La paja en el ojo ajeno


Oscar-Clemente-Marroquin

La eterna tendencia a evadir responsabilidades y culpar a otros de los desastres está reflejada desde los tiempos bíblicos cuando se criticó a los que ven la paja en el ojo ajeno pero no ven la viga en el propio. Y en las actuales circunstancias, cuando uno sigue los acontecimientos políticos en Estados Unidos con las elecciones primarias de los Republicanos y lo que han hecho y dicho los que están y los que estuvieron en el proceso, se da uno cuenta del cinismo propio de buena parte de los políticos que se escandalizan y pegan el grito en el cielo culpando al adversario de todos los males.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

 


No es casualidad, pienso, que en el pelotón esté figurando en forma aún destacada aunque cada vez menos probable, Newt Gingrich, el antiguo “speaker” de la Cámara de Representantes que encabezó el más furibundo ataque contra el entonces presidente Bill Clinton por el escándalo de Mónica Lewinsky. Gingrich despotricó por la inmoralidad del Presidente al tener relaciones con una mujer más joven y promovió el juicio político luego de que él y los miembros de su partido hicieron del tema un asunto de Estado. Pero mientras aparecía en la televisión condenando a Clinton por haber tenido sexo oral con una pasante, el mismo Gingrich mantenía una intensa relación extramarital con una joven asistente suya, demostrando no sólo una absoluta doble moral, sino la hipocresía propia de quien condena al que tiene paja en el ojo aunque tenga una viga en el propio. Clinton y su mujer se arreglaron, cosa que no pudo hacer Gingrich que terminó divorciado y casado con la amante que, eso sí, se ocupó de convertirlo al catolicismo.
 
 Entendiendo ese proceder no puede nadie sorprenderse del tono del debate entre los candidatos republicanos porque para ellos es sumamente fácil ver en el ojo de Obama la paja ocasionada por el descalabro financiero causado por la administración de Bush que recibió al país con superávit y lo entregó con el mayor déficit de la historia. Claro que el gobierno de Obama ha sido difícil y que el desempleo es alto, además de que hubo que incrementar el déficit para evitar el colapso financiero que hubiera sido mucho más grave que la crisis de 1929 de no mediar esa intervención del Gobierno que, por ejemplo, evitó la quiebra total de empresas como General Motors, además de todo el sistema bancario del país y acaso del mundo.
 
 La estrategia es evidente. Enterraron a Bush y para lanzar todo el lodo a Obama nadie lo menciona ni se recuerda lo que hizo. Hasta en el tema de la guerra de Irak hablan de lo que pasó en los últimos cuatro años, pero nadie menciona cómo empezó ni el engaño a la opinión pública mundial para meter al país en una absurda guerra que tuvo el más alto costo económico en la historia bélica de la humanidad.
 
 El mundo está cosechando los efectos de la desregularización de la economía que empezó hace muchos años con los republicanos y que se concretó cuando dejaron que Wall Street hiciera añicos todo concepto ético para jugar con el dinero de los particulares. Pero más concretamente, la crisis financiera que estamos viviendo tiene mucho que ver con la ceguera de Bush, con su guerrerismo infantil y su dogmatismo tributario para favorecer a los más ricos y jocotear a los más pobres. Pero esa es la viga en el ojo propio y resulta más fácil y cómodo ver la paja en el ajeno.
 
 Hay que decir que todos tenemos esta tendencia, que es como parte de la naturaleza humana y por ello fue condenada desde los orígenes de nuestra civilización. Pero algunos la llevan a excesos, al colmo de los colmos, como hacen ahora los mejores exponentes del cinismo político.