Un cuerpo de seguridad como lo es y lo debe ser la Policía Nacional Civil, depende en su eficiencia, de su profesionalismo, de su espíritu, de su disciplina y honradez, de una estructura piramidal de pies a cabeza; si los oficiales en todos los niveles no están profesionalmente bien formados, los agentes serán mal guiados, deficientemente dirigidos y seguramente se deteriorará su actuar, ello no se ha logrado que lo comprenda suficientemente ningún gobierno desde 1945 hasta la fecha y como sucedió en una época en el Ejército, los soldados –según su mérito y comportamiento– ascendían a cabos, sargentos, subtenientes y de ahí hasta generales. Estas personas eran conocidas como oficiales de línea.
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En la Policía esa ha sido la misma historia, la mayoría de los oficiales entraron como policías al más bajo nivel y de una u otra forma fueron ascendiendo, lo que les ha impedido una adecuada profesionalización. Por otra parte, muchos directores de la Policía han sido abogados que de la noche a la mañana se ponen un uniforme, se les da el grado máximo policial sin comprender que una cosa es conocer las leyes y otra cosa es estar preparados para dirigir una institución que si bien no debe ser militarizada sí debe tener una disciplina y una formación de ley y orden sumamente bien estructurada.
En el gobierno que presidió Alfonso Portillo y del cual fui Vicepresidente, en los primeros tres meses se logró, con la ayuda del exembajador y general de carabineros Sergio Cotroneo Concha y la anuencia del alto mando de ese profesional cuerpo en Chile, que se nos otorgaran seis becas cada año para enviar jóvenes a formarse profesionalmente como policías, en un currículo de tres años. Los doce que logré enviar en los dos primeros años no provenían de la Policía Nacional Civil, sino fueron seleccionados en un concurso público y todos ellos eran bachilleres graduados del Adolfo V. Hall, su desempeño académico en la Escuela de Carabineros de Chile fue excelente, lamentablemente al retornar a Guatemala el Ministerio de Gobernación no quiso o no supo incorporarlos, perdiéndose así el principio de una formación de oficiales profesionales de policía. Como personas estos profesionales policiales han destacado durante todos estos años, lo que evidencia y comprueba que el profesionalismo específico es fundamental.
En el gobierno actual se ha nombrado como Comisionada para la Transformación de la PNC a doña Adela Camacho de Torrebiarte, una distinguida y bien intencionada dama, esposa de un conocido psicólogo, que fungió como Ministra de Gobernación en el gobierno de Óscar Berger, pero que a pesar de todo difícilmente está preparada para ser la cabeza de la restructuración de la Policía Nacional Civil porque como dice el dicho, “zapatero a tus zapatos” y la única forma que a medio y largo plazo se logre una Policía Nacional Civil eficiente es si se realiza una formación de oficiales en escuelas profesionales de experiencia y tradición, de lo contrario continuaremos como actualmente estamos, aun cuando parte de los nuevos oficiales tengan individualmente estudios universitarios de otra naturaleza. El Presidente de la República, como general del Ejército en retiro, igual que el Ministro de Gobernación como coronel en retiro, saben lo que estoy diciendo y si no basta ver el papel de Carlos Vielmann, Edwin Sperinsen, Javier Figueroa que trastocaron la seguridad y las instituciones responsables de la misma.
¡Guatemala es primero!