«La discriminación implica una selectividad inicua de los seres humanos o de los grupos sociales en la vida comunitaria. Niega la igualdad de oportunidades, favorece a unos y perjudica a otros».
Enciclopedia de la Política, de Rodrigo Borja.
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La lucha por incluir a más mujeres en los listados de elección popular para esta contienda electoral ha tenido sus primeros resultados. Diversas organizaciones sociales e integrantes de los mismos partidos han reconocido una mayor inclusión. Sin embargo, Guatemala todavía está lejos de presentar una representación equitativa en los puestos de poder.
El dato se ha reiterado en varias ocasiones, pero es necesario conocerlo: en las elecciones pasadas, las mujeres fueron la minoría en cuestión de candidaturas, apenas 14 fueron electas como diputadas al Congreso de la República y sólo 8 alcanzaron una alcaldía de 331 municipios.
Para las elecciones de septiembre próximo las mujeres nuevamente están parcialmente excluidas. Los últimos datos del Tribunal Supremo Electoral, antes de la depuración definitiva, reflejaban que apenas 74 mujeres han sido incluidas en los listados a las diputaciones frente a una planilla de más de 200 hombres.
La Constitución Política de la República establece que en el país todos los seres humanos somos libres e iguales en dignidad y derechos, también asegura que tenemos la garantía de elegir y ser electos. Esta disposición fundamental no se refleja en las propuestas de la mayoría de partidos políticos al no garantizar una inclusión equitativa de la mujer.
La campaña «Yo decido, más mujeres a cargos de elección popular», realizado por la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas y el Instituto Universitario de la Mujer de la Universidad de San Carlos de Guatemala, demostró que la apreciación de la población en cuanto a la participación femenina presenta cambios cualitativos.
Más del 90% de la población, según la campaña, ven la cuestión política como un tema que puede ser abordado tanto por hombres como por mujeres. El mismo porcentaje está a favor de la inclusión equitativa en cuanto al género en los listados de candidaturas y, además, emitiría su voto a favor de incluir a más mujeres en las instituciones del Estado.
No obstante, las estructuras de las agrupaciones partidarias no dan tregua, mientras la concepción de los ciudadanas y ciudadanas muestra progresos significativos.
Analistas de temas políticos, aseguran que el sistema político nacional todavía responde a caudillos, sus estructuras de jerarquía son de línea vertical y se manejan aspectos machistas.
De esta manera, las mujeres deben ser doble o tríplemente eficientes para obtener las candidatura que les aseguren los puestos, mientras los hombres se encuentran en una situación de privilegio en donde nada se les pregunta y nada se les exige para ser diputados, alcaldes, vicepresidente o presidentes.
Si bien en estas elecciones se encuentran más mujeres como candidatas, es necesaria la aplicación de medidas de discriminación positiva para revertir de una vez por todas esta situación de discriminación y exclusión.
En algunos países de América Latina como Costa Rica y Argentina se han impulsado y aprobado leyes de cuotas por medio de las cuales las mujeres tienen un porcentaje de los puestos de poder en disputa.
No se trata de una competencia por establecer quiénes son mejores, si los hombres o las mujeres. El objetivo es generar una verdadera democracia, en donde todos los sectores sociales tengan las mismas oportunidades de participación y representación en los espacios de decisión.