La historia migratoria de Estados Unidos, contrario a lo que muchos creen, no inicia con la llegada de la carabela «Mayflower» en 1612 a las costas del noreste de lo que hoy es ese país. Los que arriban en esta embarcación fueron los fundadores de la primera ciudad norteamericana, Plymouth, construida dentro de lo que ahora conocemos como el Estado de Massachusetts. Sin embargo, antes de esa fecha, en 1607, otro grupo de colonizadores ingleses enviados por el Rey Jaime I de Inglaterra ya había construido una pequeña aldea en Jamestown, Virginia. Siendo así, que no fue Plymouth el primer asentamiento humano que se estableció en los Estados Unidos de América, como mi paisano mazateco radicado en Oklahoma, Efraín Martínez, me lo quiso dar a conocer.
A lo largo de toda la época colonial, la gran mayoría de inmigrantes a ese país llegaron procedentes del norte de Europa, esa es la razón por la cual la base étnica mayoritaria de esa sociedad, aunque menos que antes, continúa siendo anglosajona. Una situación que considero muy importante aclarar, no sólo al amigo Martínez, sino también a los que me honran leyéndome, es que la historia migratoria de Estados Unidos no se enmarca necesariamente dentro de un carácter xenófobo dirigido al segmento hispano que se interna en ese país. Todas las restricciones migratorias se han dado por razones coyunturales, ahora por ejemplo los alarma el enorme crecimiento poblacional de los hispanos, y esa sería una de las causas por la que las autoridades estadounidenses buscan frenar ese flujo humano al sur de su frontera. Pero hay que recordar el «Acta de Exclusión de los Chinos» de 1882, dicha ley buscó frenar el flujo de la raza amarilla, y si nos vamos más atrás en la historia migratoria de ese país, también recordaremos cuando los gobernantes de aquella época trataron de impedir la internación de seres humanos de su propia raza, con la «Ley de Extranjeros y Sedición de 1797». Esta norma no sólo impidió temporalmente la inmigración de europeos, sino también la expulsión de todo aquel que fuera considerado subversivo, esto por causa del temor a todas aquellas personas que pudieran diseminar ideas de la revolución francesa que ya se habían extendido por toda Europa.
Cuando Ronald Reagan firmó la amnistía migratoria en 1986, me encontraba laborando como funcionario consular en Nueva Orleáns, por eso es que esta situación que viví de cerca me trae recuerdos muy especiales. Hoy en día el tema migratorio norteamericano, a diferencia de otras épocas, nos afecta tremendamente. Aquí en Guatemala ya nos hemos convertido en dependientes de esos «migradolares» que envían nuestros connacionales desde Estados Unidos principalmente, estos flujos monetarios juegan un papel sustantivo en el aspecto económico, político y social del país. Por eso es que el tema migratorio debe ser planteado de la manera más responsable e inteligente ahora que viene Bush, que aunque el Presidente norteamericano ya no es un actor determinante, podría constituirse en un elemento valioso de apoyo en nuestra aspiración dentro de la reforma migratoria a darse en ese país. Afortunadamente para Guatemala ahora es Gerth Rosenthal el encargado de nuestras relaciones exteriores. Un hombre que a lo largo de sus intervenciones como Canciller nos ha demostrado a los guatemaltecos su lealtad hacia el país. Por eso es que esperamos la mejor estrategia para atender esta visita.