La religión se catapultó al centro de la campaña electoral brasileña, cuando católicos y evangélicos forzaron a los dos candidatos a la Presidencia a declararse contra el aborto y el casamiento homosexual para asegurarse sus votos cruciales en el balotaje del domingo.
En este país de 190 millones de habitantes en el que 140 millones, 74% de la población se declaran católicos, el número más alto del mundo, los obispos recomiendan votar a candidatos «comprometidos con el respeto incondicional a la vida».
Y poco antes de la primera vuelta el 3 de octubre tres obispos difundieron un manifiesto contra la oficialista Dilma Rousseff, la protegida del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, presentándola como la «candidata de la muerte» y a favor de la despenalización del aborto.
La interrupción del embarazo en Brasil es autorizada sólo en dos casos: cuando existe peligro de vida para la madre o si la gravidez es producto de un abuso sexual.
«Quedé muy sorprendido por la reaparición del aborto en la campaña. Introdujeron (la oposición) un virus oportunista para desviar el debate de los programas», señaló Frei Betto, un monje domínico ligado a la Teología de la Liberación.
Brasil se convirtió en la octava economía mundial el año pasado, pero todavía es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo. Aún persiste la concentración de riqueza en pocas manos, diez millones de familias no tienen vivienda y 14 millones de personas son analfabetos.
Pero la campaña por la segunda vuelta entre Rousseff y el socialdemócrata José Serra se polarizó en base a rumores que alimentaron temas emocionales como la importancia de Dios.
«Brasil avanzó bastante en el plan de la laicidad pero este sector (conservador) de la Iglesia (Católica) reveló un lado integrista que podría reforzarse», estimó el religioso.
Rousseff fue atacada por su postura pasada sobre el aborto y perdió votos frente a la evangelista Marina Silva, del Partido Verde y que conquistó un valioso tercer lugar en la primera vuelta.
La candidata oficialista dijo no haber tomado en cuenta el «despertar de las fuerzas conservadoras». «El tema de los valores religiosos fue mi punto más débil», destacó tras la primera votación.
Hace algunos días, se comprometió a no aprobar ningún proyecto de ley que despenalice el aborto o permita la unión de parejas homosexuales. El mensaje en forma de carta abierta, sería difundido por líderes religiosos evangélicos en sus templos.
Favorecido por el balotaje, Serra, que en 1998 cuando era ministro de Salud en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) introdujo la pastilla del «día después» en Brasil, clamó estar «a favor de la vida», incluso llegando al punto de pronunciar frases como «sólo Jesús es Verdad».
«Los dos candidatos dieron marcha atrás en el tema (del aborto) para no alimentar la polémica y se posicionaron como siendo muy religiosos», destacó Frei Betto.
El religioso se declaró «a favor de la legalización de la interrupción del embarazo» ya que actualmente, cada día muere una mujer en Brasil a causa de un aborto clandestino.
Sin embargo, destaca que las soluciones deben llegar de las políticas sociales: «Lula sacó a 18 millones de mujeres de la miseria. Las políticas sociales son la mejor herramienta de reducción del aborto».
El sociólogo Helio Jaguaribe, cercano a la oposición socialdemócrata, declaró a la AFP estar «absolutamente contra la entrada de la religión en el debate público».
«Hay personas que conservan un cierto rigor, por no decir fanatismo, que expresaron sus ideas sobre el aborto o el casamiento homosexual, lo que es un artificio político deplorable», consideró.