La llama del retorno de Carlos René Garcí­a Escobar



(Fragmentos del prólogo, escrito por el mismo autor)

El fenómeno migratorio de poblaciones del tercer mundo hacia los paí­ses económica y polí­ticamente poderosos, los del primer mundo, es el ejemplo actual de una realidad inherente en todas las épocas desde cuando las condiciones productivas empezaron a formar parte injustamente del patrimonio de grupos exclusivos. Es una milenaria historia de invasiones sin fin. Tal pareciera un destino planetario de los humanos. Los centroamericanos y especí­ficamente los guatemaltecos somos una sociedad cuya buena parte de sus miembros ha emigrado a los Estados Unidos en el marco de las circunstancias señaladas. La historia de los procesos de emigrantes en nuestro paí­s tiene una larga serie de variantes de carácter interno y externo al respecto. En lo que se refiere a las migraciones masivas a Los Estados Unidos de Norte América en búsqueda de mejores salarios y condiciones de vida, estas se iniciaron propiamente a partir de los años sesenta del siglo XX. Muchas de las condiciones sociales, económicas y polí­ticas de la Guatemala de ese entonces y del pasado prevalecen en ella a principios del siglo XXI. A propósito cito al antropólogo José Alejos Garcí­a en su descripción sobre la República de Guatemala dada a luz en marzo del 2006:

«Guatemala, es un paí­s conformado por una diversidad de culturas, una nación compuesta por gente muy heterogénea, con especificidades étnicas y lingí¼í­sticas que las diferencia y separa, con enormes desigualdades sociales, un pueblo golpeado por una guerra interna reciente, por graves conflictos sociales y cambios violentos, una tierra sacudida por terremotos, huracanes sequí­as, en breve, una sociedad marcada por el contraste, por la diferencia y el antagonismo, por una violencia endémica.» Y hablando de sus procesos sociohistóricos: «…hoy en dí­a esa falta de reconocimiento de la diversidad cultural, la carencia de la práctica de derechos civiles de las minorí­as y el creciente reclamo de éstos, son hechos que ponen en evidencia un sistema social anacrónico y antidemocrático, y cuestionan la legitimidad del actual Estado nacional. Lo que está en juego es la viabilidad misma de Guatemala como una nación independiente. Por cierto, esa crisis polí­tico-cultural es compartida con muchos otros paí­ses, sobre todo con aquellos que arrastran un pasado colonial de subordinación, dependencia, pobreza, condiciones todas que los colocan en franca desventaja ante los cambios y retos del presente.

Todas las razones anteriores que derivan en muchas más, son suficientes para que una gran mayorí­a de familias de los sectores medios y populares se vea afectada por la ausencia de familiares con residencia legal, la mayor parte ilegal en muchos Estados norteamericanos. Estas son razones que por de sobra sabidas pasan inadvertidas interesadamente y sin embargo, determinan inexorablemente destinos individuales y colectivos que repercuten en la sociedad entera, como sucede especialmente en la República de El Salvador.

Pero sean las razones que sean, las aristas del problema no son justificación alguna para deshumanizar desde todos los órdenes y aspectos, el natural y necesitado proceso de buscar otras formas más favorables de vida, tanto individual como colectivamente, es decir, de la propia y la de la familia. Millones de casos conforman ahora una respetable historia de emigrados ilegales. Mucho de este historial ha sido llevado especialmente en México, primero a la literatura y al arte plástico y musical y después al cine y la televisión en evidente afán de testimoniar por estos medios de expresión, la cruda realidad de los migrantes ilegales comúnmente llamados mojados. En los más recientes años, ya para terminar el siglo XX, la globalización natural de los medios de comunicación de prensa, radiales y televisivos, ha transformado esta realidad en un hecho sensiblemente conocido por todos los sectores de la sociedad latinoamericana.

En 1984 el Grupo RIN 78 publicó La Llama del Retorno, novela que alcanzara una 1ª. reimpresión de 500 ejemplares en 1987 y que ahora publica Editorial í“scar De León Palacios en su segunda edición, dada la vigencia de la temática de los mojados y por la riqueza de su anecdotario, escrito en un lenguaje coloquial fresco, ambientado en la geografí­a particular de la Ciudad de Los íngeles, California y en la de las colonias populares de la capital de Guatemala.

En esta novela, más que denunciar crudamente, se escrituran con estilo experimental y novelí­stico, una serie de anécdotas de un personaje chapí­n que en su juventud sin rumbo decide emigrar a los EE.UU. buscando un derrotero más favorable para su existencia huyendo de la situación social caótica en la que se desenvuelve su paí­s. En la narración se busca confrontar al lector con la misma realidad de la condición migrante ilegal en aquél norteño paí­s, pero desde el punto de vista reflexivo en términos de psicologí­a social y antropologí­a. Se demuestran narrativamente los shocks culturales que suelen sufrir los mojados en su proceso migratorio hasta que lo son ya en territorio estadounidense. Asimismo la novela hace honor a su nombre porque en toda ella la nostalgia por la tierra natal es evidente ya que jugando con los tiempos, la narración se estructura intermitiendo alternativamente al personaje principal contando su propia historia ya en Guatemala, ya en Los íngeles. Es una novela que al momento de su publicación, en 1984, despertó crí­ticas y comentarios en torno a su valentí­a y desenfado en el estilo con que se la escribe y la temática tratada. Se la consideró en el semanario Tzolkí­n de la época entre las cuatro novelas de ruptura con la novelí­stica tradicional como lo habí­an logrado Los Compañeros de Marco Antonio Flores, Después de las bombas de Arturo Arias y Los Demonios Salvajes de Mario Roberto Morales.