La música temprana de Johannes Brahms


celso

A la edad de 15 años dio su primer concierto, consagrado a Bach, Beethoven y Marxen. Un año más tarde, hizo una gira con el violinista húngaro Remenyi, quien le inició en la música de los gitanos y le presentó al célebre violinista Joseph Joachim y a George Liszt. Durante toda su vida, Brahms fue amigo íntimo de Joachim, mientras su relaciones con Liszt, patético y eternamente cortejado. El acontecimiento que impresionó profundamente la vida de Brahms fue el encuentro con Schumann y su esposa en 1835, ocasión en que tocó ante Schumann sus sonatas para piano y algunas canciones.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela


El maestro, ya misántropo y melancólico en aquella época, sintió tal entusiasmo que rompió el silencio guardado durante tanto tiempo, escribiendo por última vez y con un sugestivo lirismo una crítica musical en que proclamaba el talento de un joven que acababa de revelarse y que glosamos en el artículo anterior en estas páginas de La Hora y como un homenaje a Casiopea, cuyo sonido único se convierte en cascada de miel, esposa dorada, quien es barco despeñado en mi corazón ardiente y a quien ciño la cintura en la plenitud del alba.

Schumann comienza su célebre artículo como ya apuntamos, declarando que durante muchos años esperaba la llegada del compositor «destinado a encontrar la fórmula ideal que expresa las supremas aspiraciones de la época». Incluso su apariencia está marcada igualmente con todas las características que nos hacen exclamar: «He aquí al Elegido. Las regiones más sublimes nos fueron reveladas en cuanto se sentó al piano, arrastrándonos dentro de su círculo mágico. Sucedíanse las sonatas; diríase más bien, veladas sinfonías; las canciones, cuya poesía podía ser comprendida sin necesidad de entender las palabras, a pesar de que a lo largo de su ejecución no se perdía un instante el hilo suavemente cantante de la melodía; algunas piezas para piano, entre las cuales había algunas que parecían animadas por un indefinible espíritu demoníaco, pero siempre de forma sencilla; a continuación, sonatas para piano y violín; cuartetos para cuerda; cada pieza diferente de la anterior, hasta tal punto que parecían proceder de fuentes distintas. El día en que extienda su varita mágica a un coro o a una orquesta para conjurar las fuerzas ocultas, éstas se rendirán a sus prodigiosos encantamientos; entonces, desfilarán las más admirables visiones ante nuestros ojos maravillados y contemplaremos los secretos del mundo del espíritu. Ojalá que el Genio supremo le asista en esta tarea, lo cual me parece tanto más probable cuanto que en él hay otro Genio todavía: el de la modestia».

Esta misma modestia se desprende de la carta de agradecimiento que Brahms dirigió a Schumann después de este artículo: «Mi venerado maestro: me ha hecho usted infinitamente feliz, hasta tal punto que no he podido encontrar los términos convenientes para darle las gracias. Quiera el cielo que mi trabajo le demuestre pronto cuánto su simpatía y su bondad me han fortalecido y animado. El elogio público que ha hecho usted de mí habrá intensificado tanto la atención que el público puede prestar a mi obra, que no sé qué hacer para no causarle una triste decepción». Como consecuencia del artículo de Schumann, Beitkopf y Härte editaron algunas composiciones de Brahms.

La mejor manera de conocer toda la belleza del carácter de Brahms es seguir la correspondencia que sostuvo con Schumann, ya abatido y neurasténico. A Clara Schumann debía Brahms el haber obtenido una situación no oficial en el Teutoburger Wald de la Corte de Detmold, que le proporcionaba modestos ingresos durante todo el año y se convirtió con el tiempo en su amada inmortal que lo acompaño siempre.