En un artículo anterior una persona me sugirió que escribiera de la dependencia del amor, no de una pareja. Y hoy estoy tratando de referirme a ello de una posible manera que pretenda dar una comprensión al planteamiento.
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Todas las personas necesitamos amar y ser amadas. Y una vez resueltas todas nuestras necesidades elementales, el amor se constituye como una esencial, así como la búsqueda de nuestra espiritualidad.
El perseguir y depender en la vida de la meta del amor no es una enfermedad, sino, una manifestación de nuestra humanidad. Pero, en el transcurso de nuestras vidas podemos confundir la búsqueda infinita de amar y ser amados con la dependencia interna o externa de un objetivo.
En lo personal considero que todo lo que implique dependencia, nos limita, nos aleja de nuestra libertad, nos hace ver un camino de vida estrecho, con una visión también limitada.
Muchas veces ante esta obsesión de búsqueda del amor, y sobre todo del amor en pareja, nos alejamos del mismo, nos apartamos, ya que hemos idealizado tanto el amor, que sea probable que lo que realmente sucede es que nos hemos enamorado del mismo
Otras veces nos percibimos inmerecedores de ser amados, y nos conformamos con una idea de amor o una idealización del ser a quien amamos. No creemos en nosotras/os mismos como personas con libertad de elegir y nos dejamos elegir. Agradeciendo todavía esta situación, viviendo atemorizados con ser rechazados o abandonados por la persona a quien sentimos amar.
En el amor se hace una loa a la vida, se celebra la propia existencia y la existencia de otros. Mi capacidad de amar y ser amado está seriamente vinculada con la capacidad de respeto, admiración y amor propio.
Partidaria del amor romántico, desde la concepción de una relación que implica vínculos y compromisos. Pero considero que también es propio situarnos en nuestra realidad y no permitir que nuestra necesidad de amor nos aplaste nuestra autoestima.
El modelo del amor romántico no procede del romanticismo, sino de la edad media, tal como revelara Denis de Rougemont en El amor y Occidente (1938).
El amor romántico es considerado diferente y superior y generalmente implica una mezcla de deseo emocional y sexual, otorgándole, eso sí, más énfasis a las emociones que al placer físico.
Desde la perspectiva psicológica, tras las investigaciones efectuadas acerca del amor, Robert J. Sternberg propuso tres componentes.
1. La intimidad, entendida como aquellos sentimientos dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo y la conexión.
2. La pasión, como estado de intenso deseo de unión con el otro, como expresión de deseos y necesidades.
3. La decisión o compromiso, la decisión de amar a otra persona y el compromiso por mantener ese amor.
Por lo que concluye, amar y ser amado siempre serán necesidades propias de cualquier ser humano. Pero no puede limitarse al amor, todas las formas de amor se entrecruzan y entrelazan. Si la búsqueda de amor se convierte en una obsesión, lo más probable es que este no llegue a nuestras vidas. Y nos conformemos con ilusiones, con espejismos y descartemos lo verdadero y existente dentro de nuestras vidas.
Realmente deseo que en nuestras existencias podamos disfrutar sobre todo del placer de amar y también sería una idea feliz el encontrar la posibilidad de una pareja que también nos corresponda. Así que deseo que nuestro amigo que solicitó este artículo pueda encontrar alguna respuesta dentro del mismo. Saludos y muchas gracias por mantener la lectura de mis artículos.