La raí­z de nuestros males I de II


Sí­, lo que en Guatemala hace falta, es voluntad de vivir en forma pací­fica, respetando las leyes, dejando a un lado la corrupción, el chantaje, la farsa, la mentira, el aprovechamiento ilí­cito, la envidia que carcome el alma, la frustración de no ser descendiente de europeos para tener aunque sea un rescoldo de poder para ejercer dominio, la coacción, la mordida, el cohecho activo y pasivo, el saltarse las trancas y otro sinfí­n de conductas que hacen que estemos como estamos.

Fernando Mollinedo
fermo@intelnet.net.gt

La debilidad emocional e ignorancia en la formación de los hijos, el acuchuchamiento, la tolerancia enfermiza, la permisividad por miedo a perder el «amor» de los hijos, el sometimiento abyecto a los caprichos de quienes creen ser merecedores de todo; eso es en parte, lo que ha formado los estereotipos de conductas abusivas en niños, adolescentes y jóvenes que creen conocer el mundo con sus pocos años.

El afán de esconder un pasado moralmente ilegal e inmoral a la vista de los familiares y de la religión (cualquier que ésta sea) , o un presente de traición, también la indolencia del pasado, o bien, el sentimiento de «culpa» por haber abandonado a los hijos y habérselos endosado a la abuela para que los criara, porque las progenitoras se fueron a vivir ayuntadas con su amante, induce a los adultos a chantajear a los jóvenes proporcionándoles cantidades de dinero y permisibilidad para hacer lo que se les da la gana, a cambio de no recibir los señalamientos o reproches correspondientes.

Los jóvenes manifiestan su inconformidad y desprecio hacia sus madres y/o padres en diferentes formas de conducta. La más común es la rebeldí­a para no seguir instrucciones, alterar los procedimientos y sobre todo, retar a los adultos para lograr enfrentamientos verbales y aprovechar la ocasión para desfogar sus frustraciones.

La falta de voluntad, de coraje y determinación, manifestada por los adultos, para hablar y conducirse con la verdad abonó de forma negativa la realidad de los niños, adolescentes y jóvenes que poco a poco fueron descubriendo la realidad real de sus progenitores, de sus hogares desintegrados y del reconocimiento social a esas circunstancias: lo que avivó sus resentimientos y rencores, que son guardados en su alma para serles escupidos en la ocasión propicia a los responsables.

Por ello, como un castigo a la sociedad y a los responsables de su realidad, muchas personas se conducen en la vida, dejando huella negativa de su recuerdo por medio de estafas, robos, mentira, sarcasmo, prostitución solapada, abandono de hijos y muchas otras conductas oscuras. En el próximo artí­culo veremos los resultados de cuando esa conducta se presenta en las esferas del Estado.