La llama olí­mpica llega a Australia


Unos chinos ondean su bandera durante los actos del paso de la antorcha olí­mpica por su paso por Yakarta, ayer. Hoy, la antorcha se trasladó a Australia, sólo que ahí­ encontró de nuevo oposición.

La antorcha de los Juegos Olí­mpicos de Pekí­n llegó hoy a Australia para los relevos del jueves en Canberra, donde se esperan manifestaciones pro chinas y pro tibetanas y se discute el papel de los guardias chinos que la escoltan en su agitado periplo mundial.


En ví­speras del recorrido de 16 km de la llama por la capital australiana, cinco personas ya fueron detenidas en Sidney, dos de ellas por haber intentado desplegar una banderola en el Harbour Bridge, indicó a la AFP la policí­a. Según la prensa, la banderola era un pabellón del Tí­bet.

Las otras tres fueron detenidas después de exhibir una pancarta pro tibetana en el barrio noctámbulo de King»s Cross, indicó el canal de televisión Skynews.

La noche del martes al miércoles dos eslóganes fueron proyectados con lámparas láser sobre uno de los pilares de un puente de la capital: «No incendien Tí­bet» y «Un sueño: la paz en Tí­bet».

La llama, procedente de Yakarta (Indonesia), llegó a Canberra a primeras horas de la mañana en un Airbus 330 de China Airlines, que aterrizó en un aeródromo militar, donde fue recibida por representantes del gobierno australiano y de la comunidad aborigen.

Más de la mitad del millar de agentes de la capital serán movilizados para evitar incidentes como los registrados al paso de la antorcha por Europa y Estados Unidos.

La cuestión de la seguridad generó controversias sobre el papel de los guardias chinos que la han escoltado hasta ahora en todos sus relevos.

El jefe de policí­a de Canberra, Mike Phelan, afirmó que serán agentes australianos quienes garantizarán la seguridad durante los relevos, y no los enviados de Pekí­n, cuyo papel desató controversias en otras capitales.

«La seguridad en torno a la antorcha estará a cargo de la Policí­a Federal Australiana», afirmó Phelan poco después de la llegada del sí­mbolo de las olimpiadas a Canberra.

«Ellos (los guardias chinos) no tendrán a cargo ninguna función de seguridad», sostuvo.

Los guardias chinos sólo cumplirán un papel «técnico», aseguró de su lado el vicepresidente de la Comisión de Coordinación de los JO, Kevan Gosper.

Estos «guardias azules» (por el color de su ropa) rodean la llama, estableciendo un primer cí­rculo de protección. Durante el paso del fuego olí­mpico por Londres y Parí­s, donde se registraron importantes actos de protesta, su presencia fue criticada.

En Parí­s, ese grupo de policí­as chinos decidió modificar los planes, subir la llama a un autobús y finalmente apagarla, ante la multiplicación de las protestas.

Mañana se espera la participación tanto de manifestantes pro chinos que quieren ver pasar la llama como de unos 600 militantes que quieren aprovechar el acontecimiento para denunciar la represión en la región china de Tí­bet y las violaciones de los derechos humanos en China.

«La participación en este relevo es importante y lo es para quienes sienten apego por los derechos humanos y para quienes se identifican con los ideales deportivos», declaró el responsable del Territorio de la capital australiana, Jon Stanhope.

«La gente es muy libre de manifestarse siempre que lo haga de forma pací­fica», agregó Gosper.

El recorrido de la antorcha olí­mpica es el más ambicioso de los JO, con un trayecto de 137.000 km a través de 20 paí­ses, además de China, donde pasará también Tí­bet. Fue encendida el 24 de marzo pasado en Olimpia (Grecia).

El periplo mundial de la llama de los JO de Pekí­n, que comenzarán el 8 de agosto, ha sido bastante agitado por las manifestaciones.

Su paso por Indonesia fue acortado y en Pakistán su recorrido fue limitado al perí­metro del estadio nacional de Yakarta.

El sábado estará en Nagano (Japón).

Las autoridades niponas ya anunciaron que las protestas a favor del Tí­bet no suponen un problema para el recorrido de la antorcha, aunque aclararon que la policí­a intervendrá si se producen actos de violencia.

Japón intenta reparar sus ví­nculos con China, perturbados por el recuerdo de la agresión nipona en la Segunda Guerra Mundial. El presidente chino Hu Jintao tiene previsto realizar una visita a Japón el 6 de mayo próximo.

Las autoridades niponas ya anunciaron que las protestas a favor del Tí­bet no suponen un problema para el recorrido de la antorcha, aunque aclararon que la policí­a intervendrá si se producen actos de violencia.