Egipto vive horas críticas y violentas en lo que vale la pena analizar como el corolario de las acciones espontáneas surgidas en muchos países árabes contra gobiernos dictatoriales y que se llegó a conocer mundialmente como la Primavera Árabe, cuyo surgimiento se atribuye a las llamadas redes sociales. El caso es que fueron movimientos que se pusieron la finalidad de derrocar a los gobiernos tiránicos, contaron con apoyos internacionales significativos, pero carecieron de liderazgo propio y de planes de acción para construir la democracia, lo que colocó el poder en manos de los viejos actores que habían actuado tras bastidores durante esas mismas dictaduras.
Egipto es el caso más patético, puesto que derrocado Mubarak, se entregó el poder a la cúpula militar que había sido poder tras el trono bajo la vieja dictadura. Consolidados los militares en su posición, se convirtieron en árbitros del proceso y por ello tras el fracaso sectario del gobierno islamista de Morsi, simplemente recuperaron el poder y ahora lo están defendiendo a sangre y fuego, con una impresionante cauda de muertos.
El entusiasmo provocado por la Primavera Árabe alrededor del mundo se ha desvanecido entre los regueros de sangre que ha dejado la represión militar en Egipto donde los que presumiendo de demócratas apoyaron el Golpe de Estado a Morsi, empiezan a marcar distancias con los feroces gobernantes de hoy. Y es que los errores y excesos del gobierno de Morsi debieron ser resueltos por la vía constitucional y no mediante un cuartelazo como el que ocurrió y que simplemente devolvió todo el poder a los mandos militares del país.
Egipto tiene cuadros políticos y dirigentes con prestigio que en vez de jugar un papel de apego a la constitucionalidad, decidieron apoyar el cuartelazo de los militares y esos son los mayores responsables de lo que ahora está pasando, aún y cuando principian a marcar distancia con las masacres y barbaridades de los mandos militares en la represión brutal del pueblo.
El ingrediente de la división religiosa es importante en Egipto, como en otros países lo puede ser el tema económico o el racial, pero en este momento es fundamental que se valore la importancia del rescate de la democracia para acabar con la tiranía de los militares que, desde antes de Mubarak, han estado atrás de los gobernantes de ese país.
Es tan fácil secuestrar la democracia, sobre todo cuando ésta es tan frágil como la que se construye en algunos países donde en su nombre se cometen corrupciones y barbaridades. Rescatarla de esas condiciones precarias es un imperativo de los pueblos.
Minutero:
El sueño de democracia
se esfuma en la represión
pues la gente, por desgracia,
nunca aprende la lección