Siempre hemos creído que Guatemala necesita una profunda reforma educativa y que la misma tiene que pasar por la capacitación del Magisterio, aunque entendemos que no es ese el único punto de la reforma. Sin embargo, creemos que como en todo proceso de cambio, es indispensable que se consulte a la sociedad y que se implementen acciones que sean debidamente analizadas y discutidas por los sectores interesados y conocedores de la materia.
En el caso presente, con el cambio de pénsum de los estudios para el Magisterio, es evidente que ha faltado la socialización del tema y que los estudiantes, inconformes por el cambio que les afecta, pueden ser fácilmente instrumentalizados por sectores que ven en este conflicto la oportunidad de medir al gobierno en cuanto a su nivel de tolerancia. Precisamente porque es aparente que pueda haber alguna manipulación del asunto es que se requiere más habilidad, más talento, más cintura política de parte de las autoridades, para evidenciar que no es que falte voluntad de diálogo.
En sucesivos encuentros hemos visto que la Ministra de Educación, sin duda presionada al límite por los estudiantes, trata de evadir el debate y postergarlo o delegarlo a los viceministros. La sensación que queda es que en alguna medida ella no ha querido dialogar, aunque es obvio que por el lado estudiantil tampoco hay el menor interés de abordar la temática de fondo y encuentran terreno fértil para su empecinamiento en la actitud de las autoridades.
Temiendo, como dice el Ministro de Gobernación, que haya intromisión política en el manejo del tema, es mucho más urgente y necesaria la habilidad para demostrar que no es el Ministerio de Educación el que está cerrado al diálogo. Se debió convocar a mediadores más independientes que puedan dar fe de lo que ocurre en el seno de las reuniones que se van realizando y así dejar constancia de cuáles son los obstáculos que se presentan, bien o mal intencionados.
Es penoso que un mal manejo del tema, a lo que se suma la intromisión de sectores que puedan querer utilizar el momento para llevar agua a su molino, pueda dar al traste con el debate sobre la necesaria reforma educativa. Ese tema no puede quedar sujeto a caprichos de ninguna naturaleza y tampoco puede pensarse que únicamente maestros y estudiantes tienen la palabra, porque es la sociedad la que durante años ha estudiado el tema y puede aportar ideas importantes para mejorar nuestra capacidad para formar a la juventud. No perdamos la perspectiva y recordemos que el tema de fondo es la reforma educativa.
Minutero:
No por mucho madrugar
amanece más temprano;
se les puede ir la mano
insistiendo en empujar