Consultado el vocero de la empresa British American Tobacco sobre la idea del Vicepresidente de aumentar los impuestos a ese producto, dijo que ellos ya «generan un importante ingreso al fisco que por cierto no saben cómo se ejecuta», repitiendo en forma velada el eterno argumento de los guatemaltecos para no pagar impuestos. No es secreto que aquí cuando se habla de aumentar los ingresos fiscales, siempre se reacciona haciendo referencia a la corrupción que ha existido en el sector público y que se convierte en el mejor argumento para torpedear cualquier idea de implementar alguna reforma en el sistema tributario.
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Si todos los ciudadanos adoptamos la actitud de que queremos saber cómo se ejecuta el dinero que aportamos al fisco, sin duda alguna que nadie pagaría ni un centavo de impuestos porque no hay forma de detallarle al contribuyente el destino de sus aportaciones. Y por supuesto que la sociedad guatemalteca en su conjunto tiene que ser mucho más exigente para fiscalizar el buen manejo de los fondos públicos, pero esa cantaleta de que no pagamos impuestos porque se los roban (o como dijo el vocero de la empresa multinacional, no saben cómo se ejecutan) es una patraña. Talvez por eso, y porque terminan siendo cómplices en muchos negocios, es que grandes intereses no se preocupan realmente por ejercer presión a favor del uso transparente de los fondos públicos, puesto que entonces no habría argumento para torpedear cualquier iniciativa en materia de reforma fiscal.
Yo insisto en que el primer paso que se tiene que dar en Guatemala está en la restricción severa para fumar en espacios públicos porque está demostrado que los llamados fumadores pasivos o de segunda mano sufren las consecuencias funestas del tabaco. Creo que es indispensable cualquier esfuerzo que se haga en la sociedad por restringir el uso de un producto que es nocivo para la salud y que causa estragos a las personas y obliga al Estado a erogar fuertes cantidades para atender las necesidades médicas de las personas que se enferman por efectos del tabaco. Y como aquí no podemos esperar que exista la compensación que en otros lugares del mundo se decide en los tribunales para obligar a la industria del tabaco a pagar millonarias indemnizaciones a la comunidad por el perjuicio colectivo causado, pues lo menos que puede y debe esperarse es que por la vía de los impuestos se busque ese elemental resarcimiento de los daños.
No quiere decir que el tema de la corrupción no esté relacionado con la cuestión fiscal, porque como contribuyentes sabemos que es nuestro dinero el que se derrocha en manejos turbios como los que se hacen por la vía de los fideicomisos o trasladando el dinero a entidades internacionales con la intención fundamental de ocultar la forma en que se gastan los recursos de los guatemaltecos. Pero si bien debemos exigir transparencia por todos los medios y no conformarnos cuando nos dicen que hay que confiar en entidades extranjeras o pensar que los empresarios son menos trinqueteros que los shumos, el argumento de que no sabemos cómo se ejecuta el producto de nuestros tributos no sirve para justificar la oposición a pagar impuestos. Y una industria que maliciosamente añade a su producto ingredientes que lo hacen más adictivo para matar a más gentes, no tiene autoridad moral para cuestionar ni rosca.