La Nueva Guatemala de la Asunción, nuestra caótica ciudad de Guatemala, cumplió ayer, 2 de enero de este 2009, doscientos treinta y tres años de haber sido fundada en el Valle de Las Vacas o de La Virgen en lo que hoy es el barrio de La Parroquia, cuando sesionó por primera vez los miembros del Cabildo Municipal. Es importante señalar que la extinción de la ciudad de Santiago de Guatemala se debe más a problemas económicos de la Corona Española de Don Carlos III que a los terremotos de Santa Marta de 1773. En este caso, el Rey Nuestro Señor, estaba tan endeudado con La Iglesia que la oportunidad de condonar todas las deudas reales y personales de los habitantes de Santiago fue propicia para ordenar el traslado de la ciudad después del terremoto.
El traslado fue muy agitado ya que el Rey ordenó deshabitar y aún destruir la ciudad de Santiago, le abolió todos los privilegios reales que tenía desde el siglo XVI: el escudo Real, los títulos de nobleza y le cambió nombre por Real Cédula del 24 de mayo de 1776, llamando al flamante asentamiento Nueva Guatemala de la Asunción, en honor a la Virgen de la Asunción que los indios reducidos de Chinautla veneraban en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (actual Parroquia Vieja) desde el siglo XVI.
La ciudad nació pobre y sigue pobre como hoy. Su fundación es un alarde mayestático de Carlos III y el único caso que ocurre en el siglo XVIII en el Reino Español, al trasladar una ciudad con más de trescientos años de desarrollo como lo era Santiago a un nuevo solar, sin dinero contante y sonante, sin capacidad para refugiar y acoger a las sesenta mil almas que habitaban la ciudad del Señor Santiago. Sirva este artículo como un homenaje a esos hombres que hicieron posible el traslado y a la generosidad y solidaridad de los habitantes del Valle de Las Vacas (en particular de los Barrios de La Parroquia, Candelaria, El Ojo de agua y el Cerro del Carmen), que acogieron hace doscientos treinta y tres años a todos los vecinos que vinieron de la derruida ciudad.
La Nueva Guatemala de la Asunción se inició con gran dificultad. Sus barrios, calles y edificios, que se resisten a morir, se iniciaron también con enormes problemas. He aquí la Historia resumida de algunos de ellos:
Barrios
El trazo de la Nueva Guatemala de la Asunción se debe al ingeniero Marcos Ibáñez, quien fue nombrado por el Rey Carlos III como Arquitecto Principal de la ciudad, a propuesta de don Francisco de Sabatini, Intendente de Obras Reales y Arquitecto Mayor del Rey en el año de 1778. En la nueva ciudad se distribuyeron los solares para los mismos conventos, parroquias e iglesias que existían en la Ciudad de Santiago antes de su destrucción en 1773, lo que permite mantener el mismo carácter monástico que la anterior. En la Nueva Guatemala de la Asunción, nombre que le da el Rey el 24 de mayo de 1776, se van a conservar muchos elementos arquitectónicos de la ciudad del Señor Santiago: las casas con sus grandes patios, aleros de teja y habitaciones espaciosas no variaron grandemente. Sin embargo, la nueva Guatemala es neoclásica en lo que a Arquitectura se refiere, en tanto la vieja Ciudad es barroca por excelencia.
Los barrios de la nueva ciudad van a surgir en forma incipiente alrededor de templos y conventos así como las manzanas que los rodean, las cuales con el posterior desarrollo de la urbe, constituirán los distintos barrios. Con el temprano crecimiento de la ciudad, se hizo necesario ordenarlo en quarteles y barrios para su mejor gobierno. El casco original fue dividido por el Ayuntamiento en 1791 en seis quarteles cuya denominación y demarcación fue la siguiente:
* Quartel de San Agustín, sus barrios: el Perú, San Juan de Dios
* Quartel de la Plaza Mayor, sus barrios: San Sebastián, Escuela de Cristo.
