La Mirada


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Es una manera de sostener comunicación, de presentarnos ante el mundo diciendo quiénes somos y también de conocer el mundo y a las personas. Y no por gusto se ha dicho que los ojos son el espejo del alma.

Con el tiempo si bien nos va, aprendemos a mirar con mayor amplitud, con madurez y  con más serenidad.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi


La inmadurez y  las emociones muy intensas pueden distorsionar lo que vemos,  de tal manera,  que podemos comparar estas situaciones a la posesión de una visión en túnel,  como si tuviésemos colocados en nuestra visión lateral aparejos que nos impiden ver un horizonte.  El poeta argentino, Roberto Juarroz opina: “La vida nos acorta la vista pero nos alarga la mirada”.

Nuestra mirada también dice quiénes somos y en el camino por la vida las personas nos responden a la mirada que ofrecemos. Comprender la mirada de otros es aprendernos a comunicar,  es construir puentes en la expresión de nuestros afectos. Un proverbio árabe expresa que quién no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación y  Shakespeare postula que la mirada es el lenguaje del corazón.

En resumen podríamos decir que la vista es la percepción del ojo, mientras la mirada,  es el sentir del corazón.

Existen momentos en los cuales las palabras sobran, cuando no se sabe qué decir con palabras y en ellos nuestra mirada habla, expresa, afirma, niega, insiste, persuade, contradice, acompaña o  aísla. Hay miradas de miradas, en lo particular me agradan las que tienen vida,  brillo y destello, las que  hablan con autenticidad. Se dice que el amor es un cruce de miradas y que muchas veces se suspira por una mirada y que hay miradas que besan todos los rincones del alma.

Existe la creencia de que hay miradas que matan y enferman y que estas son producto del desamor de una persona hacia otra.  Se habla del mal de ojo, producto de una mirada que desea el mal para otro.  Algunas personas se encargan de que cuando nace un bebé se le coloque una pulserita roja con la cruz de chico con la finalidad de evitar esa enfermedad que produce una mirada con odio.

Las miradas lascivas y/o obscenas son miradas que no se detienen aún ante el desasosiego que pueden generar.  Son miradas que provocan malestar, enojo y turban a quien las enfrenta y  llevan consigo una buena carga de agresión.

Las miradas curiosas suelen ser frecuentes de observar en la niñez, cuando el niño o la niña  encuentran a la vida como novedosa y necesitan explorar, entender y curiosear. Son producto de la necesidad de aprender y  de ver más allá.

Voyerista ¿Podría ser una mirada curiosa? ¿Una mirada agresiva? Se dice de esta cuando la persona suele observar de lejos, muchas veces de manera furtiva, a través de cerrojos y ésta es asociada a las parafilias. Corresponde a la persona mirona, que  evita ser descubierta, pero este riesgo le implica un mayor placer, posee un componente obsesivo con rituales del caso.

La mirada puede seducir, es una mirada hipnótica, intensa y  poderosa que permanece en contacto con los ojos de su objetivo durante mayor tiempo de lo normal. Manifiesta nuestro interés en la otra persona, y si esta es correspondida por ella, es usual que se manifieste seguida de una sonrisa.

Y así podríamos continuar describiendo a otras miradas, las confiadas, desconfiadas, vacías, soñadoras, esperanzadoras, felices, tristes, profundas, superficiales, agresivas, maléficas, retadoras, amorosas, ausentes, vivaces, muertas, torturantes, serenas, miedosas, esquivas, íntimas, compasivas, serias, locuaces, psicóticas.  El escritor estadounidense Henry Miller expresa: “En el momento en que nos fijamos atentamente en algo, incluso en una brizna de hierba, ese algo se convierte en un mundo misterioso, asombroso  e indescriptiblemente maravilloso en sí mismo”.