La parafernalia del mundo literario es una amenaza constante


Los escritores también son malabaristas. Uno de sus retos consiste en mantenerse en la lí­nea que divide su natural necesidad de reconocimiento de una actitud de desesperación por tenerlo, en la que a veces caen orillados por editoriales y ferias de libro que los tratan de acuerdo al número de premios ganados, dijeron autores a la AFP.


Hay que evitar «confundir lo accesorio con lo principal; lo principal es la literatura, lo accesorio es todo lo que la rodea: la vida literaria, los premios, las ferias», consideró el mexicano Jorge Volpi, en el marco de la XXI Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2007, donde el principal premiado, Fernando del Paso, ironizó sobre el premio Nobel ante Gabriel Garcí­a Márquez.

«Las ferias, las editoriales, empujan al escritor a perder ese equilibrio, así­ que depende de cada escritor tener el temple para no dejarse arrastrar», dijo Volpi, premio Biblioteca Breve, Deux Océans y Grinzane Cavour y reconocido en el encuentro literario al estar en el estrado al lado de Garcí­a Márquez durante el homenaje al también colombiano Alvaro Mutis.

De su lado, la escritora colombiana de literatura infantil Yolanda Reyes indicó que «uno corre el riesgo de saltar esa frontera debido a toda esa parafernalia que rodea a los libros; las ferias del libro, cómo te tratan las editoriales, cómo te tratan los organizadores de las ferias, los burócratas, los ministros, cómo te ubican en tal hotel si eres categorí­a cinco estrellas».

«Si ganaste un Nobel en las ferias te hospedan en el hotel Hilton, si no, vas a otro de menor categorí­a. Parece como si la única manera de ingresar en un mundo en el que te sientas bien tratado como escritor es ingresando a la lista de los grandes premios y ahí­ es donde te pierdes», prosigue, después de que una mujer le pide alentarla para no dejar de escribir.

«Si te pierdes terminas vendiendo tu alma al diablo, pero también es muy difí­cil no venderla porque si no la vendes todos y todo te pasa por encima, y ya no tenemos la paciencia que tení­amos antes para esperar a morirnos y que en la otra vida alguien nos descubriera y nos reconociera», remata la Premio de Literatura Infantil Noveles Talentos de Fundaleclura 2004.

Reyes cree que el mayor peligro consiste en que en las obras puede olfatearse un «espí­ritu mercantil y ambicioso» y alejar a los lectores de largo aliento, como sucede con la saga de Harry Potter.

Volpi, sin embargo, considera que caer en las garras de la ambición no necesariamente pone en riesgo la carrera literaria de un escritor.

«Ha habido autores verdaderamente vanidosos como Truman Capote que aún así­ siguieron siendo grandes escritores», concluye un impaciente Volpi rodeado de decenas de lectores que le suplican detenerse para tomarse fotografí­as con él.

Los premios, para otros escritores no determinan casi nada, como para Fernando del Paso, según dijo en la inauguración de la FIL 2007 al recibir el principal galardón del encuentro literario.

«Se ha visto como en los premios longevos y como reza el dicho: ni están todos los que son y ni son todos los que están», dijo en un estrado en el que estaba Garcí­a Márquez.

«Ganar el Premio Nobel, por ejemplo, significa incorporarse a un grupo en que el figuran escritores como Zienkiewicz, Pearl S. Buck, Echegaray y Winston Churchill, no ganar el Premio Nobel significa quedarse en la compañí­a de Emilio Zola, León Tolstoi, James Joyce, Marcel Proust, Italo Calvino y Jorge Luis Borges», ironizó ese dí­a ganándose el fuerte aplauso del abarrotado auditorio.

«Siempre ha habido más buenos escritores que buenos premios, y al premiar a uno de ellos los otros se quedan sin premiar», concluyó Del Paso, que si bien no tiene un Nobel, ahora además de tener otros importantes galardones cuenta con un busto de bronce en la sede de la FIL, el principal encuentro literario de habla hispana.