La Presidencia del Congreso


Editorial_LH

El señor Pedro Muadi anunció que ha tomado la decisión de no buscar la reelección como Presidente del Congreso, lo que abre el espacio para la discusión entre los representantes y entre los distintos partidos políticos, respecto a la futura Junta Directiva que tiene el reto de sacar del estancamiento al Organismo Legislativo y de emprender la tarea virtualmente imposible de reducir los niveles de desprestigio que pesan sobre ese poder del Estado.


Muadi fue un presidente con buenas intenciones y se le reconoce que hizo lo que pudo, que no fue realmente mucho porque las circunstancias se interpusieron y hacía falta mucho más colmillo político, talento y habilidad para producir resultados que demostraran a la población que había empeño por articular acuerdos con las distintas fuerzas políticas fuera de las componendas que al final de cuentas fueron lo único que produjo resultados en el período legislativo que le tocó dirigir.

Mientras Muadi se ufanaba de que la aprobación del acuerdo comercial con Europa era suficiente para declarar salvado el año, sus colegas estaban afanados en componendas más significativas como la Ley de Telecomunicaciones y la aprobación de los préstamos que pueden significar réditos adicionales para cada uno de los que emiten su voto a favor. Su despedida la hace con la amenaza de que denunciará penalmente a quienes han dicho que ha corrido dinero en la compra de votos, olvidando que para los diputados que han hecho tal señalamiento se aplica la norma constitucional de la irresponsabilidad por sus opiniones, a lo que se agrega la garantía constitucional que afirma que no constituye delito el señalamiento que se haga contra funcionarios y empleados públicos, como los diputados.

El PP tiene ahora la disyuntiva de proponer a un propio para que presida el Congreso o dejar esa pacaya a la oposición. En todo caso, lo que los diputados tienen que buscar es un Presidente que tenga capacidad de diálogo y experiencia política para lidiar con un conglomerado como el que conforma nuestro Organismo Legislativo. Las buenas intenciones salen sobrando cuando no hay talento o experiencia. Dejar nuevamente el trabajo a alguien anodino, simplemente para quedar bien con algún sector, es un error muy grave como se podrá ir midiendo cuando se evalúe al final de cuentas lo ocurrido en este período en el que se incrementó el deterioro de la imagen del Congreso, institución que es mal calificada en cualquier sondeo de opinión que se haga porque es generalizada la percepción de que prevalecen intereses personales y se abandonan los intereses nacionales.

Rescatar la imagen del Congreso es muy difícil, pero de ello depende al final de cuentas el futuro del modelo democrático, lo que explica la seriedad del tema.

Minutero:
Si la CICIG investiga
el tema del contrabando
con firmeza y sin fatiga
tiene que ir avanzando