LA NOBLEZA DE EL GATO í“SCAR


Cuando una de las enfermeras encargadas de los pacientes terminales asilados en el tercer nivel del Hospital de Rhode Island se dio cuenta que en el cuarto 313 estaba el Gato í“scar acurrucado y recostado sobre la Sra. K., salió rápidamente hacia el escritorio de enfermerí­a para buscar el número del teléfono de la familia y principió a hacer las obligadas llamadas a la familia.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

Las enfermeras llevaron sillas al cuarto, llegaron los familiares y un sacerdote se hizo presente para administrarle, a la Sra. K. los últimos sacramentos. Uno de los nietos le preguntó a su madre, «Â¿Qué está haciendo aquí­ ese gato? La respuesta, emocionada y entrecortada de la madre fue: «Vino a ayudar a la abuelita a irse al cielo». Media hora después, falleció la Sra. K.

El Gato í“scar se incorporó, y salió del cuarto, hacia el corredor para irse a su apartado refugio. Por el corredor pasó por ese lugar en donde una placa enclavada en la pared luce una leyenda: «Esta placa es dedicada a el Gato í“scar por su compasivo trabajo en este hospital». En su camino pasó por otros cuartos, en donde reposan otros varios viejecitos, pero el felino pasó de largo, no entró, porque a ninguno de ellos les llegaba su turno.

Es que el Gato í“scar, desde hace dos años, cuando era un mishito fue adoptado por el personal de ese hospital, y ha estado siempre presente acompañando a morir a más de 25 viejecitos asilados en el tercer piso del asilo. El personal, tanto médico como enfermeras se han impresionados y han confirmado que este especial digití­grado tiene la capacidad para predecir la muerte y que, sin falta, acompaña a los pacientes durante su agoní­a. Ese gesto es muy significativo, especialmente cuando se trata de pacientes olvidados para quienes la soledad es la única compañera.

El Gato í“scar se da cuenta de ello y siempre está allí­ cual fiel compañero durante ese tránsito final.

En el número del 26 julio 07, del New England Journal of Medicine, la más prestigiada revista de medicina en el mundo, publica un artí­culo del cual es autor el Dr. David M. Dosa, quien es un geriatra en el Hospital de Rhode Island allí­ en Providence en el que se rinde homenaje a esos incomprensibles dones de ese noble animal, y donde se publica una su bonita foto. Un muy merecido reconocimiento a ese animal poseedor, en estos nuestros dorados tiempos, de algo de que carecen muchos de nuestros humanos hermanos. Conmovidos por la compasión del gato que ofrece su compañí­a al moribundo, las enfermeras y médicos le dedicaron una placa, y el mundo médico, a través del New England conoce y admira ahora al Gato í“scar.