La literatura no puede ser blasfema


Premio Nobel de Literatura en el año 1988, Naguib Mahfuz (1911- 2006) fue un hombre sabio que nació en El Cairo Egipto. A sus 94 años en una entrevista que le realizaron defendió la libertad de expresión, los valores universales, y la convivencia entre las culturas musulmana y cristiana.

Naguib Mahfuz:

Mahfuz siempre dijo que el islam y la democracia son compatibles. Lamentablemente en el año de 1994 un integrista islámico intentó asesinarlo, acusándolo de atacar a la religión musulmana en sus novelas, el sujeto le incrustó un puñal en el cuello, el ataque le causó graves daños en la visión y en el oí­do, así­ como parálisis en el brazo derecho. Dos años después fue calificado de «hereje» y sentenciado a muerte por grupos radicales islámicos. Desde entonces vivió protegido por la policí­a y sólo salí­a esporádicamente. Falleció el 30 de agosto de 2006.

Su Trilogí­a de El Cairo (1956-1957) obtuvo un gran éxito. La novela El callejón de los milagros (1947), fue llevada al cine por el director mexicano Jorge Fons (1995). La pelí­cula obtuvo el Premio Goya en España, éste y otros de sus libros y que usted encuentra en Guatemala en librerí­as Artemis Edinter son; El Sendero, una sorprendente novela donde nos sorprende el premio Nobel con el pasado que arrolla el presente, Diálogos del Atardecer, Festejos de Boda.

En el año 1990 la obra repitió este éxito al ser traducida a otras lenguas europeas. Entre sus obras destaca Chicos de Gebelawi (1959), El ladrón y los perros (1961) y Miramar (1967). Considerado el «padre» de la prosa árabe contemporánea, en 1972 recibió el prestigioso Premio Nacional de las Letras Egipcias y se le otorgó el Collar de la República, el más alto honor de su nación. En 1988 se le concede el Premio Nobel de Literatura.

A continuación algunos tópicos de la entrevista:

Entrevista a Naguib Mahfuz por Volkhard Windehur

El premio Nobel de Literatura Naguib Mahfuz, de 94 años, habla sobre la rivalidad entre los distintos valores religiosos, la libertad de expresión y las ventajas de un sistema social secularizado.

P. La lucha por la libertad de expresión entre Oriente y Occidente se ha recrudecido de nuevo. La condena a muerte del escritor Salman Rushdie decretada por el lí­der revolucionario Jomeini aún sigue presente en la memoria de todos. En su opinión ¿Dónde están las fronteras de la libertad de expresión?

R. Yo defiendo el derecho de todo individuo a expresar libremente lo que piensa. En caso de injurias o ataques contra las religiones y sus sí­mbolos que hieran los sentimientos de mucha gente, existen los tribunales. Ahora bien, en este contexto no hay lugar para sentencias de muerte.

P. En el mundo árabe-islámico rigen valores distintos de los occidentales. ¿Cree que se llegará a resolver algún dí­a este problema básico?

R. La existencia de diversas culturas es un hecho histórico y es evidente que esta diversidad no se limita a los estilos arquitectónicos o a los trajes regionales. Nosotros los egipcios hemos desarrollado una de las culturas más antiguas, si no la más antigua, de la historia del género humano, a lo largo de un proceso que ha abarcado milenios y que ha desembocado en determinadas normas y formas de ver el mundo que nos diferencian de otras naciones. Las concepciones y las máximas vitales de, por ejemplo, los babilonios o, más tarde, los griegos y los romanos eran de carácter diferente. Pero la diversidad de valores ha sido frecuentemente un elemento enriquecedor, algo positivo.

P. Aunque también es cierto que los principios religiosos enfrentados han desembocado en guerras espantosas. Ha sido el factor explosivo que ha desencadenado terribles derramamientos de sangre.

R. En ese caso estamos ante una mal interpretación deliberada de los valores religiosos. Las religiones que llevan la voz cantante en esta parte del mundo son el islam y el cristianismo, al menos en lo que respecta a su proporción numérica. Si analizamos la situación cada vez que se produce un enfrentamiento, veremos que los valores anclados en el islam y el cristianismo no fomentan el conflicto de ningún modo, sino todo lo contrario, ambas religiones hacen un llamamiento a la convivencia pací­fica.

P. ¿Predicadores y polí­ticos islamistas rechazan el estado secular que usted defiende?

R. Sí­, algunos lo hacen porque equiparan el concepto de «secularismo» con el de «ateí­smo» o incluso creen que implica una actitud antirreligiosa. Pero lo hacen por pura ignorancia, porque no han profundizado lo suficiente. Ahora bien, también existe una minorí­a que hace todo lo posible para que la gente tenga la impresión de que el sistema secular supone un desafí­o a la religión. Por supuesto, eso es un disparate. Son personas que no desean el diálogo, a pesar de que el diálogo es la clave para resolver todos los problemas.

P. En Egipto también hay gente que condena las ideas laicistas. ¿Qué propone para solucionar este conflicto?

R. La democracia es la única solución. Tenemos que abrirnos. Cuantas más ventanas se abran, más logrará imponerse la voluntad del pueblo.

P. Cuando vuelve la vista atrás y repasa su larga vida en una región sometida a tantas tensiones polí­ticas, ¿no se pregunta a veces qué es lo que ha conseguido con su obra?

R. Mi escritura no ha sido fruto de la asunción de determinados objetivos polí­ticos. Ahora bien, me sentirí­a muy satisfecho si, al final, resulta que he contribuido a impulsar el desarrollo social de mi paí­s.