La reactividad humanitaria en debate


Unos damnificados por el terremoto de Haití­ aún intentan subsistir en los campamentos de refugio. FOTO LA HORA: AFP THONY BELIZAIRE

La posibilidad de que bomberos de la ONU o de la UE sean desplegados en próximas catástrofes naturales es una de las pistas avanzadas desde que se produjo el terremoto de Haití­, que acarreó una toma de conciencia sobre la necesidad de coordinar mejor la ayuda internacional.


Después del sismo que devastó Haití­ el 12 de enero, la movilización fue rápida y la ayuda fue enviada masivamente.

Sin embargo la población esperó semanas, en medio del caos, antes de recibirla.

«Los problemas de coordinación fueron terribles», repite el primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive.

La ONU, la Unión Europea, las ONG y los diplomáticos reconocen que hubo un «déficit de planificación», según las palabras empleadas por el embajador de Francia en Haití­, Didier Le Bret.

Desde entonces, se reflexiona sobre pistas para evitar que se reproduzca una situación similar de desbordamiento y parálisis.

«Haití­ produjo una crisis de conciencia (…) sobre la necesidad de coordinar las acciones de todas las organizaciones», resume en Parí­s una fuente diplomática.

Algunos consideran que, para ello, es necesario crear un cuerpo internacional de bomberos.

En la conferencia de donadores de fondos a la ONU, el presidente haitiano René Préval abogó el miércoles pasado en favor de la creación de «cascos rojos», fuerza internacional humanitaria de coordinación y de reacción rápida, colocada bajo la autoridad de la ONU.

La idea es crear una fuerza especí­ficamente dedicada a la ayuda en caso de catástrofes naturales y capaz de reaccionar en unas horas.

«Con la legitimidad dada por una resolución de la ONU», explica a la AFP la ex ministra francesa Nicole Guedj, promotora de un proyecto que presentó al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Por su parte, la UE desea reactivar la idea de una fuerza de intervención que se enmarcarí­a en «una estructura centralizada para una reacción rápida de la UE, en plena coordinación con los Estados», según anunció a fines de enero la portavoz del presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso.

El proyecto de «fuerza europea de protección civil» ha sido avanzado varias veces sin resultados, a raí­z de la reticencia de ciertos paí­ses.

La Oficina de coordinación de asuntos humanitarios de la ONU (OCHA) estima que se tienen las herramientas y el peritaje necesario para intervenir en caso de catástrofe, pero se necesita «una movilización más importante de recursos -hombres, medios y dinero-, lo que depende de los Estados», según la portavoz del organismo en Ginebra, Elisabeth Byrs.

El presidente de la Fundación Médicos Sin Fronteras, Jean-Hervé Bradol, estima, por su parte, que el problema de fondo reside en la «inadecuación estructural del sistema de ayuda actual, dominado por la experiencia de guerra», al que le cuesta responder a las situaciones de catástrofe natural.

Para MSF, como para Médicos del Mundo, la clave está en el refuerzo de las instituciones de los paí­ses a riesgo.

La experiencia demuestra que la ayuda es rápida en los paí­ses que tienen sistemas de protección civil adecuados y una sociedad estructurada, argumentan.

«Si la estructura nacional es muy frágil, el bombero venido del exterior no servirá para nada», «lo que hay que reforzar son las capacidades de socorro nacionales. El problema es quién va a pagar», afirma Bradol.