Una vez establecida la forma musical del canto gregoriano que va de la mano con los cambios sociales de la Europa Occidental, entramos de lleno en esta columna de sábado, al renacimiento, uno de los movimientos más determinantes en la cultura del Hombre. Sinónimo de la nueva era en el pensamiento del Hombre: Ahora es la razón la que determina, es la inquietud y la curiosidad la que se esfuerza por encontrar explicación a todo lo que ignora.
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela
Ya no es el dogma dado o revelado el que ofrece las respuestas; el Hombre empieza a pensar por su propia cuenta, a suponer, a intuir, a deducir y por tanto a experimentar y a comprobar la realidad de lo que supone.
Nació la experimentación y con ella el método científico. Así, el adelanto que se logró es cada vez mayor, especialmente en aquellos centros de población, en aquellos lugares que, por su situación geográfica, por su clima o por otras circunstancias favorables, se convierten en emporios de riqueza y de progreso. Pero antes de continuar, el autor rinde tributo sonoro a Casiopea, esposa dorada, camino de eternidad, flor horaria que crece eterna en el centro de mi alma, suave lucero élfico que brilla en nuestra casa-ancla.
La ciudad de Venecia fue, en los siglos XV y XVI, uno de estos lugares inusitados. Fundada en 413, en un lugar lleno de pequeñas islas en la costa del Adriático, se constituye en República independiente, gobernada por un senado, el Consejo de los Diez. Comercia con todos los pueblos mediterráneos, sus naves recorren ese mar, trayendo y llevando productos de todo tipo: mercaderías de África, Asia y Europa se acumulaban en sus muelles y bodegas. Hombres de todas las razas circulan por sus canales y en Venecia se hablan todas las lenguas conocidas. La ciudad se enriquece y se vuelve cada vez más importante, más hermosa, más poblada e inquieta. La riqueza de los prósperos comerciantes y armadores se manifiesta en el lujo y esplendor de sus palacios. La arquitectura es el arte principal y a su servicio se ponen la pintura, la artesanía y la decoración.
Venecia es, además un lugar de hermosos paisajes marinos y de espléndidas puestas de sol llenas de colorido. Los colores del cielo inspiraron a pintores y artesanos. La pintura veneciana es de colores vivos, los mosaicos venecianos llenaron de color los muros de los edificios y las cúpulas de los templos.
Es el tiempo de Leonardo, Miguel Ángel, Ariosto, Maquiavelo, de los pintores Carpaccio, Corregio, Giorgione y Tiziano. Las artes crecen y prosperan y los artistas son admirados y estimados.
En Venecia nace una nueva forma musical llamada cromatismo, es decir, un intento de “darle color a la música”. Como esto no es posible, puesto que el sonido no es algo material que se pueda pintar y revestir de colores, al tratar del color en la música es otra cosa lo que se quiere decir.
Ahora en la música: imagine el lector una sonata delicada y serena tocando en las cuerdas, donde la melodía transcurre plácidamente dando una sensación del calma y de sosiego; de pronto, un grupo de trompetas hace surgir fuertes y agudos sonidos. Comparando con el cuadro, los azules del mar y del cielo toman el papel de las cuerdas y la mancha amarilla el de las trompetas. Eso es el color de la música, esa variedad, esa brillantez de los timbres de los instrumentos musicales que dan vivacidad al discurso musical. Eso nació en Venecia en el siglo XV y constituye una de las aportaciones de la escuela veneciana a la música de todos los tiempos, incluso en América Latina.