La monopolización y control de la información


El dí­a de ayer hizo 66 años que fue ahorcado en la cárcel de Pankrác el periodista y novelista checo Julius Fucik. Durante la Segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia fue ocupada por las tropas nazis. Fucik nació el 23 de enero de 1903. Desde niño -se consigna en algunas de las anotaciones biográficas de él con que se cuenta- mostró especial interés por la literatura y la polí­tica. Joven de privilegiada inteligencia que, por su origen obrero, alcanzó a desarrollar altas dotes de dedicación, organización y disciplina.

Ricardo Rosales Román
rosalesroman.cgs@gmail.com

A los 18 años de edad participó en la fundación del partido de la clase obrera checoslovaca. Después de la ocupación alemana a su paí­s pasó a la clandestinidad convirtiéndose en un destacado organizador de la resistencia patriótica.

Aunque parezca un tanto extenso, no quiero dejar de transcribir parte de lo que Solvisión (sitio de la tv en Guantánamo, Cuba) publicó ayer respecto a Julius Fucik: «Como periodista comprometido con su patria, su ideologí­a y los principios éticos de la profesión, escribió sobre actualidad y teorí­a incluso después de la censura impuesta en 1938 por el gobierno burgués checoslovaco a las actividades comunistas, tras la anexión de los Sudetes por Alemania, cedidos vergonzosamente por Gran Bretaña y Francia a Hitler en el afán de lanzar a la Wehrmacht sobre la Unión Soviética.

«Ni la propia invasión nazi a Checoslovaquia (marzo de 1939) lo amilanó y siguió publicando y viviendo bajo un seudónimo, a la par que se dedicaba de manera abnegada a organizar la resistencia en Praga. Es en esas circunstancias que es electo miembro del Comité Central del clandestino Partido Comunista.

«Una delación fue la que hizo posible la detención de Julius Fucik, en 1942.

«Durante su cautiverio en la cárcel de Pankrác, en Praga, redactó su obra cimera, el libro «Reportaje al pie de la horca», el relato de la larga y dolorosa lucha por no claudicar en condiciones horrendas no de un hombre, sino de miles de mujeres y hombres, sintetizados en Fucik, que lo dieron todo por derrotar al fascismo en pos del mundo mejor y posible.

«Con admirable uso de las técnicas de este género periodí­stico, Fucik describe las aterradoras torturas que él y miles en los paí­ses ocupados por la bestia parda recibieron en nombre de la raza superior empeñada en asegurarse el espacio vital para su supervivencia, a partir del sojuzgamiento de otros pueblos».

A lo anterior hay que agregar que fue un carcelero checo el que le proporcionó al prisionero los medios necesarios para escribir y que, a riesgo de su propia vida, fue sacando y puesto a salvo cada hoja del valioso testimonio y que a la derrota del fascismo, pudo entregarlas a Gusta Fucikova, la compañera del patriota inmolado, y a cuyo cargo estuvo su compilación, para después ser publicada en 1945. A ella la conocimos, Ana Marí­a y yo, en el acogedor hotelito del Partido, durante una visita que hicimos a Praga hace ya más de 30 años.

El 25 de agosto de 1943, a los verdugos del tribunal de la Gestapo que en Berlí­n condenaron a muerte a Julius Fucik, sin amilanarse les dijo: Ustedes leerán ahora su sentencia. La conozco. La muerte al hombre. Pero mi sentencia para ustedes fue dictada ya hace mucho tiempo: la muerte al fascismo y la esclavitud capitalista.

Un año antes de que la vida de Julius Fucik fuera segada, en 1942, era formulada, por el director de la agencia Associated Press, Kent Cooper, la teorí­a del free flow según la cual la información ha de estar «en manos de empresas privadas para garantizar la libertad de información frente al control estatal». Así­ se dice en un trabajo publicado hace cinco años por Ana Delicado Palacios (aporrea.org, 27 de noviembre de 2004) y en el que se destaca que Estados Unidos, la Unión Europea y Japón controlan el 90 por ciento de la información de todo el planeta y que «de las primeras empresas de información, 144 son de Estados Unidos, 80 de la Unión Europea y 49 de Japón».

Ello quiere decir y significa la monopolización y control de la información a cargo del gran capital y para beneficio comercial y de los intereses polí­ticos y estratégicos de las grandes potencias. Además, es lo que explica, mas no justifica, que se dé, como se dice en el referido trabajo, «relieve a lo que interesa destacar, aunque… no corresponda a la realidad».

Los ideales Julius Fucik continúan vigentes y es en su homenaje que se conmemoró ayer el Dí­a Internacional del Periodista.