La libre emisión del pensamiento está en peligro


El pleito entre los gobiernos populistas del continente americano y la Prensa ya empezó. Con la demagogia de siempre, diciendo unos que los medios de comunicación abusan de su papel informativo; otros que le faltan el respeto a los presidentes; algunos que lo que dicen los periodistas son puras mentiras y hay hasta quiénes aseguran ser dueños de la verdad y no estar dispuestos a aceptar que un periódico, un columnista o un reportero venga a contradecirlos. Hace poco en Guatemala, un Jefe de Departamento de un hospital hasta fue ví­ctima de un despido indirecto porque al Director no le gustó que hubiera dicho a la Prensa la verdad de lo que estaba pasando en sus instalaciones. ¿Entonces, no creen que es hora de no andar más por las ramas, ver la realidad de las cosas y al estilo de los gobiernos, sacar la alerta roja ante tantas amenazas?

Francisco Cáceres Barrios

La Presidenta de Argentina siguiendo las instrucciones de su colega de Venezuela acaba de enviar a su Parlamento un proyecto de ley para reemplazar la Ley de Radiodifusión vigente desde la última dictadura militar. No cabe duda que los populistas son hábiles manipuladores utilizando cuanta artimaña encuentran viable para alcanzar su objetivo de controlar a los medios de comunicación. El gobierno del Ecuador ya decidió aumentar los impuestos al papel y en Venezuela de sobra estamos enterados que el émulo del libertador Simón Bolí­var es el que sienta las normas a seguir y como borregos le siguen tantos seguidores.

Personalmente no creo que solo a las cámaras, asociaciones o entidades gremiales de medios de comunicación les corresponda prepararse para la lucha. Porque está bien que defiendan sus intereses, empezando por los de sus redactores, reporteros, columnistas y cuantos integren la familia periodí­stica, pero es al pueblo a quien le corresponde salir en defensa de su libertad de expresión, porque para saber qué le pasa a quien la pierde, basta verse en los espejos de Cuba, Rusia, China y de tantos más paí­ses con regí­menes totalitarios.

Hay que tener presente que en el pretendido control de la Prensa hay también otros intereses de por medio. ¿Alguien duda que a los narcotraficantes no les conviene que se divulgue que una familia entera maneja cientos o miles de millones de quetzales en su ilí­cita actividad como en su relaciones gubernamentales?; ¿a quién le va a gustar que le saquen sus trapitos al sol, tan solo por estar aplicando a un cargo de magistrado?; ¿cuántos inversionistas o gente de negocios andan como los 11 mil jicaques porque la Prensa los ande vinculando con la venta de medicinas, fertilizantes, productos derivados del petróleo y hasta por el préstamo de un helicóptero para que el mero jefe pueda viajar cómodamente por los aires? El que no quiera ver que no mire, pero el que solo tenga un ojo, que lo aproveche.