La punta del iceberg


La publicación sobre el trabajo de investigación realizado por el médico español Alfredo Embid Fonfrí­a, sobre experimentos que implicaron la esterilización sin consentimiento de mujeres guatemaltecas que acudí­an a hospitales públicos en la década de los años setenta es apenas la punta del iceberg, puesto que en esos años se realizaron no sólo experimentos sino campañas intensivas en las que se pagó a médicos nacionales para que en el interior realizaran esterilizaciones masivas, sobre todo de mujeres que ya tení­an hijos y a las que, sin decirles nada, se les dejaba estériles como un instrumento de control de la natalidad.


El informe del doctor Embid Fonfrí­a destaca que entidades como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con la participación del Population Council, realizaron esos experimentos, pero existen evidencias de que en esos mismos años se utilizó a alguna importante ONG que trabajaba temas de población, para impulsar campañas abiertas en las que a médicos se les pagaba por cada mujer recién parida que era esterilizada cuando daba a luz, asegurando así­ una drástica reducción de nacimientos.

El tema de la explosión demográfica ha sido preocupación de muchas de las llamadas naciones ricas y desarrolladas que veí­an un peligro para la humanidad en la falta de control propia de los paí­ses más pobres. Y se dispuso, con la coordinación de órganos internacionales de financiamiento y otros especializados en los temas de población, impulsar campañas para que la «gente ignorante» que no estaba dispuesta a realizar por su propia decisión programas de planificación familiar, fuera tratada sin su consentimiento para evitar más nacimientos.

La prensa en aquellos años ofrece numerosas publicaciones en las que se hace ver la existencia de programas de esterilización masiva de mujeres y se trata de acciones diferentes a la de pura experimentación que reflejan los estudios del doctor Embid contenidos en su trabajo «Del Control de la Natalidad al Genocidio». Se recordará que en los años de referencia las autoridades del Ministerio de Salud Pública aceptaron las presiones que ejercí­an sobre ellos los organismos internacionales y dieron luz verde para que entidades no gubernamentales pudieran realizar intensas campañas y que fueran éstas las que sufragaran el pago que se hizo a médicos en el interior del paí­s para que hicieran los procedimientos necesarios para asegurar que las mujeres que salí­an de sus consultas ya no tendrí­an más hijos.

Si se realiza una investigación seria sobre lo que publicó el doctor español Alfredo Embid, se terminará descubriendo la trama de operaciones de verdadero genocidio patrocinadas por paí­ses desarrollados, órganos multinacionales y entidades financieras que canalizaron mucho dinero para el pago de esas campañas.