La plaga de ahora


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Todas las guerras han acompañado al hombre desde el comienzo de la historia. Ahora bien, una guerra que no ha parado desde su comienzo y que cada día se hace más fuerte e incontrolable es el consumo y el tráfico de droga. El rumbo que las drogas han tomado es uno de los mayores negocios principales y fuentes generadoras de dinero ilícito en todo el mundo, mayormente en América Latina.

Laura Pellecer


Ya son varios años que este incontrolable negocio se ha apoderado de muchas vidas y las ha destruido; adolescentes y jóvenes consumen por primera vez alguna droga diciendo “sólo quiero saber qué se siente” para luego más tarde no se dan cuenta de las consecuencias que esto puede traer en su existencia. 
Guatemala es un país que está afrontando una situación muy difícil, ya que como bien se sabe –y nunca ha sido un secreto–, es un país de un paso fronterizo importante para los contrabandistas que trafican con los países de alto consumo de estupefacientes, como los Estados Unidos. 
Las personas más afectadas son los ciudadanos que día a día tienen que luchar una guerra que ni siquiera es suya y que encima intentan esquivar las balas de una guerra que su Gobierno no puede controlar. El temor constante de la violencia que ya habita en el país causa un sinfín de problemas en toda una sociedad. 
Además de todos los conflictos y consecuencias que este negocio ilícito provoca, la falta de educación y programas que muestren las consecuencias de las drogas no se hacen presentes con suficiente fuerza en la sociedad guatemalteca. Los gobiernos deben de crear políticas que prevengan y funcionen con responsabilidad para que la juventud no caiga en las redes del poder corrupto que se ha extendido mediante alianzas de grupos económicos financieros, organizaciones terroristas y hasta influyentes funcionarios de gobiernos. 
Es importante analizar que la Declaración Universal de Derechos Humanos dice que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”. En ningún sitio del mundo estos derechos se cumplen, y lo que no se puede es seguir pensando como bien dice el dicho “si no puedes contra el enemigo, únetele” porque entonces nos hundiríamos. 
 
Esta es una epidemia que se ataca y erradica sólo desde dentro de una sociedad. Los jóvenes en la actualidad son los más propensos a caer en esta adicción. El problema de que estos caigan en las drogas es que el país sigue sin crear un verdadero Estado, ya que este es quien fortalece a su pueblo. Todo Estado puede llegar a crear oportunidades solo si hay seguridad y las actividades criminales se reducen. 
 
Las consecuencias que se presentan en países latinoamericanos solo pueden solucionarse con verdaderos dirigentes que luchen y busquen  nuevos mecanismos que no permitan que estos delincuentes sigan dominando la nación. 
 
 Ahora bien, si la legalización de la droga pretende reducir el mercado del consumo de los estupefacientes, de igual manera las otras actividades ilícitas como el tráfico de mujeres, secuestros, piratería, etcétera, podrían incrementarse.
 
 Si la inseguridad y el crimen no se disminuyen en países centroamericanos como Guatemala, Honduras y El Salvador, la disputa entre los jóvenes por querer aumentar su calidad de vida y buscar nuevas oportunidades se verán mermadas. 
Ahora pregúntese usted ¿realmente queremos la alternativa de legalizar y despenalizar las drogas sin fundamentos que garanticen cambiar la situación en la que se vive ahora? Estoy segura que Marilyn Monroe y Amy Winhouse quisieran darnos su opinión.