La OEA y la despenalización de las drogas


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No es opinión aislada que la OEA y la carabina de Ambrosio resultaron ser la misma cosa. Con eso de las violaciones a los derechos humanos y al sistema sui géneris democrático venezolano son muchos los países americanos que han quedado inconformes con el incumplimiento de sus fines, por lo que propugnan reformarla de raíz o hacer borrón y cuenta nueva.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


Pero de todo hay en la viña del Señor, así es como hay países que desde la llegada de su manipulable Secretario General se han aprovechado de las circunstancias, siendo su más reciente ejemplo  que se haya convocado para el 19 de septiembre entrante celebrar una Asamblea General Extraordinaria en nuestro país, otra más, pues apenas el año pasado en Antigua Guatemala se realizó otra con el mismo fin, según ellos, para buscar una política integral frente al consumo de las drogas.

Pero como ya es costumbre de nuestros gobiernos, mucho se habla pero a la hora de rajar ocote son pésimos en crear mecanismos para hacer efectivo el fin que dicen perseguir, ya fuera para prevenir el consumo de drogas o para combatir eficazmente al narcotráfico. De ahí que hayan despertado la suspicacia de qué es lo que realmente se busca o qué tipo de intereses están detrás, pues a la hora de aplicar los novedosos métodos o sistemas no hayan estado dando los resultados milagrosos que se habían pronosticado. En Uruguay por ejemplo, su carismático presidente Mujica hizo mucha bulla con leyes como las de autorizar el matrimonio entre homosexuales o la del mercado de la marihuana, las que a la hora de ponerlas en práctica pocos o ningún resultado positivo trajeron consigo, mientras que los resultados educativos, la inseguridad ciudadana y el mejoramiento del medio ambiente no han mejorado y en algunos casos van en sentido contrario.

Se ha venido hablando muchísimo sobre la venta legal de la marihuana en los Estados Unidos con el pretexto de lo útil que sería utilizarla con fines medicinales; sin embargo, esto todavía está lejos de haber sido probado y en cambio las  estadísticas han demostrado que solo ha servido para aumentar su  consumo, como que de la noche a la mañana los usuarios de marihuana “médica” registrados en Colorado, por ejemplo, pasaron de 10 mil a casi 100 mil en un solo año, como que los dispensarios subieron de docenas a un millar. De ahí la importancia que en Guatemala llegue la hora de no dejarnos llevar más por cantos de sirena que ocultan intereses de otra especie como que, antes de tomar decisiones trascendentales como la legalización de las drogas, debieran quedar efectiva y científicamente probados sus buenos resultados.