* Quartel de Santo Domingo, sus barrios: Habana y Capuchinas
* Quartel de la Merced, sus barrios: Catedral, San José
* Quartel de la Candelaria, sus barrios: Tanque, Marrullero
* Quartel de Uztariz, sus barrios: Ojo de Agua, Santa Rosa
Conforme Guatemala se fue poblando, los barrios se fueron ampliaron y demarcaron con mayor precisión. En detalle breve, los barrios que mejor caracterizan la ciudad y citados en este ensayo, son los siguientes:
Barrio de San José
Aparece ya en uno de los planos más antiguos de la ciudad en 1806, cuyo autor se desconoce. En el trazo de Casilolo España se encuentra mucho más claro. Perfectamente delimitado en el trazo efectuado por Julián Rivera en 1840, y en el de 1846 del mismo autor Seguirá apareciendo en otros mapas del siglo XIX hasta la actualidad. El barrio se formó alrededor de un humilde oratorio dedicado al Señor San José, que en los primeros tiempos se llamó San José El Viejo, sita al noreste de la urbe. Es uno de los barrios formadores de la ciudad. Barrio de la Merced De los barrios más antiguos de la Nueva Guatemala. Según el trazo de Ibáñez de 1778, aparece ya ubicado al noreste de la plaza central. Asimismo, se perfila con mayor detalle en el de 1806, señalado ya como uno de los barrios de mayor importancia. En el catastro de 1872, levantado en tiempos de J. Rufino Barrios, forma parte de la sección tercera de la ciudad, delimitándose perfectamente sus calles y cuadras. De entonces para acá permanece cómo uno de los barrios más ancestrales. Batres Jáuregui y Ramón A. Salazar hacen mención de su abolengo. El barrio de la Merced conserva su carácter colonial y tradicional. Desde mediados del siglo XIX se concentra en él un núcleo de población semipopular. Importante, además, por la pila que ornamentaba la plaza y que contribuía a la distribución de las aguas en dicho sector. Las fiestas tradicionales, las procesiones, las velaciones, las quemas del Diablo la cuelga de Judas y «El día de San Judas Tadeo» que tanto auge tuvieron en los primeros tiempos de la ciudad, aún perduran en este barrio hoy incorporado a la zona uno.
Barrio de El Calvario
Es también uno de los fundadores de la Nueva Guatemala de la Asunción. Aparece por primera vez en los planos de 1806, y ya totalmente delimitado en el de Casildo España de 1821, pero en las afueras de la urbe, como se observa perfectamente en el plano de Julián Rivera de 1840 y 1846, en donde se aprecia la ermita del Calvario dibujada primorosamente y algunas cuadras que se van extendiendo alrededor de la colina, En los Catastros de 1876 forma parte de la sección sexta de la ciudad, y es mencionado como uno de los más despoblados y ubicado en las afueras de la ciudad. Ramón A. Salazar indica que a principios del siglo XIX, el Calvario constituía el barrio de los Cholojeros o peruleros, que todos esos nombres que aún conserva. Sus habitantes eran gentes bravas y sanguinarias: tenían el privilegio de ser los matadores en el rastro mayor, y era de verlos pasearse a muchos salpicados de sangre los vestidos, remangadas las mangas de la camisa hasta arriba de los codos, y con multitud de cuchillos al cinto, puntiagudos y afilados, que sólo verlos causaba escalofríos. Don Víctor Miguel Díaz en «El Viejo Reporter» lo describe así en 1933: «de los barrios animados desde años antes de la independencia fue siempre el del Calvario, no obstante haber sido de poco