El Fiscal General de Costa Rica Francisco Dall»Anese, quien esta semana fue nombrado por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como nuevo jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), ofreció en septiembre de 2009 una entrevista exclusiva al Centro de Estudios de Guatemala, para el Diario La Hora, en la que se refirió a la persecución penal de ex presidentes en su país y la lucha por la justicia en Guatemala. A continuación, un extracto de la publicación de este vespertino.
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Centro de Estudios de Guatemala (CEG): ¿Cómo fortalecer la capacidad de investigación autónoma de la Fiscalía, independientemente de los poderes políticos y económicos?
Francisco Dall»Anese (FD): No hay fórmulas concretas. En Costa Rica ha funcionado que el Ministerio Público pertenezca a la Corte Suprema, una Corte muy independiente políticamente. Pero esto es de personas, mañana puede ser que la Corte caiga políticamente, hasta hoy no ha pasado, pero podría suceder, de modo que es un asunto de personas. Yo no le podría decir cuál es la fórmula mágica. Para el caso de Guatemala con su idiosincrasia, con lo que el pueblo de Guatemala quiera, es muy difícil establecerlo. Tendría que ver con la honestidad de la clase política que tiene Guatemala. Lo que Costa Rica logró fue por la visión de los constituyentes del 49 y los reformistas del 73, quienes lograron visualizar un Ministerio Público en estas condiciones. Pero le digo, al final es de personas, se puede tener todas las condiciones jurídicas, si al final se actúa con miedo, con reverencia a los políticos o con intereses personales en la política, los casos no caminan. De alguna manera, los que ingresan a la Fiscalía tienen que saber que hay que renunciar a ciertas cosas. También tenemos que tener claro que si tenemos un caso, y tenemos que enfrentar al poder político y al poder económico, hay una renuncia a un futuro importante. Para decirle, salvo en un caso, el Fiscal General ha logrado ser magistrado de la Corte Suprema, ningún otro lo ha logrado. Siempre hay una factura que pagar, pero el que no esté dispuesto a renunciar a este futuro no debería entrar a trabajar en una fiscalía. Igual que el que tenga miedo, que ande pensando en lo que puedan hacerle, tenemos que actuar sin pensar en las consecuencias, si pensamos en las consecuencias no hacemos nada de lo que tenemos que hacer.
CEG: ¿Cómo dan inicio los procesos judiciales contra los ex presidentes Miguel íngel Rodríguez y Rafael íngel Calderón?
FD: Ya la fiscalía había iniciado investigaciones por corrupción, pero las investigaciones no tenían posibilidad, no se había logrado una fuente probatoria importante. El gran giro lo da la prensa, con investigaciones de medios de comunicación colectivas, que le dan un hilo a las investigaciones, y nosotros, como se dice en Costa Rica, nos guindamos de esas investigaciones, y a partir de ahí logramos desarrollar una investigación muy importante. La prensa ha jugado papel protagónico, que se conjuga con los ataques a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001. Usted me dirá qué tiene que ver esto, bueno, a partir de ese momento, todos los países levantaron el secreto bancario, o abrieron la posibilidad de levantar el secreto bancario, y esa oportunidad sí la aprovechamos en Costa Rica para investigar cuentas bancarias en Panamá, en Estados Unidos, etc., y eso nos permitió seguir la ruta de los dineros que llegaron a bolsillos particulares.
CEG: ¿Cuáles han sido las bases jurídicas que han permitido la apertura de procesos contra dos ex mandatarios?
FD: Bueno, la base jurídica es la previsión de los delitos que se les están imputando. En el caso del ex presidente Calderón ha habido una figura importante, aceptada universalmente por todos los Códigos; Guatemala indiscutiblemente la tendría que tener, es la comunicabilidad de las circunstancias. Yo con esto no digo que sea culpable o no, eso lo dirán los jueces, nosotros lo que tenemos es una probabilidad, y eso quiero que quede bien puntualizado. Lo que él ha alegado públicamente en su defensa, es que se le imputa de haber recibido un dinero, varios años después de haber dejado la Presidencia. Pero es que existe una previsión legal que se llama «principio de la comunicabilidad de las circunstancias», que se lo traduzco de esta manera: Si al momento de cometer el delito yo concurro a cometerlo con un funcionario público y yo sé que es funcionario público, esa condición de funcionario público se me transmite, aunque yo no la tuviera. Ese es el asunto, y por eso es que se le atribuye un delito contra la función pública a pesar de que ya no era presidente. Repito, en grado de probabilidad. Ahora, en el caso de Rodríguez es diferente, porque de resultar cierto a criterio de los jueces, (el delito) lo habría cometido cuando él ejercía la Presidencia de la República.
CEG: ¿Cuál es el papel que las organizaciones sociales, la prensa y la ciudadanía en general han jugado y que ha permitido fortalecer el sistema de justicia y atacar la impunidad?
