Pancho Villa y Emiliano Zapata son personajes que las neblinas de la leyenda han atrapado sustrayéndolos de la historia. El imaginario colectivo los recuerda como dos líderes carismáticos, populares, aventureros, bravucones, «muy machos» cruzados por las folclóricas cananas; pero esas visiones los desconectan de su contexto histórico, el que han reservado para historiadores y analistas. El escenario en que ambos destacaron fue la famosa Revolución Mexicana, de 1910 a 1916. Dicha Revolución fue producto de una serie de factores de índole diversa que asfixiaban el ambiente.
La pólvora estaba regada por todas partes pero hacía falta una chispa que incendiara y ésta fue la proclama de la no reelección. Puede decirse, figuradamente, que sin la excusa de la no reelección no hubiera habido revolución. En ese sentido no hay duda que el protagonista principal fue don Porfirio Díaz quien implementó toda una era histórica, la del «Porfiriato», pues fue «electo» por siete periodos consecutivos habiendo ejercido el poder por mas de 30 años; (poco antes estuvo en el poder el general López de Santa Anna -el mismo que perdió Tejas y aseguró Chiapas- quien estuvo en el poder también en siete ocasiones por un total de 22 años.) En esos confusos momentos se erigió la gigantesca figura de Francisco I. Madero que, en el Plan de San Luis Potosí proclamó «Se declara ley Superior de la República el principio de la no reelección del presidente, vicepresidente, así como también de gobernadores de los estados y presidentes municipales».
El grito de batalla, aclamado a los cuatro vientos, de los primeros revolucionarios fue: «Â¡sufragio efectivo y no reelección!». Desde entonces ese principio ha sido casi consubstancial del Estado mexicano, forma parte de esa nacionalidad tanto como la devoción guadalupana, el canto de los mariachis o la afición al mero tequila de Jalisco o al mezcal de Oaxaca; es un tema reservado que nadie se atreve a colocar sobre la mesa. Tan extendido está el concepto que aplica también para los legisladores quienes no pueden reelegirse consecutivamente (que sólo se da en México y en Costa Rica).
Esta norma no era novedosa pues ya estaba incluida en la Constitución de Cádiz, en el artículo 110 «Los diputados no podrán volver a ser elegidos sino mediando otra diputación». Aquí se presentan dos escenarios: a) la no reelección absoluta y b) la reelección a distancia. En el primer caso el haber ejercido un cargo inhabilitaba para siempre volverlo a ejercer; en el segundo caso debía transcurrir uno o dos periodos para volver a optar. En el segundo, debía transcurrir un período completo para volver a optar al puesto. Las causas para las limitaciones son tan evidentes que sería prolijo mencionarlos. En todo caso la no reelección se considera un resguardo de la democracia. Los anales de nuestra historia están repletos de recuentos de presidentes «popular y democráticamente» electos por varios periodos consecutivos: Rafael Carrera, Justo Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera, Jorge Ubico. Los últimos tres, que en total sumaron 50 años (¡50 años!), se cuidaron de «respetar» la constitución de 1877, la afamada Constitución liberal, que por lo mismo es la que mayor vigencia ha tenido en nuestra historia -de 1877 a 1944-.
Cada propuesta tiene sus ventajas y desventajas; la reelección premia una buena gestión pero permite el abuso electorero del poder. La no reelección no garantiza que no vaya a haber corrupción ni que se forme una costra política que usufructúe el poder. La «reelección a distancia» tiene a favor que reconocería los méritos de una buena gestión anterior sin el riesgo del abuso inmediato.
El tema se ha disparado en muchos países de América Latina donde no está tan arraigado el principio -como en México-. Debe siempre respetarse rigurosamente el texto y espíritu de la Constitución que esté entonces vigente y, en caso de estudio debe hacerse también a la distancia esto es, que no aplique para ese momento sino para futuros escenarios, debiéndose observar el principio de que los intereses de la República son superiores a los de cualquier gobernante o grupo.