Funcionarios de las Naciones Unidas están presionando para que muchos de los centroamericanos que huían hacia Estados Unidos les brinden el estatus de refugiados desplazados por el conflicto armado
SAN JOSÉ / Agencia AP
Una designación que podría aumentar la presión para que Washington acepte a miles de personas que hoy no cumplen los requisitos para que se les otorgue el beneficio del asilo.
Miembros de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados dicen que esperan lograr un acuerdo regional el jueves, cuando funcionarios de inmigración y de los ministerios del Interior de Estados Unidos, México y Centroamérica se reúnan en Nicaragua.
El grupo debatirá si van a modificar una resolución de la ONU, que data de 30 años, sobre las obligaciones que tienen las naciones para con los refugiados.
Si bien esta resolución carece de peso legal en Estados Unidos la agencia indicó que cree que «Estados Unidos y México están recibiendo un número significativo de personas/menores de edad desplazadas de manera forzosa por la violencia de Centroamérica, y que deberían reconocer que tratan con una situación de refugiados, lo que implicaría que no sólo no deben ser devueltos de manera automática a sus países de origen, sino recibir protección internacional. ACNUR tiene la voluntad de acompañar a los estados en ese sentido».
«Ellos salieron por alguna razón, que no sean devueltos de manera mecánica sino evaluando las razones reales por las que salieron del país», expresó Fernando Protti, representante regional de la Oficina del Alto Comisionado a la AP.
Estados Unidos ha visto un dramático aumento en la cantidad de migrantes centroamericanos que cruzan a su territorio, en particular los niños que viajan sin un adulto o tutor que los acompañe. Más de 52 mil niños solos han sido detenidos desde octubre. Tres cuartas partes de ellos provienen de Honduras, Guatemala y El Salvador, y la mayoría dice que están huyendo de la endémica violencia de las pandillas y de una pobreza extrema.
Los republicanos del Congreso estadounidense y el gobierno de Barack Obama han hecho llamados para que sea revertido este ciclo migratorio. Entre otros cambios, el Ejecutivo quiere poner fin a una ley de 2008 que permite a los niños inmigrantes ser liberados tras su captura para ser citados ante un juez de inmigración. En lugar de ello, buscan que los policías de la Patrulla Fronteriza decidan si los deportan o les permiten tener una audiencia adicional, en la cual puedan exponer su caso.
Cuando el lunes se preguntó al gobierno de Obama si considera a la actual situación fronteriza una crisis de refugiados, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, afirmó que se trataba de «una situación humanitaria que requiere de atención urgente».
El gobierno agregó que quiere asegurarse de que los niños inmigrantes sean alojados en «condiciones humanas» en centros de detención, mientras que las autoridades trabajan rápidamente para determinar si les van a dar una autorización para permanecer en Estados Unidos, o no. Si es no, se debe permitir la discrecionalidad del gobierno para «dejar a su criterio la repatriación» de los niños, dijo el Secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson.
Muchos congresistas republicanos atribuyen el aumento al ingreso de niños no acompañados al gobierno que no ha podido asegurar la frontera y a recientes cambios en la política migratoria, que llevó a muchos niños a creer que se les permitiría quedarse en el país una vez pisaran tierra estadounidense.
Muchos de los inmigrantes deciden quedarse en el país por años pues sus casos no son resueltos en los tribunales migratorios, que se encuentran sobrecargados de trabajo. Quienes dicen que huyen de la violencia en general no son elegibles para que les sea concedido el asilo político, una figura que sólo está reservada para grupos perseguidos por sus creencias o por su identidad. Funcionarios de la ONU dijeron que no hay manera de forzar a que Estados Unidos y México acepten a los centroamericanos como refugiados, pero que un cambio en la terminología podría presionar a que los dos países hagan más por los inmigrantes.
«Los niños que viajan solos a la frontera y las familias que temen por sus vidas y por su libertad no deben ser devueltos a sus países a la fuerza sino se les ha garantizado acceso a un debido proceso de asilo», dijo Leslie Vélez, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en una audiencia ante la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes a fines del mes pasado.
Expertos en inmigración de Estados Unidos y América Central dicen que es probable que aumente el flujo de inmigrantes provenientes Honduras y El Salvador ya que los dos países la violencia de las pandillas es generalizada. Honduras, que es un país estratégico para el tránsito de la cocaína que va a Estados Unidos, tiene la más alta tasa de homicidios del mundo para un país que no está en guerra.
En El Salvador, un fin no declarado de una tregua entre las pandillas ha dado lugar a un fuerte aumento de los homicidios en 2014.
La violencia de las organizaciones criminales ha aumentado en las últimas décadas luego de que los miembros de las pandillas de California fueran deportados a Honduras, Guatemala y El Salvador, donde su presencia abrumó a unas fuerzas policiales débiles y corruptas, y se hicieron al control de gran parte de esos países.
Los salvadoreños que van rumbo al norte y tienen que pasar por México, y que fueron entrevistados por The Associated Press el mes pasado, afirmaron que también huyen del grupo de autodefensa denominado «Sombra Negra», hombres enmascarados vestidos de civil que se cree son responsables de ejecuciones extrajudiciales de jóvenes pandilleros en los barrios que controlan.
El gobierno salvadoreño niega cualquier participación en estos escuadrones de la muerte y dice que está investigando informes sobre el tema.
En El Salvador por lo menos 135 mil personas, que corresponde al 2.1% de la población, han sido forzados a abandonar sus hogares, la gran mayoría por las extorsiones de las pandillas y la violencia, según cifras de la ONU. Ello corresponde a más del doble del porcentaje de desplazados por la brutal guerra civil de Colombia.
Los hondureños han sido aterrorizados por una reciente ola de ataques contra iglesias, escuelas y autobuses.
Durante una reciente visita a Estados Unidos, el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, dijo que los inmigrantes de su país fueron «desplazados por la guerra» y pidió a los Estados Unidos a reconocer eso.