Por Enrique Anleu-Díaz
Las gestas cívicas del 15 de Septiembre de 1821 tienen un significado de gran trascendencia no sólo en lo político, sino en las expresiones del arte tanto culto, como popular.

El resquebrajamiento colonial ya en la nueva Guatemala fue consecuencia de las luchas político-sociales en Europa, y que dieron como resultado la Revolución Francesa; las ideas de pensadores como Diderot, Voltaire y Rosseau, conocidas en las colonias de los europeos en América, abrieron los ojos a éstas ante la realidad colonial y despertaron la anhelada sed de derechos inherentes a todo individuo.
Los intelectuales de la época que inyectaron con sus escritos al pueblo, abrieron de esta manera una vía positiva para la expresión de la idea de nacionalidad y de «patria», y de eso es ante todo de lo que participan las expresiones artísticas de la época.
En el período preindependista, o sea el de los inicios de la Nueva Guatemala, siguió predominando las formas religiosas en la música, sin embargo como partícipes de una nueva era en gestación, no estuvieron ajenos los compositores a las nuevas formas que se practicaban en Europa
Encontramos entre los primeros músicos a un grupo cuyos nombres aparecen en el archivo del cabildo Eclesiástico, entre ellos Josef Estrada, Nicolás Espinosa, José Andrino, Esteban Garrido, Benedicto Sáenz padre.
La figura de mayor importancia en el momento es Benedicto Sáenz hijo, que cambia en muchas formas el curso musical de la época.
Fue el primer músico que viajó por Europa, y de su viaje de investigación, al volver dio gran impulso a la orquestación que estaba sumamente atrasada, fue el primer director de orquesta, el primero que conoció el estudio operático, el espectáculo teatral, y que lo dirigió en ésta. Su participación en las ideas preindependistas están plasmadas en sus «Tonadas e Himnos Patrióticos».
El creciente impulso en la vida musical guatemalteca se va enriqueciendo con la contribución de asociaciones particulares tales como la asociación filarmónica (1813) y escuelas particulares.
Si bien el ambiente político estaba imbuido de constantes revueltas, aún así el arte se cultivó bajo estas circunstancias. La música era parte del citadino, y los dos géneros el religioso y el profano se cultivaban por los compositores con destinos diferentes.
La figura cumbre de la música de el período independentista es la egregia personalidad de Don Eulalio Samayoa. Nacido en la ciudad de Guatemala el 10 de diciembre de 1780, compositor, escritor, violoncellista, director, maestro, y un hombre muy dado a la política.
Preocupado, y también partícipe en los movimientos independentistas de 1821, tomó parte en la famosa Conjura de Belén, por lo que tuvo huir durante un tiempo de la ciudad. Como escritor y crítico de los acontecimientos que se suscitaban en el medio, produce una serie de manuscritos que se conocieron como «Memorias» , también escribe un Apéndice Histórico al plan de reformas piadosas para la música en los templos de Guatemala «; Gandarias apunta que acompaña al discurso pronunciado por el mismo Samayoa en junio de 1843, en el que propone reformas a la música en los templos de Guatemala.
El aporte musical de Samayoa en tales acontecimientos dentro del campo de la música se evidencia en su Sinfonía Cívica, y su ideología es patente en otra serie de obras como su sinfonía No. 7 en MI b, «El triunfo de las Armas Federales en Xiquilisco», o su Tocata » «La Estatua Ridícula» que «refiere como los soldados de Carrera practicaban tiro al blanco con una estatua que representaba a Morazán.
Uno de los más significativos acontecimientos en la historia musical del país lo es el hecho de que la obra de Samayoa sea considerada como el representante del Clasicismo Musical en el país. La estructura en la forma de sus sinfonías, y tocatas, evidencian tal sentido de el clasicismo. Situado entre dos mundos el religioso y el profano en ambos produjo gran cantidad de trabajos tanto corales como instrumentales. Otra de las mas importantes es el que funde la Asociación Filarmónica de Guatemala, registra y consigna los acontecimientos musicales, de los gremios, grupos de música, en fin toda una serie de preciosos datos. En 1824 lo nombra el supremo Gobierno de la República para que junto a Benedicto Sáenz y Manuel José de Lara, redactaran el reglamento para la creación de una escuela de música.
En 1831 Eulalio Samayoa era ya reconocido como uno de los mas eminentes y respetados músicos dentro del gremio,- «…tocaba el violoncello, organizaba y dirigía orquestas en diversas ocasiones importantes, como el concierto que condujo en el salón de las casas consistoriales con motivo del aniversario de la independencia el 15 de Septiembre de 1833. Eulalio Samayoa fallece en 1863, dato que no se ha comprobado y que se conoce por referencia de Víctor Miguel Díaz.