vecindario; tenía y aún tiene el aliciente de ser la entrada, por el Guarda de Buena Vista, de los abastecedores de víveres que venían de varias poblaciones. Exponía el aludido barrio al final de la Calle del Perú, hermoso estanque de figura circular, dotado de muchos lavaderos y techo de azotea y a abundante agua de Mixco; una fuente redonda al final de la 6a. Avenida (Calle Real) asientos de cal y canto contra la pared de las casas de Diez y Ocho calle (Calle del Perú y de la Habana); el campo, completamente limpio de casas en los alrededores del viejo árbol de Amatle; las dos pequeñas capillas de cal y canto al pie de las gradas del Calvario; el Cementerio de Remedios, las extensas faldas del cerro de aquella iglesia; a poca distancia fue construido en una colina el fuerte de San José, estrenado el 25 de mayo de 1846; luego el cerrito de Buena Vista donde edificaron la casa para el «Guarda»; al lado oriental de la colina del Calvario hallábase el Rastro de Ganado Mayor, dependencia del Ayuntamiento; a cien metros de distancia del Rastro, alzábase «El Cielito» cerro que comenzó a ser demolido en la época del gobernante general José María Reyna Barrios, para prolongar la Diez y Ocho calle oriente (Calle del Perú) ; de esta arteria siguiendo al sur, llegábase al campamento, hoy Penitenciaría Central, pasándose por una vereda, convertido en 1896 en espléndida avenida, prolongación de la séptima sur»
Tanto el Rastro de ganado Mayor como el Fuerte de San José aparecen ya en los mapas de Julián Rivera de 1846. La penitenciaría central fue demolida en 1971. El Amate, famoso en la tradición de la ciudad de Guatemala, fue sustituido por una ceiba que aún se encuentra en el lugar de origen. El Cerro del Cielito fue terminado de demoler durante la administración edilicia de Mario Méndez Montenegro. En tanto la iglesia vieja del Calvario, (a la cual alude el Viejo Reporter), fue demolida en 1947. Las faldas del Cerro donde estaba ubicado el Calvario marcaban el final de la ciudad en su trazo original de 1778. Allí moría la urbe colonial. Famoso en la tradición oral como parte de las fiestas populares. Su antigua fisonomía de barrio colonial ha desaparecido, pero perdura su recuerdo en la tradición anónima de la ciudad.
Barrio de Santa Rosa
De los barrios más añejos de la Nueva Guatemala aparece en el plano de Marcos Ibáñez en 1778 con el nombre de Beaterio de Santa Rosa. Sus manzanas se delimitan con mayor precisión en los mapas de 1806 y en el de Casildo España de 1821. En los planos de Julián Rivera de 1840 a 1846 se delimita su ubicación. En el de 1872 se encuentra ya tal y como hoy se le conoce. Santa Rosa fue el barrio de mayor importancia de la Nueva Ciudad durante la primera década del siglo XIX, ya que la iglesia del Beaterio fue escogida por el Arzobispo Peñalver y Cárdenas como catedral provisional en 1776, en tanto se terminaba de construir la definitiva. Un templo sencillo y de una nave, pero sirvió de sede al Arzobispado hasta 1815, cuando fue concluida la fábrica de la Catedral, aunque sin sus torres que no se terminaron de construir sino hasta 1854. El hecho de ser la sede del Arzobispado, dio al barrio cierta relevancia, lo cual se puede ver aún por la magnífica arquitectura de sus casas. Ramón A. Salazar indica que aquí vivían las «gentes decentes». De gran tradición, guarda celosamente lo heredado a través de la transmisión oral.
