La música durante el perí­odo de la Independencia de Guatemala


Retrato de Fernando VII,

Por Enrique Anleu-Dí­az

Las gestas cí­vicas del 15 de Septiembre de 1821 tienen un significado de gran trascendencia no sólo en lo polí­tico, sino en las expresiones del arte tanto culto, como popular.


Marqués Don Juan Fermí­n de Aycinena, uno de los hombres más poderosos de la Nueva Guatemala de la Asunción durante la época de la Independencia en 1821, ya que bajo su cargo estaba el barco de cabotaje por lo que distribuí­a todas las mercancí­as entre España y el Reino de Guatemala. Ilustración tomada de la Historia General de Guatemala, 1995.

El resquebrajamiento colonial ya en la nueva Guatemala fue consecuencia de las luchas polí­tico-sociales en Europa, y que dieron como resultado la Revolución Francesa; las ideas de pensadores como Diderot, Voltaire y Rosseau, conocidas en las colonias de los europeos en América, abrieron los ojos a éstas ante la realidad colonial y despertaron la anhelada sed de derechos inherentes a todo individuo.

Los intelectuales de la época que inyectaron con sus escritos al pueblo, abrieron de esta manera una ví­a positiva para la expresión de la idea de nacionalidad y de «patria», y de eso es ante todo de lo que participan las expresiones artí­sticas de la época.

En el perí­odo preindependista, o sea el de los inicios de la Nueva Guatemala, siguió predominando las formas religiosas en la música, sin embargo como partí­cipes de una nueva era en gestación, no estuvieron ajenos los compositores a las nuevas formas que se practicaban en Europa

Encontramos entre los primeros músicos a un grupo cuyos nombres aparecen en el archivo del cabildo Eclesiástico, entre ellos Josef Estrada, Nicolás Espinosa, José Andrino, Esteban Garrido, Benedicto Sáenz padre.

La figura de mayor importancia en el momento es Benedicto Sáenz hijo, que cambia en muchas formas el curso musical de la época.

Fue el primer músico que viajó por Europa, y de su viaje de investigación, al volver dio gran impulso a la orquestación que estaba sumamente atrasada, fue el primer director de orquesta, el primero que conoció el estudio operático, el espectáculo teatral, y que lo dirigió en ésta. Su participación en las ideas preindependistas están plasmadas en sus «Tonadas e Himnos Patrióticos».

El creciente impulso en la vida musical guatemalteca se va enriqueciendo con la contribución de asociaciones particulares tales como la asociación filarmónica (1813) y escuelas particulares.

Si bien el ambiente polí­tico estaba imbuido de constantes revueltas, aún así­ el arte se cultivó bajo estas circunstancias. La música era parte del citadino, y los dos géneros el religioso y el profano se cultivaban por los compositores con destinos diferentes.

La figura cumbre de la música de el perí­odo independentista es la egregia personalidad de Don Eulalio Samayoa. Nacido en la ciudad de Guatemala el 10 de diciembre de 1780, compositor, escritor, violoncellista, director, maestro, y un hombre muy dado a la polí­tica.

Preocupado, y también partí­cipe en los movimientos independentistas de 1821, tomó parte en la famosa Conjura de Belén, por lo que tuvo huir durante un tiempo de la ciudad. Como escritor y crí­tico de los acontecimientos que se suscitaban en el medio, produce una serie de manuscritos que se conocieron como «Memorias» , también escribe un Apéndice Histórico al plan de reformas piadosas para la música en los templos de Guatemala «; Gandarias apunta que acompaña al discurso pronunciado por el mismo Samayoa en junio de 1843, en el que propone reformas a la música en los templos de Guatemala.

El aporte musical de Samayoa en tales acontecimientos dentro del campo de la música se evidencia en su Sinfoní­a Cí­vica, y su ideologí­a es patente en otra serie de obras como su sinfoní­a No. 7 en MI b, «El triunfo de las Armas Federales en Xiquilisco», o su Tocata » «La Estatua Ridí­cula» que «refiere como los soldados de Carrera practicaban tiro al blanco con una estatua que representaba a Morazán.

Uno de los más significativos acontecimientos en la historia musical del paí­s lo es el hecho de que la obra de Samayoa sea considerada como el representante del Clasicismo Musical en el paí­s. La estructura en la forma de sus sinfoní­as, y tocatas, evidencian tal sentido de el clasicismo. Situado entre dos mundos el religioso y el profano en ambos produjo gran cantidad de trabajos tanto corales como instrumentales. Otra de las mas importantes es el que funde la Asociación Filarmónica de Guatemala, registra y consigna los acontecimientos musicales, de los gremios, grupos de música, en fin toda una serie de preciosos datos. En 1824 lo nombra el supremo Gobierno de la República para que junto a Benedicto Sáenz y Manuel José de Lara, redactaran el reglamento para la creación de una escuela de música.

En 1831 Eulalio Samayoa era ya reconocido como uno de los mas eminentes y respetados músicos dentro del gremio,- «…tocaba el violoncello, organizaba y dirigí­a orquestas en diversas ocasiones importantes, como el concierto que condujo en el salón de las casas consistoriales con motivo del aniversario de la independencia el 15 de Septiembre de 1833. Eulalio Samayoa fallece en 1863, dato que no se ha comprobado y que se conoce por referencia de Ví­ctor Miguel Dí­az.

