La polí­tica laboral de Colom


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Si se analiza y evalúa la polí­tica laboral que materializó el gobierno que ha presidido ílvaro Colom y que este mes concluye, comprobaremos que durante los cuatro años de gobierno, igual que aconteció en otros varios aspectos económicos y sociales, la administración saliente no tuvo consistencia, lo que indudablemente perjudicó a todos los asalariados del paí­s.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

 


Los reajustes que hiciera al salario mí­nimo, si se comparan con los aumentos de la canasta básica durante los cuatro años de gestión, hacen deficitarios los números en contra de los trabajadores.

La suma de la inflación es superior a lo que fueron los aumentos sumados de salarios mí­nimos; y más grave aún, en lugar de unificar y estandarizar a nivel nacional un solo salario mí­nimo, creó la distorsión entre el salario mí­nimo urbano y el salario mí­nimo en las actividades de maquila, ¿Será porque él fue en reiteradas oportunidades un maquilador o será porque pretendió quedar bien con Agexpront y con sus antiguos coempresarios en la maquila? Lo que sí­ hizo fue beneficiar a los maquiladores en detrimento de los trabajadores, beneficio que favoreció a numerosos coreanos y patronos extranjeros por cuanto la mayorí­a de la maquila no es propiedad de empresarios o inversionistas guatemaltecos.
A pesar de que tuvo la oportunidad durante cuatro años de proponer al Organismo Legislativo una actualización de la bonificación salarial, que desde el gobierno del FRG no se ha actualizado, no tuvo el acierto de hacerlo y los pocos diputados que lo insinuaron se quedaron también en palabras, evidenciándose con todo ello que Guatemala sigue siendo un paí­s donde el reconocimiento social está sumamente retrasado y por consiguiente la diferencia de polí­tica laboral entre í“scar Berger y ílvaro Colom no existió.

Esperemos que las autoridades entrantes, en cumplimiento a sus ofertas de campaña, reajusten los salarios, la bonificación salarial año con año y con ello hagan copartí­cipes a los trabajadores de la rentabilidad que la gran mayorí­a de empresas tiene porque si no la tuvieran no existirí­an como tal o se convertirí­an en simples inversionistas de capital donde sin riesgos invertirí­an sus recursos en el Banco de Guatemala o en los bancos privados asegurándose una rentabilidad alrededor del 8% a la que sólo se le aplicarí­a el 10% sobre los intereses, sin esfuerzo de ningún otro tipo.

La polí­tica laboral es un instrumento de desarrollo, de paz social, de justicia social siempre y cuando haga partí­cipes de la riqueza y de los beneficios al recurso humano que labora en una empresa, sin el cual la empresa no podrí­a operar y por consiguiente no podrí­a generar producción o ingresos.

No se necesita decir que se es socialdemócrata si las acciones evidencian esa conciencia cristiana que la Iglesia Católica y la doctrina social han establecido sin duda de ninguna especie durante cientos de años. Basta leer la Encí­clica Rerum Novarum, del Papa León XIII, que desde hace más de cien años materializó un camino que sucesivamente los santos padres han venido desarrollando, ampliando, como la evidencia de lo que un buen cristiano debe de respetar y debe de aplicar.

En todo paí­s democrático y progresista existen garantí­as laborales. Europa, Estados Unidos, los paí­ses del cono sur, todos tienen establecidos los salarios mí­nimos, los reajustes de salarios periódicos, prestaciones laborales –tanto de salud, invalidez, de sobrevivencia, de retiro e incluso la gran mayorí­a de ellos un seguro de desempleo- donde los patrones son los principales aportadores de esos recursos y por supuesto son complementados por el Estado.