FD: Ha habido una gran manifestación inicial del pueblo, los rectores de las universidades convocaron a una marcha contra la corrupción, a la que fueron miles de personas, una manifestación política, por supuesto el Ministerio Público acudió a esto, fue el Contralor, fueron diputados, ministros de Estado, el Presidente de la República -aun cuando los ex presidentes eran de su partido. Fue una manifestación enorme, el pueblo se volcó a la calle para manifestar su descontento con la corrupción. Eso antes de tener las noticias de la prensa. Luego la prensa vino y realizó unos reportajes de periodismo investigativo bastante fundamentados, lo que nos dio pie para iniciar las causas. Ha existido un ataque constante y sistemático al Ministerio Público por parte de los seguidores de los ex presidentes, pero no ha tenido mayor eco en el país. Esto no significa que la gente piense que ellos son culpables, pero sí hay un respeto al sistema judicial, y si se hiciera una encuesta, posiblemente lo que la gente diga es que esperan el resultado del proceso.
CEG: ¿Qué representa para Costa Rica estos procesos?
FD: Esta es una parte importante. Lo que pasa es que los procesos en sí trajeron una gran deslegitimación al Estado democrático, y eso se ha manifestado en encuestas, en estudios de opinión que han hecho las empresas, y hay una desconfianza en el país con relación a todo, la gente se ha manifestado desconfiando de las instituciones democráticas. De manera que también, en estos juicios, el país se juega más que un caso. Yo creo que ya el hecho de que se llegara a juicio o que el Ministerio Público estableciera una probabilidad, y la prensa ha hecho una cobertura diaria importante, y la gente ya tiene su opinión sobre los casos es una demostración importante que se están acabando los intocables, que la justicia tiene que llegar a todos. La equidad es una aspiración importante en un sistema democrático. Al margen de cómo salgan los juicios, porque respetaremos lo que diga el Tribunal, es un avance el que se entienda que no hay personas que están ajenas al sistema de justicia, que todo ciudadano -no importa su estatura política y económica- puede ser juzgado por las instituciones del país. En algún momento fui denunciado por alguno de los ex presidentes, y algunos trataron de armar un gran alboroto, y lo que yo le dije a la prensa fue que yo puedo ser un ciudadano como cualquiera, puedo ser denunciado, puedo ser investigado, puedo ser juzgado. No vamos a estar hablando de acabar con los intocables y pretendiendo en convertir a la Fiscalía en intocable.
CEG: En Guatemala, como en muchos otros países de América Latina se han iniciado procesos contra ex funcionarios por corrupción. Pero en nuestro país los procesos parecen estar cuesta arriba. Se presentan numerosos obstáculos. La impunidad, según cifras del propio OJ es del 98% de los casos. Se vive una desesperanza. ¿Diría usted que es posible revertir esta situación, cómo podría lograrse?
FD: Siempre es posible, si partimos de que es imposible no hacemos nada. Por supuesto que hay que cambiar paradigmas, hay que vencer obstáculos -que son jurídicos, políticos y personales. Hay que entender que si se hiciera un referendo la gente estaría más de acuerdo en que todos sean juzgados por igual, y no que haya una clase intocable. Todos tenemos que rendir cuentas, y esto es un principio básico de la democracia.
Yo creo que ningún país es igual al otro, puede ser que en Guatemala las cosas sean más difíciles. Pero yo comencé a venir a Guatemala en el año de 1992, y Guatemala ha avanzado del 92 a esta fecha, posiblemente que en el 92 hubiera sido impensable iniciar un juicio contra un ex presidente. No digo que sea culpable, pero si hay indicios, si se dan las condiciones para iniciar un juicio como contra cualquier otro ciudadano, Guatemala está actuando en consecuencia. Lo que pasa es que la justicia siempre es gradual. Hubo otro Fiscal General en Costa Rica que sometió a juicio a un ex presidente, el caso terminó con (sentencia) absolutoria, y es posible que estos casos que tenemos ahora no se hubieran podido dar si no hubiéramos tenido ese precedente. La democracia avanza de a poco (?) los avances son lentos. Siendo yo en algún momento abogado defensor, alegué la teoría de la prueba ilícita, y la gente decía que era una locura. Hoy en día la teoría de la prueba ilícita se aplica y es materia de estudio en las universidades. Esto es una ciencia de paciencia. Creo que así es como tiene que manejarse, un pasito a la vez. Lo que no se puede renunciar es a dar los pasitos.
CEG: ¿Cómo ve usted, en su calidad de Fiscal General, la presencia de una Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)?
FD: Bueno, esto tiene que ver también con la transparencia del país. Me parece que si Naciones Unidas decidió enviar una Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, contando con la voluntad de Guatemala también, es positivo. Es una forma en que Guatemala rinde cuentas ante la comunidad internacional de lo que ha hecho y no ha hecho, de lo que haga y no haga. Yo no me opondría a que haya una Comisión Internacional Contra la Impunidad en Costa Rica, siempre son oportunidades de crecer en democracia, a veces los efectos no se observan inmediatamente sino que se observarán en el mediano plazo, pero si la CICIG deja una escuela de pensamiento y una forma de actuación en Guatemala, si deja algo positivo para la justicia y la democracia del país, es mucha la ganancia.