Laura Palacios corrió cuando vio que su humilde vivienda era pasto de las llamas; adentro de ella se encontraba su pequeña hija durmiendo en su cuna.
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Mientras había ido a una farmacia cercana al barrio de casas de cartón en donde vivía, se había declarado un incendio que amenazaba reducir a cenizas todo lo que encontrara en su ruta mortal.
Pero, la afligida progenitora fue invadida por una valentía sobrenatural, y, sin pensar en nada más que en su niña, se adentró en la espesa humareda y se dispuso salvarla a toda costa.
E ignorando el peligro de muerte en que estaba, logró rescatarla, pero el fuego destruyó su belleza. Sin embargo, las quemaduras de su rostro, para Dios eran perlas, que lejos de afearla, la hacían más hermosa.
EL MEJOR TRATAMIENTO DE BELLEZA PARA UNA MADRE: EL SACRIFICIO.