Cada 27 de marzo se conmemora a los Teatros y a los artistas de todo el mundo, que llenan de arte y magia la vida de las personas, sacándoles de su cotidianidad y llevándolos a experimentar una de las delicias de la vida.

En 1961, el Instituto Internacional del Teatro (ITI), proclamó esta fecha como el Día Mundial del Teatro y desde entonces cada país lo celebra de diferente manera.
Ese año, el artista francés, Jean Cocteau, para la primera edición de esta celebración habló sobre la sensación que el teatro genera en cada persona, diciendo: “sin ir tan lejos… un bloque de espectadores se descongela ante el calor de una idea bastante ajena a su realidad, que se llega a adoptar como propia y con la que trabaja en armonía. Este bloque se convierte en una sola persona, un alma casi infantil, dejando sus creencias y opiniones en el guardarropa, listos para recogerlos de nuevo después de la actuación”.
A siete años de haberse iniciado esta conmemoración, el fallecido escritor guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, tuvo la oportunidad de liderar el discurso que inauguraría la celebración en 1968.
“Dondequiera que haya habido drama, las palabras permanecen: las palabras del discurso del hombre con los dioses, del hombre con el mundo, y del hombre con el hombre. Son las palabras de un diálogo inmortal, el lenguaje de los siglos, que en el teatro, después de múltiples peripecias se convierte una vez más en los medios más humanos, directos, eficaces y fértiles de la comunicación con las masas.
El teatro ha sido y sigue siendo, una liturgia, una ceremonia religiosa, el origen mismo de la creación literaria y la forma. En otras palabras, es sólo palabrería y la ilusión para algunos, la magia, la realidad y los medios de mejoramiento moral para los demás, y para todo el mundo que representa el mundo de los sueños”.
Asimismo, Asturias habló sobre las civilizaciones que tienen tradiciones teatrales antiguas, como la cultura Maya, específicamente a los grandes elementos y momentos heroicos de todo el drama vivido por esta civilización: la pluma, la campana y los bailes de humo que “la eternidad ha esculpido en piedra y los `mitotes´, esas fiestas alucinantes en el que naciones enteras bailaron durante días y semanas enteras , hasta que se hundieron agotados y dominados por el sueño”.
Es a partir de este mundo que el autor invita a todos a unir las manos para construir puentes de entendimiento mutuo. “En los cuatro rincones del mundo, personalidades del teatro de toda tradición dramática borrarán fronteras, olvidándose de la raza, nacionalidad o credo, estarán unidos en la lucha por la paz como el único y necesario en esta hora de conflicto sin precedente.
Además, Asturias creía que u día como este era el vehículo perfecto para crear conciencia sobre los que proclaman tantas desgracias inherentes a la raza humana.
“En ninguna parte las luces fueron apagadas, –decía- por el contrario, las luces del teatro de todo el mundo brillan como estrellas en cuyo resplandor los problemas de la humanidad son planteados y debatidos en todos los idiomas, todos los problemas de la supervivencia de nuestra civilización están bajo la sombra del temor de los arsenales nucleares.
Mientras esta amenaza continúe, nuestro planeta no puede ser considerado como un lugar seguro… pero de alguna manera que nos ayude a trabajar juntos para evitar que el mundo se convierte en una tumba, con estas pocas palabras como el epitafio de nuestro universo: ‘La commedia é finita’ (La comedia ha terminado)”.
Este año, el autor Brett Bailey, se expresó sobre el trabajo de los artistas: “los artistas que trabajamos con este antiguo espíritu, nos sentimos impulsados a canalizarlo a través de nuestros corazones, nuestras ideas y nuestros cuerpos para revelar nuestras realidades en toda su cotidianeidad y su rutilante misterio”.
LOS TEATROS EN GUATEMALA
Actualmente, Guatemala, cuenta con diferentes teatros que durante años han entretenido y traído alegría a los guatemaltecos, como el histórico y, por qué no decirlo, artístico Teatro Nacional, que cuenta con dos salas magistralmente decoradas y habituadas (el Teatro de Cámara Hugo Carillo y la Gran Sala Efraín Recinos), además del Teatro al Aire Libre popular por su capacidad sonora; por otro lado, está el Teatro de las Bellas Artes, ubicado en la avenida Elena y quince calle, el Teatro Abril, el Teatro de Don Juan, junto al Palacio Nacional, el Teatro Manuel Galich de la Universidad Popular, Solo Teatro en la Avenida de las Américas, entre otros muchos.
Las puertas de estos sitios de magia siempre se abrirán para proporcionar al público porciones de la vida misma, escenificadas por medio del dolor, angustia, burla o alegría, para llevar al mundo la reflexión pero también el entretenimiento, como una mezcla infalible que libera a la mente.