Barrio de San Sebastián
Del barrio de San Sebastián aparece delimitada su iglesia y plaza en el plano de 1806. A pesar de ser tan antiguo no lo registra el trazo de Marcos Ibáñez de 1778. En el plano de Julián Rivera de 1840 y 1846 se aprecia perfectamente el templo, la fuente de agua y el tanque de lavar ropa, que aún perdura en el Callejón de Soledad. En el catastro de 1872 se encuentra delineado con las calles y manzanas que subsisten hasta la actualidad. Ramón A. Salazar indica que el barrio de San Sebastián era conocido como el «barrio de los batanecos» porque allí existían a principios del siglo XIX más de 800 telares de géneros de la tierra, industria que vino tan a menos, cuando se decretó la «libertad de comercio». Barrio de artesanos tejedores, su participación en los movimientos independentistas de 1811-13 es muy evidente. Destruidas sus casas y templos por los terremotos de 1917 y 18, Villacorta indica en 1926 que el templo «está ya reconstruido, con una plazoleta rodeada de una verja de cal y canto y sembrada de bonitos árboles de pino, ciprés y de otras clases». «El Viejo Reporter» indica en 1933, que entre los lugares que el pueblo llamaba su barrio, se encontraba San Sebastián, el barrio bataneco. San Sebastián es otro de los lugares característicos de la ciudad. Sus callejones y calles conservan algunas edificaciones que recuerdan su ancestro colonial. La tradición oral en él es más que rica. Los espantos, brujas, príncipes, princesas y dragones caminan todavía por sus calles.
Barrio de la Recolección
Nace con el trazo de la ciudad. Marcos Ibáñez le asigna un solar al norte de la Plaza de Armas apareciendo en su plano de 1778. Luego se le ubica en 1806 en posición de una gran extensión de terreno. Con la Recolección terminaba el cuadrado de la Nueva Guatemala hacia el norte. En los planos de Julián Rivera aparece el templo muy bien dibujado entre 1840 y 1846 con sus manzanas delimitadas. En el catastro de 1872, pertenecía a la sección cuarta de la ciudad y se encuentra con las calles y manzanas que hasta el momento ha tenido. El barrio de la Recolección fue famoso por el «Baño de los Padres», y por estar próximo al «Paseo de los Naranjalitos» y «El Sauce». Batres Jáuregui lo menciona a mediados del siglo XIX como uno de los lugares más habitados de la ciudad. Todavía hoy la Recolección es uno de los sitios de mayor tradición de la Nueva Guatemala, con casas que resistieron los terremotos de 1917-18, y aún los de 1976, con sus callejones estrechos. Merece mención especial los repiques de los campanarios de la iglesia que definen la vida de los vecinos del barrio.
Barrio de Santa Catarina
También colonial. De los más antiguos de la ciudad. Está presente el trazo de Marcos Ibáñez en 1778. En el año de 1806 aparece ya con su plazoleta, sus calles y su templo. Mejor perfilado en los mapas de 1840 y 46, está ya la fuente alcantarillada de la esquina de la Calle del Olvido, así como la plaza de los carboneros. El Templo fue estrenado el 28 de noviembre de 1809. En los trazos de 1872 y 1876 forma parte de la sección cuarta de la urbe. Fue habitado por artesanos y artistas populares. Su ingenio se conserva todavía en la tradición oral. De igual manera las fiestas y procesiones del Señor de Santa Catarina, venerado en este templo, del cual se tejen leyendas y cuentos. Algo queda hoy con los cohetes, las campanas y sus calles estrechas, con algunas casas que amenazan caerse de viejas y que si bien resistieron los terremotos de 1917-18 y 1976, el tiempo se encarga ahora de destruirlas. En 1926 Antonio Villacorta indica que el templo todavía se encontraba en ruinas. «El Viejo Reporter» lo menciona como barrio antiguo, con calles empedradas y carruajes. Su tradición, a pesar de todo, perdura hasta nuestros días.
