La otra fiesta después de la fiesta/ Pablo Bromo y Arbitraria Muchedumbre


Pablo Bromo, poeta guatemalteco, recientemente presentó su último libro Arbitraria Muchedumbre.

Lester Giovanni Oliveros Ramí­rez

Un nueve de junio nace Johnny Depp, y para variar, es abolida la esclavitud en toda Norteamérica, se suicida Nerón, muere Charles Dickens y nace el Pato Donald. Pues, no sé los motivos del azar, para que Pablo Bromo presentara su libro en Sophos el dí­a 9 de junio, a las 7:30 p.m., con la casa llena de amigos, entre dos buenos escritores: Javier Payeras, y Francisco Alejandro Méndez.


Yo estaba con mi novia en la terraza de un bar cuando vi pasar, media hora antes, a Julio Serrano. Aquel iba envuelto en su propia música. Intempestivamente salté de mi asiento, dejando mi cerveza y a la chica, y corrí­ a saludarlo. Aquél se asustó.

– Yo no te conozco -me dijo en primer término.

– Mira, yo soy el chavo que te mandó el relato -le dije comprendiendo su freak.

-Aaaaaaah, sos voz -me respondió ya aliviado -mira pues, la maldita paranoia.

– Qué, ¿tengo planta de marero? -le pregunté, en broma.

– No, hombre -me respondió.

Iba también a la presentación del libro de Pablo Bromo, Arbitraria Muchedumbre, y le comenté sobre su trabajo y le dije que era un gusto saludarlo.

– Pues mucho gusto también vos, más tarde vamos a hacer algo, va haber after(1) -me dijo.

– Allá nos vemos -le respondí­ riendo todaví­a de la reacción de aquél, y por el hecho de no pesar antes, lo que se podrí­a pensar de un desconocido, parándolo a uno en plena calle de la zona viva con una emoción que bien se pudiera confundir con criminalidad fanática.

Acabé mi cerveza y caminamos con W hasta la Plaza Fontabella. Javier y Francisco estaban conversando animadamente con algunas personas invitadas a la recepción y Pablo era sostenido, en plena dialéctica, de una copa de vino tinto que degustaba con buen humor mientras saludaba a los demás que iban llegando. La sala fue propuesta para una celebración diferente, habí­a mesas (no filas de sillas como en otras ocasiones). Vi el bigote daliliano del Neco acercándose entre los estantes de libros y llegaba con su pareja, una australiana de ojos delicados, que luego nos enteramos, enseñaba inglés y podí­a ser, aparte de un buena amiga, el más interesante dibujo estético a la par de un latino rocanrolero con planta de mosquetero. Se sentaron a nuestra mesa. Le pregunté por Simón, y por su lectura del Popol Wuj, mientras se poní­an cómodos y empezaban a bromear con la seriedad y la compostura que corresponde a un lugar lleno de gente conocida.

Le habí­a pedido a Pablo Bromo una entrevista cortí­sima con tres preguntas para el boletí­n de la Facultad. Para cuando empezó todo, me di cuenta que no llevaba lapicero ni papel. Me alivió que W llevara un bolí­grafo.

Javier construyó un interesante discurso sobre los orí­genes de estas literaturas, hablo de esos niños desamparados al televisor que gozaron del milagro del cable con sus setenta y nueve canales aún en sus idiomas originales, de la cultura del Atari y Nintendo, intercalando frases como «nosotros no sabí­amos que habí­a guerra y conflicto armado hasta que vimos CNN» , «mis primeros poetas fueron Giovanni Pinzón con Bohemia Suburbana, La Tona (señalando a Neco, que le sonreí­a modestamente al auditorio), y esas bandas de Rock» , y luego dijo algo de lo que ya antes habí­a discurrido en la entrega de su libro «yo todaví­a no he hablado con alguien que me hable como en las novelas de Thomas Mann, se le ha reclamado mucho a nuestra generación el no tocar los grandes temas, pero a nosotros nos han gustado más los temas sencillos, describir el color de las botonetas al sacarlas de la bolsita negra, estos temas son los que miramos y oí­mos a diario», dijo, parafraseando un poco su discurso. Leyó un texto del libro de Pablo y luego le dio la palabra a Francisco Méndez que también retomó el discurso de estos nuevos tiempos donde ya no hace falta un compromiso polí­tico, habló de Artaud y de los poetas vanguardistas que fueron llamados unos «niños malcriados», también discutió el trabajo de ir contra corriente con el realismo mágico liderado por Gabriel Garcí­a Márquez y Mario Vargas Llosa, el boom, y esta nueva forma de contar la vida de una ciudad de madrugada en medio de la fiesta.

Pablo Bromo estaba visiblemente emocionado. Ahí­ estaba la portada de su libro, capsula tras capsula, y la música se hizo escuchar con los primeros acordes. í‰rase un escritor músico. Habló de la frase de Manuel José Arce de cómo es ese querer y al mismo tiempo dolerle a uno(2) querer a Guatemala, sobre los After Party´s, y la buena música. Mientras la canción de sus palabras resonaba en esa sala, recordé la primera vez que lo habí­a visto, con su acento argentinizado por Charly Garcí­a, Fito Páez, y Espinetta, y recuerdo que llegamos a la casa de Francisco al After, ahí­ estaba aquel en un sofá en una habitación muy pequeña, realmente disfrutando de la cerveza, realmente oyendo Bjork, luego recordé la ocasión en la casa de un tal José (que habí­a trabajado para MTV, y habí­a tenido el raro juicio de darme dinero para comprar toda la cerveza que quisiéramos), y nos poní­a la música que querí­amos en su gran sofá que le daba la vuelta a un gran salón (esto era en la zona 4), y allí­ estaba Pablo Bromo bajo la influencia de los Fabulosos Cadilacs y Depeche Mode, entre R.E.M y Tom Waits, y La Sonora Santanera, luego la madrugada, la luz que va naciendo mientras fumada a fumada uno termina viendo la sumisa, tierna y pura, luz blanca de la mañana del otro dí­a.

Pablo termina de leer y la gente sonrí­e. Ha estado magní­fica la lectura, me dice W, yo le pido el bolí­grafo y corro a la mesa con una servilleta. Pablo firma libros y en un receso, me responde.

– ¿Cuál es el SoundTrack de tu vida, y tu cuadro favorito?

– ¿Me hablas de bandas o canciones?

– Habí­a pensado en una canción que tuvieras en mente, pero decime una banda.

– The Cure -me responde mientras brinda con Marré – ha, y el pintor, cualquier cuadro de Miró.

– ¿Dónde te asaltó la idea de escribir Arbitraria Muchedumbre y que sonaba de fondo?

– Fue en un After como a las 3:00am, rodeado de buena compañí­a y escuchando la mejor música.

– ¿Cuál es tu programa de TV favorito?

Luego de pensarlo y repensarlo, me dice que tiene muchos favoritos, yo le repito que sólo debe decirme uno, le menciono Seinfeld, y le brillan los ojos, cuando me dice que es muy bueno, y luego, responde por fin.

– Yo creo que The Simpsons.

Es curioso, realmente curioso, por no decir misterioso, por no decir casi ominoso. Me olvide mencionar que el 9 de junio también murió Miguel íngel Asturias(3).

NOTAS


(1) Fiesta después de la fiesta.

(2) «no quisiera amar tanto a este paí­s, a esta gente… el amor se me transforma en dolor y eso no es justo».

(3) 1967