Al conformar una alianza coyuntural con distintos bloques de diputados hasta superar el número mágico de 105 votos necesario para aprobar aún resoluciones que demandan mayoría calificada, el gobierno del presidente Colom plantea una nueva correlación de fuerzas porque ni siquiera las tácticas dilatorias del Partido Patriota pueden, al final de cuentas, detener el impulso del régimen con el apoyo de un buen número de bancadas.
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Esa mayoría no se construyó de la noche a la mañana sino que se trabajó durante varios meses. Se recordará que en reuniones privadas con los distintos partidos políticos, el Presidente asumió compromisos para invertir en los distritos electorales de acuerdo a las peticiones que hacían los diputados, lo cual constituye un elemento válido de negociación. Lo que sería inaceptable es que se revivieran proyectos tipo el PACUR que además de asignar recursos para la ejecución de obras en esos distritos, daba a los diputados la potestad de escoger a las empresas constructoras para asegurarse beneficio personal. En otras palabras, si los acuerdos se hicieron con base en la asignación de obras de beneficio de la comunidad, el juego político es totalmente válido aunque pueda considerarse clientelar.
Dada la ausencia de partidos políticos con verdadero sello ideológico, esta alianza coyuntural dependerá en el futuro de la capacidad de maniobra que tenga el oficialismo para ir satisfaciendo intereses de cada uno de los grupos y negociando para mantener la cohesión del grupo, por lo menos durante un buen tiempo hasta que se despierten las aspiraciones presidenciales y cada uno tome su propio rumbo. Eso le otorga al gobierno una ventaja muy considerable que le permitiría avanzar con su agenda social si es que en realidad tiene alguna que trascienda de la visión de corto plazo y con orientación político -electoral.
En este nuevo contexto político obviamente los que más han perdido son los empresarios representados por la cúpula del CACIF, puesto que se la jugaron por la no aprobación del presupuesto suponiendo que podrían gozar del respaldo de otros partidos no comprometidos con el gobierno, pero resultó que fuera de los Patriotas, que ellos sí ya están jugando su carta electoral con la vista puesta en los comicios a realizarse dentro de tres años, no hubo eco a su llamado en el resto de organizaciones con representación en el Congreso.
La fuerza de los empresarios en el plano político ahora se reduce a la prensa en la que algunos analistas empiezan a observar turbulencias derivadas de conflictos entre socios y de ajustes a nivel de las empresas dedicadas a la comunicación social. Si esas turbulencias se producen, los medios estarán más dedicados a consolidarse internamente que a librar batallas en nombre de otros y eso también puede reducir, por vez primera, el impacto de las posiciones de los grupos más reacios del empresariado nacional.
Imposible saber a estas alturas si esos cambios en la correlación de fuerzas tanto entre los sectores políticos como entre otros poderes fácticos, será saludable o perjudicial para el país, pero indudablemente que los escenarios están cambiando y habrá que ver si el gobierno les saca provecho o simplemente se termina sumando al enredo que ya se vislumbra en el horizonte.