La propaganda versus la realidad


Creo que el refrán favorito de mi abuelo era aquel que todaví­a sigue siendo famoso por su veracidad. «En Guatemala se han visto muertos acarrear basura». A cada rato debo repetirlo, especialmente cuando veo al actual gobierno utilizando mala propaganda al decir con descaro y cinismo, entre tantas cosas más, estar combatiendo la corrupción gubernativa, organizando un evento internacional en Guatemala sobre el mismo tema, mientras mantiene viento en popa su mejor fuente corruptiva: los fideicomisos.

Francisco Cáceres Barrios

Y es que nuestros funcionarios no quitan maña. Por ejemplo, ¿cuánta plata se gastó el gobierno de Berger en publicitar la hechura del Hospital de Poptún? ¿El que a tres meses de haberlo inaugurado y no estar en funcionamiento, no es haber tirado el dinero por un desagí¼e? Llora sangre entonces apreciar cómo se derrochan los fondos públicos con afanes puramente politiqueros, como el pretender ganar las elecciones o de exaltar en exceso el protagonismo presidencial, al colmo, que los contratados tractores no empezaron a botar las viviendas de los reos privilegiados de Pavón, sino hasta cuando el presidente Berger podí­a estar frente a las cámaras para dar el banderazo.

No cabe duda entonces que tantos empleados y funcionarios públicos no se les ha quitado lo servil, lo que nos viene afectando desde los tiempos de don Jorge, don Jacobo o don Miguel, repitiéndose hasta el cansancio el engaño y embuste de inaugurar un servicio hospitalario que solo era cascarón, sin camas, mucho menos la maquinaria, equipo médico e instrumental necesario para atender como merece la población del lugar.

¿En qué cabeza cupo emplear este método tan absurdo que permite al poco tiempo dejar al descubierto que todo no fue más que una farsa e instrumento propagandí­stico, a pesar que se habí­a gastado en construir el hospital 45 millones de quetzales y que desde hace más de 20 años que la población vení­a clamando por el mismo? La propaganda ha sido considerada como una arma de guerra, aunque el mismo Goebbels nunca empleó el término «guerra psicológica» ni el de «guerra polí­tica», en la práctica se ha empleado para socavar la moral del enemigo, puesto que afecta las polí­ticas y acciones de los contrarios. Pero ¿alguien cree que mucha, si no de la mayorí­a de la propaganda empleada por Berger, lo único que ha servido es para terminar de hundir sus aspiraciones partidarias de renovar la victoria del 2003?

A partir de los tiempos de Goebbels, a pesar de que a él se le atribuye haber dicho: mentir, mentir y mentir hasta que se crea que se dice la verdad, él pensaba que esta debí­a ser utilizada con la mayor frecuencia posible, pues de lo contrario expresó: -el enemigo o los propios hechos, podí­an demostrar la falsedad, en cuyo caso, la propia credibilidad sufrí­a detrimento.