Barrio de la Parroquia
Al contrario de lo que siempre se dice, la ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción no surgió en la Parroquia Vieja. Le corresponde una mayor antigí¼edad. Para el traslado de la ciudad entre 1774 y 76, ya estaban habitados estos lares. Su origen se remonta al siglo XVI, y tenía como jurisdicción el pueblo de indios de Chinautla, así como los de Pinula. Junto con el Cerro del Carmen son lugares anteriores a la Nueva Guatemala. En el plano trazado por Ibáñez en 1778 aparece únicamente como punto de referencia el Cerrito del Carmen, pero no se menciona para nada la Parroquia. Sin embargo, ya en 1800, existe un plano donde se le aprecia ya incorporado a la ciudad. En el plano de 1806 aparece como Plaza de la Parroquia Vieja y tiene sus manzanas y fuentes de agua bien delimitadas. En los planos de Julián Rivera de 1840 y 1846 figura con sus calles, totalmente anexada a la ciudad. En los planos de 1872 y 1876 aparece formando parte de la primera y segunda sección de la urbe. Sin embargo, se infiere por el examen de todos estos planos que este barrio constituía los suburbios de la Nueva Guatemala, ya que su trazo urbanístico es tosco y no aparecen asentados los nombres de sus calles ni aun en los planos más modernos del siglo XIX, como el de 1894. Por ser anterior a la traslación de la ciudad y haberse incorporado muy tempranamente (finales del siglo XVIII), al resto de la urbe, el actual barrio de la Parroquia conserva la tradición más antigua y auténtica de la Nueva Guatemala; así como su propia tradición que data del siglo XVI y las costumbres que afincaron en sus calles los primeros moradores, llegadas de la derruida ciudad de Santiago. La Parroquia es el girón más tradicional y auténtico de la Nueva Guatemala de la Asunción. Ahí es donde en mayor proporción existen las casas de espantos, entierros de dinero, duendes, lloronas y siguanabas. Es ahí también donde más tradición oral se ha recogido y en donde más se protege. Basta caminar por sus calles semipolvorientas para darse cuenta que su antigí¼edad es mayor que la del resto de la ciudad.
Barrio de la Candelaria
Otro viejo barrio surgido durante el traslado de la ciudad. Entre la Ermita del Cerro del Carmen y la Parroquia, la Candelaria aparece ya como Cuartel en las ordenanzas del Ayuntamiento en 1791. Su iglesia, al igual que en la Vieja Guatemala, estuvo dedicada a Nuestra Señora de los Dolores de Arriba. Sin embargo, siempre se le conoció como parroquia de Candelaria. Aparece ya en los mapas de 1806, como punto intermedio entre la Ermita y la Parroquia. En dicho trazo se delimitan sus calles, así como en los mapas de Julián Rivera en los cuales se configuran los límites de su jurisdicción. En los de 1872 y 1876, la Candelaria formaba junto con la Parroquia, la primera y segunda sección de la ciudad. La Candelaria conservó siempre su carácter popular, obtuvo mucho auge en el período conservador de Rafael Carrera (1837-1871), durante el cual el culto a la Virgen de Candelaria cobró relevancia. Ramón A. Salazar afirma que a los habitantes del barrio de la Candelaria «les daban el nombre de chicharroneros, porque tenían por principal profesión la matanza de marranos, y la preparación de morcillas y otros productos similares, que malas lenguas decían sabían confeccionar no sólo con carne de chanchos sino con tripas de sus prójimos, (no de los chanchos) que diz que son un plato delicioso». Agrega Salazar: «En ese barrio nació Rafael Carrera tan conocido en nuestra historia. También fue cuna de Juan Chapín que aún vive, viejecito y lleno de recuerdos». El barrio de Candelaria es de inmensa riqueza tradicional, en sus calles tortuosas se aprecian todavía algunas viejas casonas coloniales, así como fuentes y tanques de agua. Con el barrio de la Parroquia, el de Candelaria constituye el alma de las tradiciones populares de la ciudad de Guatemala. Fue considerado siempre como un barrio de los suburbios de la ciudad, hasta muy recientemente, por lo que la tradición histórica y tradicional se conserva a pesar de los automóviles y el asfalto. La huella imborrable del ancestro y la tradición pende de los aleros de sus casas y perdura en el polvo de sus calles. Hablar de los barrios de la parroquia y de la Candelaria es referirse a los rincones más preciosos donde permanece resguardada la cultura tradicional de la ciudad de Guatemala.
Las fuentes para la elaboración de este artículo son producto de la investigación del autor a nivel bibliográfico, hemerográfico y de archivo. Por lo tanto, la responsabilidad de las opiniones solo corresponden al mismo.