La muerte sobre ruedas


Dejó su guadaña y ahora viaja sobre ruedas, en la capital y todo el sistema vial, con su cauda lamentable, sin perdonar color, tamaño y edad. Accidentes aparatosos a diario, provocados por irresponsables al volante, la mayorí­a en estado de ebriedad, escapan después.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Encaja el señalamiento de: «estamos como estamos, por que somos como somos». Ello demuestra la falta de educación en general, pero vial en particular. Es una situación crí­tica de verdad, urgida que sean implementados mecanismos de control, más eficientes que detengan el problema.

Con motivo de las festividades pascuales y de Año Nuevo, la muerte sobre ruedas privó de la existencia de muchas personas. Percances que aún generan sensibilidad social, seguido de impotencia ante este monstruo que se escapa de los profundos abismos dantescos en cualquier momento.

Experiencias en tal sentido demuestran hasta la saciedad cómo de nada sirven las campañas de prevención de accidentes organizadas año con año. Pareciera que los causantes de tantas desgracias conforman generaciones venidas de otras galaxias, dispuestos a sembrar sus huellas terribles.

En el marco de estas conmemoraciones cuyo legí­timo espí­ritu se cambia mediante la inducción al consumismo, causante de euforias volátiles, con su contrapartida de bolsillos exhaustos, resulta tremenda contradicción. Truenan el espacio el ulular de ambulancias dondequiera.

Estamos entre dos mundos: pre y post celebraciones de final y principio de año, no cabe ninguna duda; dos posiciones oscilan en la balanza de esos aconteceres trágicos. Guatemala no escapa y la resaca difí­cil de ser una honrosa excepción, con los hechos ganan terreno lamentablemente.

Como quiera que sea, los clamores perdidos en el subconsciente de las personas, van dirigidos a las autoridades competentes, o no, a fin que esa muerte sobre ruedas se baje del carro y desaparezca. Demasiado daño ha ocasionado a muchas familias en medio de dolor y luto.