La Policía, el paro, el informe y la corrupción


pedro-pablo-marroquin

Nuestra Policía Nacional Civil (PNC), desde su fundación, nunca se liberó de los males que arrastraba la antigua Policía Nacional porque lo único que se hizo fue un reciclaje de personal, pero nunca se definió la forma de dignificación de los buenos agentes como una de las principales prioridades y nunca se le entró de lleno a la corrupción existente, entre otras cosas importantes.

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt


Ayer aquí en La Hora publicamos una noticia respecto a una información que trascendió de la misma PNC en la que hacían un llamado para un paro de labores hoy porque según los agentes no les han dado el aumento ofrecido ni tampoco les han cumplido con el bono escolar. Ayer mismo un informe de los Estados Unidos señalaba que el Estado de Guatemala ha cometido violaciones a los derechos humanos a través de sus fuerzas armadas y la corrupción sigue siendo punta de lanza de nuestro sistema.

Y como pasa en todos los gremios, unos pocos corruptos terminan desprestigiando a la mayoría buena y a una institución completa. Existen algunos policías que van desde las famosas “mordidas” hasta la conformación de bandas criminales que se dedican a una diversidad de funciones delictivas tales como el sicariato, el robo,  el secuestro, los tumbes de droga y un largo etcétera.

Ante todo lo anterior, ¿cómo no van a existir policías corruptos si ven que los mismos funcionarios (en algunas ocasiones los que les dan órdenes) son unos grandes largos? ¿Cómo no va a existir corrupción en los agentes si ellos mismos se dan cuenta que el sistema está hecho para taparse los ojos ante la corrupción? ¿Cómo no van a ser invitados al manto de la corruptela cuando se dan cuenta que muchos de los capturados rápido salen a las calles por esa corrupción que desemboca en impunidad?

Mencionado todo lo anterior, aun así, tenemos en la gran mayoría de agentes a buenos elementos que entienden su papel dentro de la organización y la sociedad y arriesgan su vida todos los días aunque la remuneración y las condiciones en las que desarrollan su trabajo, no sean de lo mejor. Sobre esos policías es necesario que se refunde una institución que es tan necesaria para la sociedad como el agua para el ser humano.

Mi punto es que es esa corrupción que en ocasiones ignoramos y le damos tan poca importancia, en especial cuando es de cuello blanco, nos termina pasando una factura enorme porque todo el sistema concluye afectado por el mismo círculo vicioso.

No aplicamos la ley, entre muchas otras cosas, porque la corrupción y el tráfico de influencias consiguen dominar el sistema. Al dominar el sistema las personas pueden delinquir libremente y como no hay un Estado de Derecho, entonces quedamos a la libre bajo la influencia del más corrupto, más inescrupuloso y hábil para manejar los tentáculos del sistema.

Guatemala no va a cambiar a menos que empecemos a tener acciones en las que se “predique con el ejemplo”. Un funcionario público (de cualquier nivel), un financista de campaña, un contratista del Estado, un policía, un juez y así sucesivamente no van a dejar de hacer mal las cosas, en la medida que se den cuenta que en Guatemala no se castigan las ilegalidades.

La PNC tiene muchos problemas, pero no podemos enfrentarlos sin analizar el ambiente que la rodea y que es el mismo de todo el aparato estatal. Es necesario premiar a los buenos y castigar a los malos, deteniendo esa espiral en la que unos pocos corruptos hunden, no solo a ciertas instituciones, si no al país entero.

Y así como pasa en el sector público, pasa en el privado en donde unos cuantos inescrupulosos se suben a las olas del sistema y sacan raja por partida doble. Así, ¿cómo jocotes podemos pensar  en una Guatemala diferente? Los males de la PNC son los males de nuestro país, los que por indiferencia o dejadez, hemos tolerado como oír llover, pero que urge remediar para enderezar el rumbo.