La campaña promocional del Jabulani asegura que estamos ante «el balón más redondo jamás fabricado». Este artefacto nacido de los últimos avances de la industria química alemana, compuesto de capas superpuestas de polímeros elásticos y espumosos, ha sido diseñado especialmente por Adidas para ser el balón oficial del próximo Mundial. Su nombre significa festejo en zulú. Sin embargo, hay algo extremadamente repugnante en él, a tenor de lo que dijeron los jugadores españoles al salir del estadio de Innsbrí¼ck, el sábado, tras derrotar a Arabia Saudí (3-2). «Es lamentable», sentenció el capitán de la selección, Iker Casillas. «Es un balón de playa», coincidió Javi Martínez. «Es redondo», dijo Arbeloa ayer, con ironía y mordiéndose los labios porque su sponsor es Adidas.
Adidas es el patrocinador de la selección española y esto se traduce en unos 10 millones de euros al año. El dinero sirve para atenuar el énfasis de las opiniones que se emiten públicamente, especialmente porque al director técnico de la federación, Fernando Hierro, no le ha gustado que sus jugadores polemicen sobre el tema. Ayer Hierro, que acudió a Liechtenstein a ver la final del Europeo sub 17, hizo un gesto de hastío cuando escuchó la palabra balón. De pie en la grada del estadio de Rheinpark, en Vaduz, puso fin al debate por decreto: «El balón es el mismo para todos los equipos y, como todos, nos tendremos que acostumbrar a él. No hay más».
Hierro, que durante años fue uno de los rostros más emblemáticos de Adidas en el mundo, junto con Zidane, no dijo que no todos los equipos emplean igual el balón y que, tal vez, el invento perjudique más a las selecciones que, como España, necesitan dar más pases para hacer su fútbol. El director técnico no quiere que la crítica al Jabulani parezca una excusa. Los que no han mostrado ningún reparo en vilipendiar la pelota han sido los jugadores de Brasil, bandera de la multinacional Nike. «Es un balón horroroso», opinó Julio César, el portero brasileño del Inter. «Es como esos balones que compras en los supermercados».
La campaña promocional de Adidas asegura que la falta de costuras le confiere mejor agarre para el portero y «un vuelo más estable». No es lo que opinan los porteros que se atreven a hablar del tema. Andoni Zubizarreta, ex internacional español, dice que «hace extraños». Lo mismo opinó el sábado el delantero italiano Pazzini, que se quejó de fallar algún cabezazo porque la trayectoria de los centros es caprichosa: «Las pelotas son un desastre para los porteros y los atacantes. Se mueve mucho y se vuelve difícil de controlar. Saltas para cabecear un centro y de repente la pelota se mueve y fallas».
«La verdad es que nos resulta bastante extraño», admitió ayer Marchena, «es difícil porque va muy rápido». La sinceridad de Marchena no es general. Temerosos de recibir una reprimenda de Adidas, o de las autoridades de la federación, algunos jugadores de España patrocinados por la marca alemana, cuando hablan de la pelota, lo hacen pidiendo que se preserve su anonimato. «Cuando lo vas a controlar con el pecho, o con el pie, en los cambios de orientación te puede engañar porque va en zigzag», dicen. «Y cuando lo tocas responde más rápido. Hay que adecuar la sensibilidad a sus características».