La lectura, la reina del descanso


juan-jose-narciso-chua

Mantener la lectura de libros sigue siendo una satisfacción, sigue siendo una enseñanza permanente. Es increíble cómo un libro nos hace pensar, nos hace sentir, nos hace oler, nos hace oír, nos hace ver, nos lleva a la risa, nos conduce a las lágrimas, únicamente a través de hilvanar palabras; palabras que se convierten en párrafos y párrafos que nos llevan de la mano del autor hacia hechos, paisajes, conflictos, romances que nos envuelven en la dinámica de personajes, que no conocemos pero que recreamos en nuestras mentes.

Juan José Narciso Chúa


El libro es ese poderoso amigo que nos permite salirnos temporalmente de nuestra realidad para visitar otros espacios que no conocíamos o bien nos muestra cómo existen otras condiciones hermosas, para que después de leerlo, nos sintamos distintos, aun con la tristeza de haberlo terminado y querer seguir husmeando en esas otras vidas que el libro nos regala y en la cual nos involucramos como personajes indirectos de todo el nudo, la trama y el desenlace de la obra.
Recuerdo los clásicos como aquellos libros en los cuales me involucré y me metí de cabeza en ellos con la influencia de mi papá.  No olvido lo interesante y pegajosos que resultaban los libros de Julio Verne, no olvido la tristeza que me envolvió cuando terminé “La isla misteriosa”, siendo sólo un niño.  Cómo devoré las enormes aventuras de Alejandro Dumas, siguiendo de cerca “Los tres mosqueteros” y continuar la aventura con “Veinte años después”.  Los autores soviéticos presentaban realidades distintas, por ejemplo leer “Madre” de Gorki fue sumamente ilustrativo y triste; “Taras Bulba” de Gogol lo llevaba por inmensos parajes;  Chéjov con sus cuentos daba una perspectiva diferente y Dostoievski era infaltable con “Los hermanos Karamazov” y “Crimen y Castigo”.
La literatura guatemalteca fue otro eslabón en adentrarse en la realidad.  Cuando empecé las obras de Miguel Ángel Asturias, me dejó impresionado, no había leído libros tan profundos y tan difíciles de comprender en la primera lectura, fue inolvidable “El señor Presidente”, mientras que “Viernes de Dolores”, me regaló el anticipo de mi posterior vida universitaria.  Manuel Galich fue otro que me llevó de la mano a una vida estudiantil más allá de las aulas, me adentró al Instituto Nacional Central para Varones y me enseñó cómo se puede ir “Del Pánico al Ataque”.
Recuerdo que el primer libro que leí de Gabriel García Márquez, lo compré en Chicago, me encontraba en esa ciudad por azares del destino y ahí me metí en su realismo mágico y lo he leído todo de él, me encanta.  Vargas Llosa siempre me impresiona, nunca he encontrado un autor que haga un uso tan interesante de la coma, haciendo unas pausas a veces tan profundas y tan grandes, sin perder la ilación del argumento anterior, fascinante, también lo he leído casi todo.  Cortázar fue otro autor latinoamericano que me prendió con “Rayuela”, la vida en París y la famosa Maga. No puedo dejar de mencionar a Neruda, resulta imprescindible.  Dentro de los europeos, me gustó Kundera, con su levedad del ser; Kafka me dejó frío con  sus obras tan diferentes.  Y ni hablar de la magna obra de Cervantes “Don Quijote de la Mancha”, magnífica.
El tema del conflicto armado en Guatemala, me dejó con las obras del “Bolo” Flores, en donde destaco “Los Compañeros”; Mario Payeras fue fascinante con “Los libros de la selva y el Trueno en la Ciudad”, Santiago Santacruz, mi hermano, nos legó “Insurgentes: La paz arrancada”, una obra honesta y tampoco olvido a Edmundo Urrutia con “Palabras del Naufragio”, me conmovió.
Este fin de año conseguí terminar “Las lunas de Caín” de Güicho Cordón; “La última y nos vamos” de Chepe Perdomo, me gusta mucho la novela histórica como la de Francisco Pérez de Antón y su “Callejón de Dolores” y la lectura permanente de las columnas de María Elena Schlesinger y su último libro “La noche del cometa”.  Y lo reconozco, me faltan miles de libros por leer.
Así que este repaso de algunos pocos libros, las películas, los reencuentros con mis antiguos condiscípulos, la música y cerrar el año corriendo la San Silvestre, abren el espacio para una nueva etapa en la vida.  Un feliz año para todos.