«La llama doble», de Octavio Paz


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“La cortesí­a no está al alcance de todos: es un saber y una práctica. El adepto debe cultivar su mente y sus sentidos, aprender a sentir, a hablar y, en ciertos momentos, a callar”.

POR JOSí‰ CARLOS GARCíA FAJARDO

“El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor”.

El amor es la atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo, aceptación. Sin erotismo no hay amor pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera: la entrega, aceptar la libertad de la persona amada. El amor es una apuesta, insensata, por la libertad. No la mí­a, la ajena.

A veces se han comparado o contrapuesto el amor y la amistad. Ambos son afectos elegidos libremente, no impuestos. Relaciones interpersonales: somos amigos de una persona no de una multitud. La elección y la exclusividad son condiciones que la amistad comparte con el amor. Podemos estar enamorados de una persona que no nos ame, pero la amistad sin reciprocidad es imposible.

Otra diferencia: la amistad no nace a la vista, como el amor, sino de un sentimiento más complejo: la afinidad en las ideas, los sentimientos o las inclinaciones y aficiones.

En el comienzo del amor hay sorpresa, el descubrimiento de “otra” persona a la que nada nos une excepto una indefinible atracción fí­sica y espiritual. La amistad nace de la comunidad y de la coincidencia en las ideas, los sentimientos o los intereses. La simpatí­a es el resultado de esa afinidad: el trato transforma la simpatí­a en amistad.

El amor nace de un flechazo; la amistad del intercambio frecuente y prolongado. El amor es instantáneo, la amistad requiere tiempo. A no ser que algunos sostengan que del roce y de la costumbre nace el amor, será el cariño.

Para Aristóteles, la amistad es la cosa más necesaria de la vida, y la sitúa por encima del placer o del interés o utilidad.

Cuando preguntaron a Montaigne por la razón de la amistad que lo uní­a al poeta í‰tienne de la Béotie, responde: “Porque él era él y yo era yo”.

La Llama doble es un ensayo admirable en el que el autor examina, compendia hace revivir y otorga pleno sentido, desde sus orí­genes mí­ticos e históricos hasta la experiencia cotidiana más inmediata de nuestras vidas: “El erotismo es ante todo y sobre todo sed de otredad. Y lo sobrenatural es la radical y suprema otredad”.