Otro aspecto de la vida musical de la época se encuentra en el teatro.

La existencia de improvisados teatros para la entretención popular existí­an desde el traslado hacia la nueva Guatemala, Rafael Vásquez apunta sobre el primer teatro en 1794 que incluí­a elenco, precios, advertencias, ordenanzas y notas al respecto. Se cobraba por la entrada general y aparte por el asiento en las localidades de palco y de barandilla. Se elaboran 21 ordenanzas para su aplicación, ellas contení­a asuntos como el de: «..al entrar y salir por las puertas de dicho Coliseo lo hagan con el sosiego que corresponde para no incomodarse unos a otros ni causar confusión a los cobradores, entrando y saliendo las mujeres que se dirigen a la cazuela y gradas por la puerta exterior de la calle a la derecha conforme se entra al coliseo, y por la otra contigua los hombres que se conduzcan al mosquete, gradas y lunetas, sirviendo ambas para personas que vayan a los palcos…»

Estas ordenanzas incluí­an en su variedad, el de «quitarse el sombrero», sin contradicción ni enojo,-» que no se grite a persona alguna, ni a aposento determinado, ni menos a ningún cómico, aunque se equivoque…» En fin, todas estas advertencias se hací­an dado que el público que asistí­a era de diversas clases sociales.

Es importante señalar que la existencia de teatros provisionales, era producto de la necesidad de distracción y gusto por las actividades de arte de las clases sociales existentes. Y tales construcciones que no faltaron desde el traslado hacia el valle de la ermita, es una constante que denota en la cotidianidad de la ciudad, la dualidad del desarrollo económico y el artí­stico sin interrupción, aún en las constantes revueltas polí­ticas.

Tal es el gusto o necesidad por ello, que aún en el proceso de las gestas patrióticas de 1821, que absorbí­an el interés del pueblo, sigue creciendo éste gusto por las artes hasta desembocar años después en la creación de instituciones y edificios para las presentaciones artí­sticas.

La música entonces aparte de su papel para públicos» selectos» tal el caso del anuncio de una función años después de las gestas mencionadas, se combina de la siguiente forma:

«Primera función. Se abrirá la escena con una famosa

Sinfonia a toda orquesta del Sr. L. Van Beethoven

nunca oí­da en esta ciudad pues es una de las mejores

de varias que le han venido al director de la música

Sr. Benedicto Saenz, y en seguida se representará la

Excelente tragedia en cinco actos , titulada «La Zaida.

De intermedio se cantará un duote la ópera de los dos

presos, titulada «Los dos rivales o No mas amor» y

dará fí­n a la función el célebre sainete titulado «La Rosca»

Asumimos que tení­an el mismo patrón en los años de la independencia, pero se conjugaban junto a éstas representaciones, otras expresiones mas «populares» en las mayorí­as.

Sobre un suceso que relaciona a la marimba, cuyo origen aún es discutido, pero que después de la conquista española se adopta por los indí­genas y las clases menos pudientes, es referido asociándolo a la gesta de 1821. La marimba de teclado simple, que ya se tocaba en el «pueblito de las vacas» al momento de la fundación de la capital, aunque era de preferencia de las personas de las clases indí­genas y de las clases pobres populares, muy poco del gusto de las clases altas, por ello se refiere que para atraer al «pueblo» y apoyar la firma del acta de independencia se recurrió por parte de la esposa de don Pedro Molina, doña Dolores Bedoya de Molina según apunta David Vela de un documento escrito por Pedro Molina su esposo, «doña Dolores Bedoya, Bacilio Porras y otros, llevaron música y quemaron cohetes en la plaza, para atraer al pueblo».

El asunto es que aunque la marimba era un instrumento que se tocaba, según algunos por los indios de Jocotenango y de Las Vacas, que son parte de la capital hoy dí­a, da lugar a controversias históricas.

De varios fragmentos de documentos citados por Alfonso Arrivillaga, he tomado lo siguiente como aporte sobre el asunto: «Arturo Taracena manifiesta que: La utilización de coheterí­a y música el 15 de Septiembre de 1821, tuvo como verdadero objetivo la búsqueda de apoyo proselitista popular para favorecer a las clases medias, mismas que gestaron dicho movimiento…En la circunstancias del movimiento independentista, la marimba nunca fue considerada polí­ticamente para ser el instrumento nacional». Prosigue mencionando que en las referencias a estas fechas históricas, historiadores clásicos como Marure, Montúfar, Coronado Garcí­a Granados, entre otros, no hacen ninguna referencia a la participación de la marimba en dicho acontecimiento y que si esta mención se da es a partir de 1929 con la publicación de Ramón A. Salazar. «..De lo anterior se desprenderá una asociación ideologizada entre la marimba y la música supuestamente oí­da durante el dí­a de la emancipación».

Mas lo importante para nosotros, es que la música de marimba existí­a aunque fuera de manera sencilla, como expresión musical en esa época.