En el fondo termina siendo poco relevante cómo y por qué se fue Juan Luis Florido del Ministerio Público, puesto que lo que cuenta es su salida definitiva que se anunció para mañana jueves. Sin embargo, para entender cómo se maneja el país y la clase de dobleces que hay y la falta de transparencia, es importante señalar que el Presidente de la República dijo ayer en la tarde que por la mañana había recibido la renuncia del Fiscal General, por razones estrictamente personales, y que la aceptó inmediatamente.
El Fiscal se reunió con el Presidente a las 12:30 horas y cuando iba a la reunión, a las 12:25, devolvió una llamada al Director de La Hora y le indicó que no había renunciado. Expresó su profundo malestar por la información enviada a Televisa y publicada en el portal de Internet de esa cadena mexicana, relacionada con la desaparición de todo el expediente de la investigación contra Arturo Soto, hecho que señaló no sólo como falso, sino además como parte de una trama en su contra sobre la base de que el corresponsal que envió la noticia es esposo de una funcionaria de Relaciones Públicas de la Presidencia de la República.
En la comunicación telefónica Florido dijo que el Presidente no le había pedido la renuncia y que no lo había destituido; preguntado sobre si tenía información de la conferencia de prensa convocada, dijo que esperaba que el Presidente le hablara antes de eso, pero se cuidó de ocultar que ya estaba en camino para la reunión con el gobernante.
Si Florido no había renunciado ayer antes de la reunión con el Presidente, habría que averiguar cuándo fue la reunión del mandatario con el jefe de la CICIG, Carlos Castresana y el nuevo Fiscal General, licenciado José Amílcar Velásquez Zárate, misma que fue comunicada por el ingeniero Colom en la conferencia de prensa, actividad en la que el Presidente negó que hubiera sido convocada con el fin de informar sobre la salida de Florido.
Nada de malo tendría la renuncia si la misma hubiera sido transparente y, en efecto, por razones personales pero es evidente que si hay tal tipo de razones fueron generadas por una presión externa porque Florido negó, cinco minutos antes de reunirse con el Presidente, que hubiera renunciado al cargo de Fiscal General.
En alguna ocasión vaticinamos que Florido, quien llegó en circunstancias anormales por decisión de Berger, no terminaría su período y sería removido del cargo para continuar con el precedente que él mismo sentó al aceptar el nombramiento. Los hechos han confirmado que la ruptura de la institucionalidad tiene y tendrá su cola.