La población está cumpliendo


Como siempre ha ocurrido en situaciones similares, los residentes de la ciudad de Guatemala están cumpliendo con las indicaciones hechas por las autoridades en el sentido de limpiar, recoger y depositar en bolsas plásticas la abundante arena volcánica expulsada por la erupción del volcán de Pacaya, hoy hace nueve dí­as. El sentido humano de colaboración, de solidaridad y de fraternidad de los y las guatemaltecas, se está sintiendo en estos momentos de angustia cuando miles de familias afectadas por los últimos estragos ocasionados por la furia de la naturaleza, necesitan de ayuda y asistencia. Ante la tragedia, la gente está respondiendo con responsabilidad social, mientras que miles de bolsas con arena junto a grandes promontorios del mismo material volcánico, continúan apiladas como testigo mudo en las calles de la ciudad. Las familias menos afectadas, están acudiendo a los centros de acopio a entregar ví­veres, ropa y agua potable para mitigar las necesidades de otros. Estos gestos solidarios hablan muy bien de la población y de su sentido humanitario.

Factor Méndez Doninelli

No se puede decir lo mismo de las autoridades del gobierno y de tu Muni, que no han respondido a la altura de las circunstancias y más bien, están dando muestras otra vez, de improvisaciones y desaciertos. La arena acumulada en las calles evidencia negligencia e incapacidad de las autoridades municipales, que a más de una semana de los acontecimientos no tienen un plan ágil y rápido de limpieza y para colmo, ahora también el alcalde Arzú se quiere lavar las manos y descargar la responsabilidad que les compete por el hundimiento ocurrido en el barrio Ciudad Nueva de la zona 2. ¡Qué descaro señor Alcalde! Ya deje de jugar con la inteligencia de los guatemaltecos, haga bien su trabajo, limpie rápido la ciudad antes que vuelvan las torrenciales lluvias y taponen los tragantes. La población quiere resultados concretos y así­ como ha respondido al llamado de las autoridades, también espera que éstas cumplan con sus obligaciones.

Una percepción similar hay con respecto al gobierno central, siguen improvisando, sin planes de contingencia y haciendo lo que vaya saliendo. La ayuda humanitaria es lenta, arbitraria y desorganizada al extremo que al dí­a de hoy, hay todaví­a comunidades aisladas cuyos pobladores no han recibido ningún tipo de asistencia y según denuncias hechas públicas, los alimentos para los damnificados de la erupción del Pacaya están escaseando. Otra vez se demostró que pese a los anuncios de simulacros, de emergencias hipotéticas y de supuestos preparativos, la emergencia real llegó y nos agarró con los calzones en la mano; no estamos preparados como se debiera para enfrentar emergencias nacionales de gran envergadura y lo que es peor, nos seguimos tropezando en la misma piedra. Ya sabemos que somos un paí­s de riesgos con alta vulnerabilidad, sobre todo para enfrentar la furia de la naturaleza, sin embargo, ahora volvió a ocurrir lo que ya habí­a pasado con el huracán Mith y con la tormenta Stan, destrucción de infraestructura vial, inundaciones, deslaves y lo peor de todo, pérdida lamentable de vidas humanas. ¿Hasta cuándo vamos a aprender las lecciones?

P.S. El próximo martes 8 de junio es el aniversario XXXIII de la ejecución extrajudicial del abogado Mario López Larrave, destacado académico y asesor sindical, asesinado en 1977 por la dictadura militar contrainsurgente. Para variar, los responsables del crimen continúan sin recibir castigo.