ir y venir de candidatos y de partidos que postulan y reculan.
Yo creo que no está dicho todo y que figuras como el doctor Arredondo y otros aspirantes que creen tener caudal pero no tienen partido, buscarán algún arreglo con el PAN. Y si la dirigencia del partido percibe que puede asegurar diputaciones importantes, no sería raro que en vez de hacer alianzas postule a alguno de esos personajes que dicen tener dinero pero carecen de partido.
¿Cuántas sorpresas más depara este proceso? En política siempre hay que pensar en los imponderables, pero para los partidos en Guatemala, como que se vino una verdadera mala racha.