La pobreza debe combatirse con trabajo, no fomentando el ocio


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La fuerza de trabajo de nuestro paí­s está desocupada en elevado porcentaje, lo cual crea problemas de mucha pobreza entre las familias.

íšltimamente se ha querido combatir esa indigencia repartiendo bolsas con productos alimenticios y con alguna ayuda económica.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


De esa manera, puede decirse que se ha estado fomentando el ocio en el sector laboral. Lo positivo es crear fuentes de trabajo a más no poder para ir absorbiendo a los desocupados, que merecen vivir activos con dignidad.

Se han volcado en esa actividad de ayuda no menos de  l,300 millones de quetzales, más que todo con el propósito de hacer méritos para treparse al gallinero verde-esperanza… no precisamente porque haya sensibilidad social muy de humanos. Esa “purriela” monetaria podrí­a servir para afrontar el agobio financiero del Estado, que se encuentra a punto de ser estrangulado por los dorados agiotistas de la banca extranjera.

El modelo de la asistencia a los compatriotas empobrecidos ha sido calcado en el que emplean algunos regí­menes liberticidas del área latinoamericana como Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia, tratando de procurarse estabilidad en sus posiciones caracterizadas por el totalitarismo y la fuerza bruta.

La realidad de realidades que ha imperado en este suelo í­stmico es que, demagógicamente, se ha tirado como a espuertas innúmeras millonadas de quetzales para que apenas puedan comer algo unos dí­as los reales o supuestos indigentes. Lo cierto es que así­, con regalar los dineros aportados por la masa de contribuyentes, se puede haber estado fomentado avilantadamente el ocio que es padre  y madre  de la holgazanerí­a de tipo social, de los vicios guareros, de la drogadicción y de la criminalidad con sus funestos saldos de interminables tragedias que enlutan a la familia guatemalteca. .

Lo que decimos en lí­neas precedentes nos hace traer a cuento aquello de que las migajas que se dan a los menesterosos vienen siendo como “pan para hoy y hambre para mañana”. Habiendo trabajo no hay necesidad de poner curitas a la gente que es presa de la lipidia en las ciudades y en los campos.
Pensamos que lo positivamente beneficioso, para atenuar en todo lo posible las pesadillas de la pobreza de nuestros infortunados connacionales, serí­a emprender grandes realizaciones, a profundidad, de acuerdo con la situación que ha emergido desde hace no pocos años. Adquiriendo fincas, a precios justos, podrí­a dotarse de parcelas al campesinado y se evitarí­a el infortunio. Las grandes heredades dan oportunidad para ello.

El equipo de trabajo que ha comenzado a formar el presidente electo, general Otto Pérez Molina, puede ir estudiando ya la mencionada problemática para hacerle frente con decisión absoluta y, desde luego, con los recursos financieros del caso, inmediatamente después de la ceremonia de toma de posesión del 14 de enero de 2012. Y nada de dar rienda suelta al tortuguismo y, menos aún, de transitar en la pútridas charcas de los corruptos.

El nuevo orden de cosas que ya está, como quien dice, a corta distancia, puede lograr las condiciones necesarias tanto intramuros como extramuros, para hacer buena obra a lo largo del próximo perí­odo constitucional.

Indudablemente, la jornada será dura, pero con buena voluntad y tesón puede solucionarse buena parte de lo que viene afectando a la sociedad toda.

Los problemas y necesidades, que provocan a tirios y troyanos serios dolores de cabeza, son complejos, muchos e ingentes.

Durante la era ubiquista, la metrópoli capitalina tení­a aproximadamente unos 300,000 habitantes, y todo el territorio unos 3 millones, por lo que fue fácil al sátrapa mantener un estado de seguridad y de “pax” sepulcral. Sólo cuando morí­a un burro o un chino se morí­a cometí­an crí­menes espeluznantes que alarmaban a la sociedad. Aun un choque de vehí­culos era “notición”…

Ahora hay como doce millones de mortales a nivel nacional y, en este valle de lágrimas, alrededor de dos millones, lo que da la idea de un enorme crecimiento poblacional. En los momentos tan delicados y tan peligrosos que estamos viviendo, ni un Ubico redivivo podrí­a poner orden fácilmente en la casa. Y es que hay anarquí­a casi total. Los valores morales y de toda í­ndole han rodado por los suelos. Los criminales (para citar algo, únicamente) gozan de impunidad, gracias a la flojera y a la venalidad de los encargados de administrar la “santa” justicia…
Así­, pues, ¡ánimo, mucho ánimo!, señores del partido que metió el golazo el 6 de noviembre, para llevar a feliz término un trabajo de Estado como de verdaderos estadistas. Guatemala y el pueblo juzgarán no a priori, sino en el í­nterin y a posteriori, concienzudamente y al margen de parcialidades, la actuación del gobierno del PP que presidirá  Pérez Molina.