La recompensa que llega


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El Partido Patriota, el vencedor de las elecciones, ha empezado a compensar, retribuir u obsequiar a quienes de manera visionaria decidieron apoyar el proyecto electoral desde sus orí­genes hasta la etapa final.  Definitivamente no todos recibirán por igual, a causa de la maldita injusticia humana, ni todos recibirán siquiera su parte, por aquello que el pastel no alcance para todos. Pero la feria está que empieza.

Eduardo Blandón

 


            Pienso, por ejemplo, en el ex Pastor Harold Caballeros, a quien se le ha designado tempraneramente como Canciller de la República.  No se puede negar que su movimiento de cálculo polí­tico (olfato le dicen), lo llevó a apoyar a Otto Pérez Molina en la segunda vuelta, con la condición de obtener un puesto importante en el futuro gobierno.  ¿Inteligencia polí­tica? ¿Viveza criolla? ¿Tranzas? Llámele como quiera, pero los frutos para este sembrador, están a la vista.
 
            Lo mismo puede decirse de la designación del frustrado candidato a la Alcaldí­a de la Ciudad de Guatemala, Alejandro Sinibaldi, quien ha sido nombrado para regir el Ministerio de Comunicaciones Infraestructura y Vivienda (CIV).  Ahora recibe su premio por el empeño publicitario que le valió posesionar la marca PP en el corazón de los votantes, principalmente el capitalino.
 
            Pedirle al próximo gobierno que busque burócratas calificados y que no se deje llevar por razones polí­ticas, es ficción propia de artistas soñadores.  Es imposible.  Pero, quizá sí­ es factible, solicitarle a Pérez Molina que sea exigente en materia de resultados.  Que no tenga consideraciones por tecnócratas que no den la talla y que sea intransigente con las triquiñuelas y la corrupción.
 
            Esto lo digo porque si hay alguien que se merece una recompensa en todo este proceso electoral es la gente.  Especialmente, si vamos a ser justos, los capitalinos.  í‰stos deberí­an ser tratados como prí­ncipes.  Fueron ellos, sobre todo la clase media, quienes contribuyeron a que ahora todos canten victoria felices y se burlen de los perdedores.  De modo que, pedir “mano dura” para los empleados ineficientes es sólo una conclusión lógica de sus premisas. 
 
            Evidentemente el proyecto será duro de realizar porque el partido del puño constituyó una oposición irracional e intransigente.  Ahora tendrán que pagar por la prepotencia y la violencia con que hirieron a sus adversarios.  No es fácil tenderles la mano y darles el ósculo de la paz.  De nada le valdrá al ex Pastor poner cara de penitente ni a Sinibaldi sacar la billetera, el diálogo será complicado y siempre difí­cil.
 
            Con todo, el partido conservador que pronto tomará el poder viene animoso.  Esto ofrece esperanzas.  Ojalá no se olviden de los más desvalidos y lleven a la práctica las fórmulas seguras que ellos dicen llevar en sus carteras.