Otro aspecto de la vida musical de la época se encuentra en el teatro.
La existencia de improvisados teatros para la entretención popular existían desde el traslado hacia la nueva Guatemala, Rafael Vásquez apunta sobre el primer teatro en 1794 que incluía elenco, precios, advertencias, ordenanzas y notas al respecto. Se cobraba por la entrada general y aparte por el asiento en las localidades de palco y de barandilla. Se elaboran 21 ordenanzas para su aplicación, ellas contenía asuntos como el de: «..al entrar y salir por las puertas de dicho Coliseo lo hagan con el sosiego que corresponde para no incomodarse unos a otros ni causar confusión a los cobradores, entrando y saliendo las mujeres que se dirigen a la cazuela y gradas por la puerta exterior de la calle a la derecha conforme se entra al coliseo, y por la otra contigua los hombres que se conduzcan al mosquete, gradas y lunetas, sirviendo ambas para personas que vayan a los palcos…»
Estas ordenanzas incluían en su variedad, el de «quitarse el sombrero», sin contradicción ni enojo,-» que no se grite a persona alguna, ni a aposento determinado, ni menos a ningún cómico, aunque se equivoque…» En fin, todas estas advertencias se hacían dado que el público que asistía era de diversas clases sociales.
Es importante señalar que la existencia de teatros provisionales, era producto de la necesidad de distracción y gusto por las actividades de arte de las clases sociales existentes. Y tales construcciones que no faltaron desde el traslado hacia el valle de la ermita, es una constante que denota en la cotidianidad de la ciudad, la dualidad del desarrollo económico y el artístico sin interrupción, aún en las constantes revueltas políticas.
Tal es el gusto o necesidad por ello, que aún en el proceso de las gestas patrióticas de 1821, que absorbían el interés del pueblo, sigue creciendo éste gusto por las artes hasta desembocar años después en la creación de instituciones y edificios para las presentaciones artísticas.
La música entonces aparte de su papel para públicos» selectos» tal el caso del anuncio de una función años después de las gestas mencionadas, se combina de la siguiente forma:
«Primera función. Se abrirá la escena con una famosa
Sinfonia a toda orquesta del Sr. L. Van Beethoven
nunca oída en esta ciudad pues es una de las mejores
de varias que le han venido al director de la música
Sr. Benedicto Saenz, y en seguida se representará la
Excelente tragedia en cinco actos , titulada «La Zaida.
De intermedio se cantará un duote la ópera de los dos
presos, titulada «Los dos rivales o No mas amor» y
dará fín a la función el célebre sainete titulado «La Rosca»
Asumimos que tenían el mismo patrón en los años de la independencia, pero se conjugaban junto a éstas representaciones, otras expresiones mas «populares» en las mayorías.
Sobre un suceso que relaciona a la marimba, cuyo origen aún es discutido, pero que después de la conquista española se adopta por los indígenas y las clases menos pudientes, es referido asociándolo a la gesta de 1821. La marimba de teclado simple, que ya se tocaba en el «pueblito de las vacas» al momento de la fundación de la capital, aunque era de preferencia de las personas de las clases indígenas y de las clases pobres populares, muy poco del gusto de las clases altas, por ello se refiere que para atraer al «pueblo» y apoyar la firma del acta de independencia se recurrió por parte de la esposa de don Pedro Molina, doña Dolores Bedoya de Molina según apunta David Vela de un documento escrito por Pedro Molina su esposo, «doña Dolores Bedoya, Bacilio Porras y otros, llevaron música y quemaron cohetes en la plaza, para atraer al pueblo».
El asunto es que aunque la marimba era un instrumento que se tocaba, según algunos por los indios de Jocotenango y de Las Vacas, que son parte de la capital hoy día, da lugar a controversias históricas.
De varios fragmentos de documentos citados por Alfonso Arrivillaga, he tomado lo siguiente como aporte sobre el asunto: «Arturo Taracena manifiesta que: La utilización de cohetería y música el 15 de Septiembre de 1821, tuvo como verdadero objetivo la búsqueda de apoyo proselitista popular para favorecer a las clases medias, mismas que gestaron dicho movimiento…En la circunstancias del movimiento independentista, la marimba nunca fue considerada políticamente para ser el instrumento nacional». Prosigue mencionando que en las referencias a estas fechas históricas, historiadores clásicos como Marure, Montúfar, Coronado García Granados, entre otros, no hacen ninguna referencia a la participación de la marimba en dicho acontecimiento y que si esta mención se da es a partir de 1929 con la publicación de Ramón A. Salazar. «..De lo anterior se desprenderá una asociación ideologizada entre la marimba y la música supuestamente oída durante el día de la emancipación».
Mas lo importante para nosotros, es que la música de marimba existía aunque fuera de manera sencilla, como expresión musical en esa época.