La reforma de los medios


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Con el retorno del PRI al poder, pareciera que hay un paso atrás. La dictadura perfecta, que usurpó el poder en México por décadas, se presentó con una cara renovada. Sin embargo, en sus palabras de “victoria”, Enrique Peña Nieto demostró que ya adoptó las mismas mañas discursivas del pasado, es decir, un discurso lleno de promesas, sin argumentos sólidos, con voz engolada, ceremoniosa, políticamente correcta y con los brazos abiertos apuntando al público, como si se tratase de un robot.

Mario Cordero Ávila
mcordero@lahora.com.gt


A lo largo de su campaña, Peña Nieto tuvo algunos resbalones, como el de confundir libros y autores frente a un público lector especializado en la Feria de Guadalajara. También ignorar el precio de las tortillas y justificar su desconocimiento al asegurar que él no era ama de casa. Y, por supuesto, los erráticos comentarios de una de sus hijas, arremetiendo contra la “plebe” que criticaba a su padre.

Pese a ello, ganó. Para ser sinceros, fue una clásica elección a la mexicana, en la cual ya se sabía desde un año atrás quien ganaría. Los comicios hubieran sido “de bostezo” (como dicen los mexicanos”, si no hubiera sido por la intervención de los jóvenes y el movimiento #YoSoy132.

Si bien es cierto que el PRI vuelve al poder, ahora las condiciones son diferentes. Durante el período de gobierno del PAN, se implementaron algunos mecanismos para ofrecer transparencia, a los cuales deberá atenerse Peña Nieto. Pero el cambio fundamental en la política mexicana es que el nuevo Presidente se enfrentará a una ciudadanía más despierta, sobre todo los jóvenes.

Será difícil que vuelvan a implementar los mecanismos para rearmar la dictadura perfecta, sobre todo porque debe entrar con la certeza de que dos terceras partes del electorado no votaron por él. Y aunque tenga un Legislativo bastante favorable, la oposición vendrá de una ciudadanía joven que está intentando tener mayor injerencia.

El Movimiento #YoSoy132 surgió como reacción a la manipulación mediática, especialmente para favorecer a la figura de Peña Nieto, en detrimento de Andrés Manuel López Obrador y, en menor grado, de Josefina Vásquez Mota. Sin embargo, debería considerarse erróneo que este movimiento estaba en contra de Peña Nieto y a favor de López Obrador. Creo que ahora lo quieren ver así para señalar que, con el triunfo del PRI, #YoSoy132 sufrió una derrota en las urnas y que ahora deberán esperar seis años para volverse a pronunciar.

En realidad, el movimiento surge como reacción contra el duopolio mediático en México, y entre sus principales demandas estaba que los medios de comunicación tuvieran apertura para la expresión y que informaran con veracidad.

Es decir, que la juventud ya tiene puesta la vista crítica sobre los medios. Tan alta es su desconfianza, que reclamaron el derecho de que ahora ellos serían quienes informan, utilizando las plataformas de las redes sociales, especialmente Twitter (el cual provocó el origen del movimiento), YouTube y, en menor grado, Facebook. Este será el panorama real del gobierno de Peña Nieto, porque aunque el PRI controle el Ejecutivo y el Legislativo, la verdadera oposición la tendrá en la ciudadanía.

Los medios de comunicación son los que deberían llevar pan para su matate con el Movimiento #YoSoy132, porque es evidente la creciente tendencia de la población con ser más críticos con la prensa (televisada, escrita y radial). Por tal razón, debería haber un cambio en cuanto a políticas de apertura y objetividad, para evitar la desconfianza de la población.

Pero no estoy hablando, ahora, de México, sino más bien de Guatemala, en donde también sufrimos de un monopolio televisado, y el “Ángel” de los canales es quien prácticamente decide quién será el próximo presidente y los diputados (es decir, que usted está equivocado si piensa que fue su voto quien llevó al poder a los funcionarios). Pero no solo en la prensa televisada, sino que algunos medios escritos y radiales también les da por la manipulación. Y como efecto inverso, más que “babosearse” a la población, lo que produce es una desconfianza de la ciudadanía hacia los medios.

Por supuesto que nos falta demasiado para tener el desarrollo social de México; no tenemos siquiera los mismos niveles de escolaridad, lo cual facilita que en Guatemala nos sigan dando atol con el dedo. Pero no por ello los políticos y mercaderes de la información deben estar tranquilos, porque también en nuestro país hay mucho descontento por las desinformaciones mediáticas y por las informaciones perniciosas de las noticias.

Y ya que en las últimas semanas se habla tanto de la cacareada Reforma Constitucional, creo justo resaltar que antes de eso se deben enfocar dos reformas básicas: la Partidista-Electoral y la de Medios de Comunicación, que como ya sabemos van íntimamente de la mano.