“La cortesía no está al alcance de todos: es un saber y una práctica. El adepto debe cultivar su mente y sus sentidos, aprender a sentir, a hablar y, en ciertos momentos, a callarâ€.
“El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amorâ€.
El amor es la atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo, aceptación. Sin erotismo no hay amor pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera: la entrega, aceptar la libertad de la persona amada. El amor es una apuesta, insensata, por la libertad. No la mía, la ajena.
A veces se han comparado o contrapuesto el amor y la amistad. Ambos son afectos elegidos libremente, no impuestos. Relaciones interpersonales: somos amigos de una persona no de una multitud. La elección y la exclusividad son condiciones que la amistad comparte con el amor. Podemos estar enamorados de una persona que no nos ame, pero la amistad sin reciprocidad es imposible.
Otra diferencia: la amistad no nace a la vista, como el amor, sino de un sentimiento más complejo: la afinidad en las ideas, los sentimientos o las inclinaciones y aficiones.
En el comienzo del amor hay sorpresa, el descubrimiento de “otra†persona a la que nada nos une excepto una indefinible atracción física y espiritual. La amistad nace de la comunidad y de la coincidencia en las ideas, los sentimientos o los intereses. La simpatía es el resultado de esa afinidad: el trato transforma la simpatía en amistad.
El amor nace de un flechazo; la amistad del intercambio frecuente y prolongado. El amor es instantáneo, la amistad requiere tiempo. A no ser que algunos sostengan que del roce y de la costumbre nace el amor, será el cariño.
Para Aristóteles, la amistad es la cosa más necesaria de la vida, y la sitúa por encima del placer o del interés o utilidad.
Cuando preguntaron a Montaigne por la razón de la amistad que lo unía al poeta í‰tienne de la Béotie, responde: “Porque él era él y yo era yoâ€.
La Llama doble es un ensayo admirable en el que el autor examina, compendia hace revivir y otorga pleno sentido, desde sus orígenes míticos e históricos hasta la experiencia cotidiana más inmediata de nuestras vidas: “El erotismo es ante todo y sobre todo sed de otredad. Y lo sobrenatural es la radical y suprema otredadâ€.