La papa caliente de Colom


Colom tiene una papa caliente entre sus manos, se encuentra en el ojo del huracán y en medio del avispero. Como en todas las situaciones difí­ciles de la vida, las crisis pueden representar oportunidades para salir airoso y fortalecido o para preparar un fracaso estrepitoso. Para lo primero se necesita fortaleza, visión y carácter. Para lo segundo, apatí­a, tibieza y falta de audacia. En los próximos dí­as veremos de qué material está hecho el hasta ahora casi próximo presidente de Guatemala.

Eduardo Blandón

¿Qué crisis? Negarlo es fantasear. Lo que se encuentra en juego es la capacidad del candidato de la UNE de dirigir el partido, la negación de que Colom no es un papanata, un debilucho de pacotilla y un tí­tere de mala muerte. Aquí­ se trata de ver si hay energí­a del puntero de las encuestas por autodepurar su partido. ¿Es complicado porque gente poco confiable hay muchos? Quizá sea cierto, pero por ahora hay que comenzar por este señor Fajardo que, dicho sea de paso, parece ser uno de los principales asesores del candidato de la paloma.

Y no se trata de cortinas de humo ni de politización del tema. El pantano al que metió a Colom el señor Fajardo es más real que la certeza de que mañana saldrá el sol. Por eso no le luce al casi futuro presidente decir que «no hay pruebas», que todo es «chisme y bolas». ¡Por favor!, con eso se degrada el puntero y da muestra de ser un polí­tico de poca monta. ¿Es que no habrá alguien que asesore bien a don ílvaro? ¿Tan difí­cil es tomar decisiones firmes?

Si el candidato de la UNE no toma decisiones atinadas en este momento mucho de lo que habí­a ganado en los meses anteriores se vendrá abajo. Colom necesita demostrar a la opinión pública, esa que a veces lo critica por considerar que tiene horchata en las venas y carece de carácter, que a él no le tiembla el pulso para firmar la despedida de uno de esos candidatos influyentes de su partido. Que es capaz de decapitar polí­ticamente a quienes arruinan su partido y que en circunstancias como éstas no tiene consideración alguna. ¡Cero tolerancia!, deberí­a salir anunciando en los medios con un rostro adusto, casi de enojo. Eso es bueno que lo haga ahora, desde el principio, porque será pedagógico incluso para los que piensan que el hombre es «manso y humilde de corazón» y que más parece un sacerdote maya o un anciano benévolo y siempre comprensivo.

Una cosa es clara en todo esto: hay infiltración de las mafias en los principales partidos polí­ticos (si no es que en todos). Esta es una verdad meridiana. Indignarse porque en las filas de Colom existen esos poderes ocultos y definirse por el partido de la competencia creyendo que hay más pureza es una ingenuidad de campeonato. Basta medio hurgar por dentro y la podredumbre o la gusanera ?como se dijo en dí­as anteriores- estará a la vista de todos. La descomposición es generalizada y lo que tienen que hacer quienes dirigen esos partidos es autodepurarse constantemente, vacunarse e inmunizarse. ¿Eso es tarea imposible? Quizá, pero hay que empezar por demostrar que se hace y no tolerar nada absolutamente.

Todos los dí­as está en juego la posibilidad de ganar o perder las elecciones. Colom está en ese filo de ser un gran ganador o pasará a la historia por haber tenido todo a su favor, pero por falta de decisiones obvias, perder y tirar todo por la borda. Estaremos atentos a lo que haga.