La nueva cara del terrorismo


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El pasado lunes 15 de abril el mundo vivió asombrado, cómo cerca de la meta del tradicional maratón de Boston, hacían explosión cuando menos dos artefactos que segarían la vida de tres personas y dejarían con amputaciones y lesiones a decenas más, cuyo único pecado habría sido acercarse a apoyar a los participantes en la famosa carrera.

Juan Antonio Mazariegos G.


En un principio y dados los antecedentes del 11 de Septiembre y otros ataques terroristas lanzados alrededor del mundo, se pensó que nuevamente algún tipo de organización terrorista era la responsable y que nuevamente buscaba golpear otro de los símbolos de quien ellos consideran su enemigo, sin embargo, luego de una impresionante demostración de colaboración ciudadana la policía de Boston daba con los principales sospechosos y  de una espectacular persecución abatía a uno y capturaba gravemente al otro.

La sorpresa no se hizo esperar cuando al descubrir la identidad de los ahora reconocidos como autores, se comprobó que se trataba de los hermanos Tarmertan y Dzhorkhar, ambos de apellido Tsarnaev, jóvenes chechenos que habían arribado a Estados Unidos diez años antes provenientes de la disidente y explosiva región rusa. Al parecer ambos hermanos, sin vínculos, hasta el momento comprobados con organizaciones terroristas o religiosas extremas actuaron impulsados por sus propias creencias e ideologías, se buscaron en internet un video de cómo “hacer una bomba en la cocina”, compraron lo que necesitaban y fueron a depositar sus mortales armas a un par de cuadras de la meta en un lugar estratégicamente elegido por la cantidad de personas que en él se acumularían con el objeto de realizar el mayor daño posible.

Con independencia de la atrocidad cometida, es de analizarse las enormes avenidas de posibilidades y la enorme cantidad de personas con perfiles similares a los de los hermanos Tsarnaev que se pueden transformar en unidades independientes terroristas para buscar cumplir sus nefastos propósitos. En el caso en cuestión, ha trascendido en las noticias de prensa que el mayor de los hermanos radicalizó su posición dentro de su fe musulmana, religión que ambos practicaban y al parecer influyó en su hermano menor para que le acompañara en esta ilógica y trágica aventura.

Los peligros, sin duda son muchos;  que existan otros como ellos que impulsados por su fe, sus ideas o su demencia busquen causar daños similares; que se generalice y se confunda el hecho de que por uno o dos radicales se estigmatice a todo un pueblo o religión; que se limiten los espacios y las libertades en aras de buscar una lógica prevención en contra de fanáticos como estos, en fin, los muertos y los heridos en el caso que nos ocupa no fueron más que en otras ocasiones, pero sin duda, las repercusiones serán enormes pues el acto terrorista  se realizó  en un lugar, día y evento en donde no pasará inadvertido y las consecuencias serán muchas y sin duda repercutirán en todos. El mundo occidental y principalmente Estados Unidos, sin duda se enfrenta a una difícil tarea, donde  encontrará ahora al enemigo, cuantas ollas de presión en adelante se pensará que fueron compradas con un fin distinto al de su destino original, cual pista seguir para encontrar al siguiente asesino y prevenir que actúe, definitivamente la cara del terrorista mundial cambió a partir de los hermanos Tsarnaev.