La polí­tica francesa con nombre de mujer


Candidata. La candidata socialista francesa, Ségolí¨ne Royal (C), mantiene su preferencia de voto entre la población.

Gane o no las elecciones de abril y mayo, la socialista Ségolí¨ne Royal se convirtió en la primera mujer con posibilidades reales de ser presidenta de Francia, donde su fulgurante ascensión mereció las crí­ticas de sus compañeros varones, acostumbrados a que la polí­tica en este paí­s sea «cosa de hombres».


Royal, una bonita y elegante madre de familia de 53 años, no se considera feminista y confiesa que prefirió preparar sus exámenes a salir a las calles de Parí­s en mayo del 68, pero sí­ reivindica su condición de mujer y subraya que llevar falda es un obstáculo a la hora de hacer polí­tica.

En su programa, la candidata ha prometido que su primera ley si es elegida será sobre la violencia en la pareja y garantizó además que impulsará una serie de medidas para luchar contra las discriminaciones por razones de género.

«Asumo mi identidad de mujer y hago polí­tica de otra manera», aseguró la candidata recientemente, considerando que «ha llegado el momento de que Francia tenga una mujer en la presidencia de la República».

Para llegar a ser candidata socialista, Royal, tres veces ministra, diputada desde hace 20 años y presidenta regional, tuvo que ser más fuerte que los golpes bajos dirigidos por sus adversarios polí­ticos y compañeros de su partido.

Los viejos barones socialistas se preocuparon con ironí­a por la suerte que correrán sus cuatro hijos si es elegida presidenta o le sugirieron que se quedara en casa en lugar de hablar de polí­tica internacional como quien «lee recetas de cocina».

El hecho de estar unida sentimentalmente a Franí§ois Hollande, primer secretario del partido y padre de sus hijos, tampoco ayudó a la polí­tica.

Pero con su triunfal elección como candidata del partido, «un verdadero gesto revolucionario», según Royal, sus enemigos más cercanos tuvieron que guardar silencio y algunos hasta colaboran con la candidata, obligada ahora a defenderse de los ataques sin piedad del gran candidato de derecha, Nicolas Sarkozy.

Pero incluso los allegados de este polí­tico admitieron que habrí­a «preferido» luchar por la presidencia contra un hombre.

Según los últimos sondeos, Royal, apodada «Zapatera» por sus amigos, en referencia al presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodrí­guez Zapatero, perderí­a por una diferencia mí­nima ante Sarkozy en una segunda vuelta de los comicios.

Fuera de las fronteras francesas, el fenómeno «Ségolí¨ne» despierta la simpatí­a y complicidad de otras mujeres en el poder o que luchan por conseguirlo. La presidenta de Chile, la socialista Michele Bachelet, la primera dama argentina, Cristina Kirchner, que podrí­a reemplazar a su marido este año, o la vicepresidenta primera del gobierno español, Marí­a Teresa Fernández de la Vega, se cuentan entre sus amigas o aliadas.

«Por primera vez en la historia, puede haber, y yo estoy convencida de que va a haber, una presidenta de la República francesa, y esa presidenta será mi amiga Ségolí¨ne Royal», afirmó la número dos del gobierno socialista español.

En Francia, hasta Bernadette, esposa del presidente francés, Jacques Chirac, parece haber sucumbido al encanto de Royal. La primera dama aseguró recientemente que la «hora de las mujeres» habí­a llegado en Francia y consideró que aunque el hecho de ser una mujer «no bastaba para ganar», Royal estaba bien situada para conseguir la victoria.

Pese a lo que pueda parecer, Francia nunca fue un defensor de la causa femenina y sólo concedió el derecho de voto a las mujeres en 1944, es decir, 50 años después que Nueva Zelanda, 13 después que España y Brasil y 10 más tarde que Turquí­a.

La primera mujer candidata a presidenta en Francia fue Arlette Laguiller (Lucha obrera) en 1974. Desde entonces, esta lí­der de izquierda se presenta a cada elección, incluidas las de 2007, pero al igual que las féminas que la imitaron posteriormente, lo hace sin esperanza de resultar elegida.

En el orden mundial, Francia ocupa el puesto 84º en materia de paridad, ya que sólo tiene un 12,2% de diputadas y un 16,9% de senadoras.